
Una serie bipolar como toda la temporada de Rayados, Demichelis nunca le supo, ni a la cancha, ni al vestidor, ni a la tribuna; lo único que, si le supo y bien fue al guardarropa, como bien dijo un “periodista” en una conferencia, se vestía elegante.
Mohamed estaba acorralada y salió avante, Rayados tenía todo para ir a semifinales y los jugadores no pudieron, tal vez no quisieron, pero sería darle demasiado crédito a un grupo chiflado y sin aspiraciones, que bien se ganan el derecho de que se les reconozca como pechos fríos o pingüinos, mientras sus vecinos ganan con ayudas arbitrales, pero con “corazón”, como ahora se le llama cuando no puedes, pero te dan un empujón.
Rayados fue al infierno y pudo haber vencido al diablo, pero se portaron como angelitos y el balón paseo de un lado a otro mientras veían como les encajaba goles inverosímiles que un equipo de primaria podría haber defendido. Calidad no comprobada debe irse, egos inflados, charlatanes del balón que tienen un portón grande para salir siguiendo el camino de su técnico, el “buenas vibras” Demichelis que, por más buena persona, es novel y no supo manejar el vestidor.
El resultado es que la institución albiazul sigue sin ganar un campeonato sumando años a la frustración de una afición que ve como su club tiene dinero y no se ve reflejado en lo más importante del balompié, los trofeos.
Toluca hizo lo mínimo para pasar, con un expulsado y aprovechando dos errores arbitrales a favor que hubieran ido al marcador, simplemente agregaron a su plantel la incapacidad albiazul y las ganas de correr a su técnico para tal vez por fin traer a un español en lugar de un argentino sin experiencia.
El ciclo semestral de Monterrey se ha reseteado, ahora comienza el fútbol de estufa de donde surgen novelas de radio, influencers con información “exclusiva”, y contrataciones fantasiosas que nunca van a llegar, después se viene otro torneo mediocre con el aderezo de un futuro fracaso en el Mundial de Clubes tan cacareado, después otro torneo mediocre en liga (se extrañan los 40 puntos del Vuce), eliminación en liguilla y miles de horas desperdiciadas en el fútbol para llenar el bolsillo de gente que solo sirve para entretener.
José Antonio Noriega tiene una misión titánica, levantar un barco a punto de hundirse, ante el torneo más importante en su historia y con la mira en burlar los comentarios nacionales que se mofan un día y el otro también.
A descansar unas semanas, de ver un futbol aburrido y sin sentido que nos lleva a pensar que lo que viene es sombrío, sin esperanza de grandeza y con la dosis de mediocridad habitual, esa que lleva a pagar buenos sueldos por resultados nulos y una experiencia de estadio pobre, donde ni los nachos tienen suficiente queso.
Nos vemos en el mundial…
¡Saludos desde el sillón!