
En Tamaulipas durante varios sexenios ha imperado y se ha hecho realidad la famosa frase “Góber pone Góber”. Sobre todo cuando los priistas estaban huérfanos de Presidente.
Pero, desde lustros, los grupos políticos tamaulipecos, como en muchas entidades de la República, son duros y suelen rechazar a ultranza las imposiciones desde el centro, aunque en la época de los años 60 y 70 con el súper PRI más antidemocrático que ahora, no había de otra y se hacía lo que decía el Presidente, con las presiones y negociaciones pertinentes.
En la historia reciente, Manuel Cavazos Lerma puso a Tomás Yarrington, Tomás puso a Eugenio Hernández, y Geño se inclinó por Rodolfo Torre Cantú, quien ya no pudo llegar a la gubernatura al ser asesinado el 28 de junio de 2010, a días de las elecciones.
Hernández Flores, entonces, designó a Egidio Torre Cantú, hermano del malogrado candidato original. Por ello, algunos analistas son de la idea de que aquí se puede romper esa máxima de “Góber pone a Góber”, por lo sui generis de la pasada sucesión.
Y en este contexto, en un proceso en la que el actual ejecutivo estatal no está metiendo las manos a la usanza priista, dejando prácticamente libres a los integrantes de su gabinete y a los diputados, y en medio de un Comité Ejecutivo Nacional del PRI recién renovado dirigido ahora por un cuestionado político de colmillo más que retorcido, Manlio Fabio Beltrones, la línea es que no hay línea, a la vista.
Por ello los grupos políticos y liderazgos, el de Victoria, el de Matamoros, donde aún mueve su hilos el también cuestionado Tomás Yarrington, el del sur, que como de costumbre, navega con bajo perfil y los de la frontera, de Laredo y Reynosa, se mueven con ciertas libertades y sin una dirección aparente.
Pero tampoco es casual que el diputado federal saliente matamorense Marco Antonio Bernal, amigo de Manlio Fabio y cercano al Presidente Enrique Peña Nieto, ande ya “encampañado”. Ubicado desde siempre como un tamaulipeco defeño, hoy pareciera que Bernal, quien ha intentado llegar a la boleta electoral un par de veces y se ha quedo en el camino, ahora siente que los astros están de su lado.
Pero su paisano, el diputado federal entrante, Baltazar Hinojosa, más discreto, anda también activo, con el mismo objetivo pero con apoyos de liderazgos más locales que del centro.
Y qué decir del también diputado federal Alejandro Guevara Cobos, quien con sus contactos en el centro y sus amarres por las diversas regiones del estado está más que apuntado en la lista de precandidatos.
Y quien desde ahora minimice al también legislado Edgar Melhem, el imán de votos tricolores tamaulipeco, podría estar desestimando a un cuadro cuya hoja de vida es apta para ser tomada en cuenta en un cargo como al que ahora, al igual que sus compañeros de partido, aspira.
A estas alturas, el alcalde de Victoria Alejandro Etienne Llano y el mismo diputado neolaredense Ramiro Ramos, están también en la lista; no la encabezan, sino todo lo contrario, pero como en política nada está escrito, allí están, para lo que se ofrezca.
En Reynosa el ex presidente municipal, Óscar Luebbert Gutiérrez, no hace ruido, pero al igual que en Tampico Mercedes del Carmen (Paloma) Guillén, que también anda con pies de plomo, son “candidateables” y seguramente están jugando a esos vaivenes de la política, en los que en medio de momentos álgidos o de choque, se opta por un tercero o tercera en discordia, o un cuadro neutral.
Por ello, hoy por hoy, cuando falta un cuatrimestre para que concluya el 2015, fecha en que al menos Los Pinos ya deberá saber “quién es el bueno o la buena” para la lucha electoral de 2016 por la gubernatura de Tamaulipas, hoy los políticos se están haciendo bolas.
Naturalmente que cada estado del país tiene sus características propias. La oposición, los grupos partidistas, la misma sociedad, los medios y liderazgos y hasta “broncos” locales podrán tener semejanzas, pero no son iguales.
Nuevo León y Tamaulipas, con todo y su vecindad y cercanía, difieren enormemente y ambas entidades a su vez son muy distintas al Estado de México.
Esto, sólo por tomar unos ejemplos en donde el Presidente Enrique Peña Nieto y el CEN del PRI (aún en manos del grupo Atlacomulco) han influido y negociado en procesos electorales: Estado de México y Nuevo León.
Aunque Peña pesaba enormemente en su tierra, a la hora de ver las encuestas entendió que Eruviel Ávila, que no era su candidato, garantizaba triunfo tricolor en busca de la gubernatura y tuvo que inclinarse por él. Peña Nieto se estrenaba como jefe del PRI.
Recientemente en Nuevo León, el gobernador del Estado Rodrigo Medina –seguramente bien asesorado- presentó su terna para la gubernatura: su amigo Federico Vargas, titular entonces de Sedesol local; la senadora Ivonne Álvarez y el por aquellos días procurador Adrián de la Garza.
El Presidente Peña tenía su plan A: su secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, y su plan B: la senadora Cristina Díaz, pero a la hora de ver las encuestas no tuvo otra más que ceder por la “máquina” de votos de Ivonne Álvarez.
Aunque allí un “bronco” independiente llamado Jaime Rodríguez, arropado por hombres de capital enfadados con el actual gobernador y una sociedad harta del PRI y sus tranzas, dieron un giro a la historia en las urnas.
Pareciera que si Los Pinos hiciera una encuesta por estos días, Baltazar Hinojosa podría campear en preferencias, pero este cuatrimestre restante de 2015 es largo.
Todavía faltan más golpes y el inicio de una guerra sucia, en la que los nombres de Tomás Yarrington y Eugenio Hernández saldrán a relucir, y no precisamente para bien, sino por las investigaciones por los diversos delitos que se les imputan sobre todo en los Estados Unidos.
Por lo pronto Marco Antonio Bernal, como era de esperarse, ya dijo que no son sus amigos; de hecho nunca lo han sido.
Bernal, está visto, es amigo de Manlio, el salinista que sabe “makiavelar” y que desde ya parece ser vicepresidente de México.
Los demás precandidatos ¿se podrán deslindar de sus padrinos y salir avantes con su capital político? ¿Seguirá pesando, pese a todo Yarrington en el estado? ¿Se reactivará el grupo Victoria? O ¿se advierte una lucha encarnizada entre priistas en la que tendrá que surgir un tercero (a) en discordia y por otra parte un “bronco” independiente?
Por lo pronto, de aquí al otoño se seguirán haciendo bolas. El ungimiento puede esperar.