La tarde del 25 de agosto de 2011 Monterrey vivió su peor tragedia víctima del narco terrorismo, pero también fue el día en que los gobernantes empezaron a vivir su propia pesadilla.
Jamás pensaron Felipe Calderón, Rodrigo Medina o Fernando Larrazábal que un grupo de manifestantes exigirían sus cabezas el domingo 28 de agosto durante la protesta que terminó en medio de los ataques de unos y otros por la rebatinga partidista de querer llevar agua a sus propios molinos.
La población tiene sus razones para exigir renuncias: la falta de resultados en materia de seguridad; la gente se siente desprotegida, se siente insegura en la calle y hasta en sus casas. No confía en sus policías.
No es a través de anuncios como le vamos a devolver la tranquilidad a la gente. Es con resultados tangibles. Hoy en día los defeños (habitantes de la Ciudad de México) aseguran que el DF es mucho más tranquilo para vivir que ¡Monterrey! hábrase visto tal realidad.
Lamentablemente aún existen muchos funcionarios que creen que es a través del marketing, los anuncios o comprando espacios en los medios cómo van a lograr levantar su imagen.
Más que equivocados están estos “consultores de imagen” que piensan que es a través de propaganda como van a vender a la sociedad una percepción de buen gobierno.
Lo que necesitamos es un buen gobierno. Un gobierno que ofrezca seguridad a sus gobernados, que ataque los delitos tal y como lo señala la constitución y sus leyes secundarias.
¿Qué tan difícil es para el Presidente Felipe Calderón atajar el tráfico de armas por las aduenas? Debe ser harto difícil porque hasta ahora no lo ha logrado. ¿Qué tan difícil es negar permisos para instalar casinos? ¿Qué tan difícil es vigilar aduanas mexicanas por aire, mar y tierra? Ya nos dimos cuenta que no pueden o no quieren y que con una lana hasta un trasatlántico puede llegar sin contratiempos a México sin que detenga su marcha.
Esas son las razones por la cual hay que señalar que aunque hay esfuerzos, estos se ven mermados por la alta eficiencia que tienen los criminales para cometer sus fechorías.
Probablemente quienes conocemos las facultades constitucionales de cada nivel de Gobierno no estemos exigiendo las renuncias del Presidente, el gobernador o el alcalde regio, pero sí, al menos yo sí lo creo, es necesario un golpe de timón donde los gobernantes se animen a investigar los delitos cometidos directamente por funcionarios de todos los niveles que permitieron, por corrupción u omisión, la operación de dichos casinos.
Los delincuentes ya fueron detenidos y seguramente serán procesados, pero el mensaje de las autoridades debe ir a fondo y dar con quienes actuaron, desde el gobierno, negligentemente para que las salidas de emergencia del Casino Royale estuvieran obstaculizadas impidiendo la rápida salida de las personas que ahí perdieron la vida.
Ese sí sería un mensaje de esperanza a la sociedad de que se está actuando contra la impunidad y la corrupción y no con anuncios en los medios que hasta ahora dejan más mentadas contra los funcionarios, lo demás es Puro Cuento… v
[email protected]