
La noche del 15 de septiembre, en vez de haber dado El Grito, el presidente Felipe Calderón Hinojosa debió subir al balcón central del Palacio Nacional para dar el pésame a los familiares de los civiles inocentes caídos por el clima de inseguridad que atraviesa México.
Si se trataba de dar por dar, qué mejor oportunidad perdió el Ejecutivo nacional de congraciarse con millones de mexicanos que votaron por él, al proponer guardar un minuto de silencio en recuerdo de los muertos por las balas en una guerra que es ajena a la población.
En vez de dar El Grito, Calderón Hinojosa tuvo que dar el pésame -insisto- porque la sangre que ha corrido en su sexenio es por su culpa, pues desde que asumió la presidencia lo que provocó fue el agravamiento una violencia que existía y que fue heredada por Vicente Fox Quesada.
Como jefe supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente debió ofrecer disculpas públicas ante miles de mexicanos que acudieron al Zócalo, por las muertes que ha causado el Ejército y la Marina al confundir a mujeres y niños civiles con miembros del crimen organizado, rociándolos de plomo.
Como sucedió sin piedad en Tamaulipas y recientemente en Nuevo León, cuando los efectivos castrenses recibieron la orden de disparar por disparar.
Pero también hay que reconocer que sin las Fuerzas Armadas este México estaría a la buena de Dios o, como se dice: “Dios nos agarre confesados”.
EL PAN SE QUEDA ATRÁS
Cuando faltan menos de dos años para las elecciones presidenciales de 2012, todo parece indicar que con excepción del PAN donde todavía no hay aspirantes fuertes, Enrique Peña Nieto será el candidato del PRI; Andrés Manuel López Obrador, de la alianza PT y Convergencia, y Marcelo Ebrard, del PRD.
En las trincheras albiazules ya levantó la mano Javier Lozano Alarcón, secretario del Trabajo, quien dijo que no se descartaba para contender por la candidatura de su partido para el cada vez más cerca relevo en Los Pinos, sin embargo, parece un peso mosca comparado con los pesados arriba mencionados.
En el pasado proceso interno de Acción Nacional en 2006, el senador Santiago Creel Miranda era el favorito, pero como dice el dicho: “del plato a la boca se cae la sopa”, quien salió con el brazo en alto fue Felipe Calderón Hinojosa.
Una vez el experimento en el pasado proceso con la coalición entre PAN y PRD que llevó a ganar las elecciones estatales en Puebla, Oaxaca y Sinaloa, es casi seguro que para las presidenciales de 2012 tomarán caminos diferentes.
En la izquierda llegará el tiempo en que se sentarán a negociar Ebrard y López Obrador, para que al PRD –que respaldaría al jefe de Gobierno del Distrito Federal como su candidato–, se le unan el PT y Convergencia en un frente democrático.
Aunque López Obrador tiene el apoyo de éstos dos últimos partidos políticos, sus posibilidades de ganar Los Pinos son lejanas, primero porque no son las mejores ofertas electorales en el México actual y, segundo, porque sin el PRD como aliado fracasarían en el intento.
Juntos PRD, PT y Convergencia, con Ebrard a la presidencia y López Obrador para la jefatura de Gobierno de la capital del país, serían un ferrocarril difícil de descarrilar para Peña Nieto, el mas posicionado dentro del PRI.
Para el gobernador del Estado de México se avecinan dos años claves y difíciles que podrían afectar sus aspiraciones, porque 2011 es su último año como Ejecutivo estatal y el rudo senador sonorense, Manlio Fabio Beltrones, también quiere ser presidente de México.
Regresando al PAN, el también senador Creel Miranda querrá ser el candidato del PAN, pero Calderón Hinojosa no lo quiere, es más, lo ve como enemigo. Así que desde Los Pinos apoyarían a Lozano Alarcón y, por qué no, hasta el mismo César Nava Velázquez se apuntaría en la corta lista.
Y tampoco se descarta Josefina Vázquez Mota, quien coordinó la de campaña de Calderón Hinojosa. Pero tiene en su contra su la confrontación y animadversión hacia la profesora Elba Esther Gordillo, líder moral del PANAL y aliada del actual presidente de la República.
Las fichas en el tablero ya se empiezan a mover con mayor estrategia, cuando el Ejecutivo nacional en turno empieza a perder el poder cuando se escucha la voz: “Primera llamada… primera”.