Apenas llevaba unos meses al frente del comité directivo municipal del PAN en Monterrey y Felipe de Jesús Cantú Rodríguez -quien años después sería alcalde de la capital de Nuevo León-, enfrentaba uno de los más duros, difíciles y recurrentes problemas de toda organización política en ciernes: la falta de recursos económicos.
Aunque el panismo tenía años de enfrentarse al llamado sistema político imperante, el del Partido Revolucionario Institucional, y rompiendo cercas alcanzó a principios de los noventas algunas diputaciones locales y federales, unas regidurías dispersas por todo el territorio estatal y las alcaldías de San Nicolás de los Garza, Santa Catarina y San Pedro Garza García, los dineros escaseaban.
Pocos militantes cumplían con el pago de sus cuotas y salvo las aportaciones de la familia Fernández, encabezada por su patriarca Alberto Fernández Ruiloba, el PAN de Nuevo León y sus pocos comités municipales vivían casi casi en la indigencia política. De cuando en cuando, la dirigencia nacional le enviaba parte de las prerrogativas que por ley podían tener para labores partidistas.
Exregidor del municipio de Monterrey y militante desde temprana edad en las juventudes panistas, Felipe de Jesús fue electo dirigente municipal por poco más de un año. Y con ello, se sacó “la rifa del tigre”.
La sede panista, ubicada en Isaac Garza con Zaragoza -donde por años ha estado-, apenas y tenía algunas sillas, mesas y escritorios como mobiliario básico. Afortunadamente, la resolana de Monterrey, que de la primavera hasta el otoño casi enceguece por lo intensa, ayudaba a iluminar de día el inmueble, gracias también a los grandes ventanales y a la ausencia de persianas o cortinas. Las ventajas de la naturaleza aunada a la pobreza.
Eso sí, los recibos de pago de servicios básicos, como la muerte, son ineludibles e intransferibles. O pagas hoy el de agua, y mañana el de gas, o bien le atoras al de la luz y el teléfono. Esas eran pues, en 1993 -cuando aún el PAN no era rico y ostentoso como en el 2017 con sueldos pagados a sus dirigentes-, lo que afrontaba un novel e incipiente líder municipal.
Y sí, el teléfono, en ese entonces servicio prestado por el gobierno a través de Telmex, no era prioridad en la agenda de pagos. Y de las cuatro o cinco líneas que tenían, solo una era la que se usaba y servía de paso para el fax, innovación tecnológica antecesora del e-mail y el Messenger. Las otras, por falta de pago, permanecieron muertas por semanas y hasta meses.
Curiosamente, de un día para otro todas las líneas empezaron a funcionar perfectamente, situación que parecía normal a los empleados panistas: “Alguien ya pagó”, decían y hasta ahí, aunque los recibos de cada mes indicaban que el servicio estaba suspendido por falta de solvencia.
Dinero en mano, ya con el monto total a cubrir, un empleado panista fue a las oficinas de Telmex para sanear la deuda, topándose con la sorpresa de que sí, efectivamente, un anónimo benefactor había cubierto el adeudo, y borrón y cuenta nueva.
El artífice de la recuperación de las líneas telefónicas panistas no fue un militante o simpatizante del PAN. Incluso, ahora en los tiempos del espionaje de Pegassus denunciado por The New York Times y periodistas, fue un oscuro y silencioso empleado del gobierno estatal, un llamado en el argot policial o periodístico como “oreja”, quien laboraba a escasos metros de la sede municipal panista de Monterrey.
Ubicado en Zaragoza e Isacc Garza, en la acera sur, está un edificio con oficinas de la Secretaría General de gobierno y de otras dependencias estatales, en donde por años operaban parte de los sistemas de escucha y seguimiento a políticos, empresarios y periodistas y activistas sociales del estado.
“Claro que pagamos los recibos de teléfono al PAN, si no, ¿cómo nos enterábamos de lo que estaban haciendo?”, le relató a este reportero hace años el ahora exagente de la Policía Judicial del Estado, asignada al área de Información Política, conocedor de que los “pájaros en el alambre” siempre han existido y seguirán operando en México, aunque ya se pasó de la línea telefónica análoga a lo digital.
Ventajas de modernidad y avances tecnológicos.v