Hace días comprobé por qué el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, está sacudiendo el árbol de manzanas podridas sobre los programas sociales fraudulentos.
Esta historia la supe por una persona que vive en un municipio de la zona metropolitana de Monterrey quien, durante 12 años, recibió un apoyo económico mensual destinado a discapacitados, cuando en realidad es una persona cien por ciento sana.
“¡Son chingaderas lo que está pasando con AMLO!”, me dijo muy molesto Raúl (nombre falso por obvias razones), pues no vale la pena revelar su identidad.
Quien a detalle me comentó su caso sabiendo que soy periodista, y que debía escarbar sobre un programa social fraudulento donde se desvió dinero público para fines electorales.
Esta persona, que supera los 50 años de edad, está debidamente afiliada a un sector del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y me compartió que fue a mitad del sexenio de Natividad González Parás cuando fue invitado a estar en el Padrón de Apoyo a Personas con Discapacidad del Gobierno Estatal.
Me contó que una vez de casualidad conoció a una persona que dijo trabajar en esa administración. Transcurría el año 2006.
“Me propuso que si quería tener un apoyo mensual como supuesto discapacitado fuera a las oficinas de Churubusco y Madero y que llevara cierta papelería, entre otros documentos la credencial de elector”, relató.
Y continuó: “Para no hacerle el cuento largo me inscribieron en una lista y cada mes me depositaban 500 pesos en una tarjeta que me dieron que valía en tiendas como Soriana, pero no podría retirar efectivo. Sólo era para hacer despensa y artículos”.
Cuando acabó el gobierno de Natividad, esos 500 pesos se convirtieron en 700. Empezaba Rodrigo Medina de la Cruz en 2009.
Sin embargo, hubo una situación que primero le preocupó pero que tuvo rápida solución. Un día le avisaron que tenía que ir a renovar la tarjeta. ”¿Cómo iba a llegar caminando a las oficinas si se suponía que era una persona con discapacidad?”.
“¡Y ni modo que comprara una silla de ruedas!”, recuerda Raúl con sonrisa cínica. Un empleado de gobierno le recomendó que mandara a su esposa con una identificación suya, diciendo que él no estaba en condiciones físicas de acudir “porque no podía andar en camiones por su enfermedad”.
Seis años de Medina más tres de la actual gestión puntualmente recibió los 700 pesos en su tarjeta.
“Hubo unos meses que no me depositaron y me preocupé de que quizá ya me había cachado en la maroma, pero un día me llegó con retroactivo”, prosigue Raúl.
¡Cuál fue su sorpresa! que a partir de diciembre pasado que asumió López Obrador la presidencia la tarjeta está en cero pesos.
“Ya pasaron dos meses y medio y no me depositan”, se lamenta. Y como periodista le cuestioné: “¿Pero sabías que durante doce años fue un fraude porque no estás discapacitado?”.
Raúl no tuvo para dónde hacerse: “Sí, Pero era una ayuda con la que siempre contamos mi esposa y yo todo este tiempo y nos la quitaron. ¡Son chingaderas!”.
Cifras oficiales del Gobierno de Nuevo León revelan que de 2006 a 2013 se gastaron mil 131 millones de pesos para apoyar a supuestos discapacitados con dinero depositado en tarjetas.
Actualmente en el Padrón de Apoyo a Personas Discapacitadas de la Secretaría de Desarrollo Social están dadas de alta mil 355 beneficiados. Y me queda la duda: ¿cuántos estuvieron o están haciendo fraude como Raúl?
Antes de despedirme de Raúl le comenté y pregunté: “Deberías estar feliz porque tus papás, o alguno de tus parientes mayores de 68 años, están recibiendo de AMLO la pensión universal para adultos mayores de mil 300 pesos mensuales. ¿O no?”.
Entre risas dice que ahora tiene otra preocupación: “Ni modo que vaya a reclamar. No me vayan a meter a la cárcel o me obliguen a devolver el dinero”.
Haciendo cuentas, en 12 años Raúl recibió exactamente 93 mil 200 pesos de una discapacidad simulada. Mejor dicho: falsa y fraudulenta que inició con fines electorales a favor del PRI.
Esta es sólo una gota en el inmenso océano de corrupción que el actual gobierno federal está empecinado a terminar. ¿Y cuántos más “Raúles” habrá todavía?
twitter: @hhjimenez