Como les digo una cosa, les digo la otra: los texanos “se brincan” la Guerra contra México en las escuelas primarias, en la cual se quedaron con el 55 por ciento del territorio del país vecino.
Ellos con una Whataburger en la mano y sus onions rings, dicen que los “mexicans” eran unos salvajes y masacraron a familias en el Alamo, la madrugada del 6 de marzo de 1836. Ahí también fusilaron a David Stern Crockett un aventurero gringo del siglo XIX, normalmente llamado Davy Crockett.
Y claro, no lo hacían gratis. A los colonos les prometieron a cada hombre, 4 mil 600 acres (19 km²) de tierra como pago. Con lo caro que están las homes ahorita, imagínate brody con esa extensión, pos ponías una colonia en tierras texanas.
Como será que hasta Disney le hizo varios programas y pintan a Crockett como el causante de que arrebatara Texas a los mexicanos sus tierras, logrando la victoria.
Ese “héroe” fue mandado fusilar por nuestro querido General Antonio López de Santa Anna. A él le cantan “The Ballad of Davy Crockett” (La balada de Davy Crockett) en una serie de televisión.
Pero de quien les quería platicar es de Stephen Austin, llamado “el padre de Texas”, quien inició la colonización en las tierras del mall de la Plaza Mall y del Valle de Texas. No dejen de probar los cinnamon rolls, igualitos que los de antaño.
Pos fue su padre, Moses, quien en 1820 viajó a San Antonio, para echarse un té con el Barón de Bastrop para caerle bien y convencer al gobernador español de aprobar un plan para establecer una concesión de tierras. Estaba aquello tan solo, puras lagartijas y urracas había.
Austin se enfermó de pulmonía en un regreso a Missouri y murió. Dos días antes de su fallecimiento, llamó a su “darling”, como le decía a su esposita, y en cama le rogó que le dijera a su heredero Stephen que tomara su lugar como líder de la colonia de Texas.
Entonces a Stephen F. Austin le tocó realizar el sueño de su padre. Una estatua gigante de 23 metros puede verse por la carretera de Angleton, Texas, con la leyenda “Father of Texas”, ósea el padre de nuestro vecino estado.
Por ahí pasó la Rosa María, quien es influencer, conmigo en un viaje que hicimos a Dallas. Queríamos tomarnos una “selfie” con el gran Sthepen, pero iba muy rápido la carreta de caballos y no se quiso detener. Ni modo, pero sí la vimos, bien grandota, pero no le llega al Morelos que hay en la isla de Janitzio y que la mexicana les gana con 47.75 metros. No nos íbamos a dejar, pos no.
Volviendo con mi amigo Stephen, les diré que “tengo otros datos”. ¿Dónde habré oído eso? Porque él quiso hacer bien su labor de ocupar las tierras desérticas y ardientes mexicanas del aquel lejano Texas.
Pos mi amigo Esteban (así es en español) se aventó el viaje muy tardado en carreta hasta la Ciudad de México en 1821 para buscar una cita con Guadalupe Victoria, primer presidente de México.
Pero ya saben cómo es este país azteca que duran muy poco los gobernantes, y apenas iba a hablar con él y ya había entrado Agustín de Iturbide. Por ciertos con unos aires de grandeza, que quería ser Emperador, proclamado por el Congreso Constituyente, apoyado por el pueblo y el ejército. Ajá.
Como les digo Agustín I abdica en 1823 y nuestro amigo “Esteban” Austin tiene que hacer otra vez los trámites para llevar cerca de 300 familias a Texas. ¿Por qué será que los mexicanos nunca se ponen de acuerdo?
Para 1829 ya llevaron a otras 900 familias más en ese territorio llamado Coahuila-Texas. Entre la guerra contra las tribus indígenas de comanches, apaches y cherokees, además de los filibusteros (como si fueran piratas) que se robaban el ganado de los ranchos, pos era un batallar con la raza. Y estaban tan lejos de la protección federalista del Gobierno de México.
En 1833 Austin buscó a Valentín Gómez Farías, ooootro presidente de México, porque como ya les dije a mis tres lectores Santa Anna iba y venía a la silla presidencial a cada rato. Once veces fue primer mandatario “Su Alteza Serenísima”. Muy serena era, tanto que le culpan la pérdida de más de la mitad de México. Pero no era el único, había otros gobernantes.
Ya en 1834 en Saltillo, “Esteban” fue encarcelado porque el Gobierno de México sabía pos que quería la receta de los burritos de frijolitos, bueno no, que estaba trabajando por la independencia de Texas e incitaba a la insurrección.
Pero como que ya le andaba con la cosquillita. El 2 de mayo de 1836 se hartan de la falta da apoyo de los mexicanos y proclaman su independencia. Se pusieron a cantar “Libre soooy, libre sooy” como la de Frozen.
Luego Santa Anna que le encantaba el guato quiso recuperar Texas, el problema es que él mismo encabezaba a los ejércitos, por lo que dejaba por meses las decisiones importantes para gobernar al país. Eso sí, pedía dinero a la Federación y a los Estados que “se mocharan” porque los gastos de la guerra eran muy altos.
Ni modo que comieran pinole. Ah caray, sí comían pinole los combatientes mexicanos, pero también taquitos de frijoles con huevito. Ya después los copiarían los gringos y pusieron los restaurantes Taco Bell.
Como ves brody, el tema de la Guerra con Texas es inagotable, pero de que Austin le hizo su luchita, eso que ni qué, ya después convencerían a los mexicanos para ir al Valle para probar sus hamburgers con sus limonadas light. Pero también las Gorditas de Doña Tota en La Plaza Mall. Prueben la de revoltijo, deli. Sean felices.