
Parecido al TUCOM (Todos Unidos Contra Madrazo) de aquel fatídico 2006 para el Partido Revolucionario Institucional (PRI), ahora en el ambiente se percibe una oleada no de un grupo, sino de un conjunto de circunstancias y hechos que están confabulando en contra Ivonne Álvarez, quien hasta hace un par de meses era una puntera priista que se veía sobrada en las encuestas de intención de voto para la Gubernatura del Estado de Nuevo León.
En 2006 el TUCOM lo lideraron los ex gobernadores Natividad González Parás, de Nuevo León; Tomás Yarrington, de Tamaulipas; Enrique Martínez y Martínez, de Coahuila y el ex gobernador del Estado de México, Arturo Montiel Rojas, entre otros, para tumbar la candidatura del cuestionadísimo Roberto Madrazo y proponer precisamente a Montiel. Puras joyitas, todos.
Los ahora cuestionados ex virreyes, perdón, ex gobernadores, no tumbaron a Madrazo, pero en alianza con Elba Esther Gordillo (otra joyita de origen priista), los empresarios que unieron sus millones para orquestar la campaña contra “el peligro para México” que según ellos era López Obrador, y otras fuerzas del sistema PRIAN, convergieron para aniquilar a Madrazo y mandarlo al tercer lugar, y darle a Calderón su apretado triunfo.
El TUCOIVO al que me refiero no incluye, o no se ha visto, a ninguno de los suspirantes de la interna priista para la grande de Nuevo León. Es cierto que la senadora Cristina Díaz Salazar sabe makiavelar, poner zancadillas y orquestar buenas campañas persuasivas que hacen epicentro en el DF y mueven piso y estructuras en el estado, pero, pese a su segura inconformidad y desacuerdo con la decisión del gobernador Rodrigo Medina y de su partido, no ha movido hilos en contra de la que fuera su alumna, y que a la postre, la superó.
Y el secretario de Economía Ildefonso Guajardo ni es grillo, ni muestra estar resentido y ni tiempo tiene para raspar a la ex alcaldesa de Guadalupe ni con una declaración.
No, los factores en contra de la senadora con licencia son la CTM, su partido, a nivel local y nacional. Son el gobernador del estado Rodrigo Medina, el Presidente Enrique Peña Nieto, su esposa la actriz Angélica Rivera y parte de su gabinete, incluyendo desde luego al secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
El llamado nuevo Partido Revolucionario Institucional sigue siendo el viejo partido corrupto, con jóvenes igual que sus antecesores.
El Presidente Peña y su esposa nunca explicaron en forma satisfactoria cómo es que, la señora, desde luego, adquirió la mansión de Las Lomas en 86 millones de pesos al constructor favorito del Estado de México (obvio, cuando gobernaba el hoy Presidente) Juan Armando Hinojosa, dueño del Grupo Higa, el mismo que ha seguido haciendo obra en el Gobierno Federal en proyectos concursados y sobre todo no concursados, llevándose tajadas de miles de millones de pesos.
De hecho, las promesas de ir a fondo en las investigaciones del caso han quedado en la típicas palabras huecas al más puro estilo priista setentero-ochentero. La Secretaría de la Función Pública es el hazme reír de todo mundo y el caso que por todos lados huele a podrido, representa una vergüenza ante el mundo.
La riqueza personal que ha declarado el Presidente, una buena parte, según dijo, heredada, tampoco es convincente.
En otra democracia con estado de derecho el Presidente involucrado en algo como esto, ya se hubiera ido, o el pueblo ya lo hubiera echado.
Bueno, quizás por eso dicen que como México no hay dos.
Pero esto, sobre todo la gente informada, lo tiene registrado, y por ello razona desde hoy su voto. Esto le pega a la licenciada Ivonne Álvarez, sobre todo en un estado norteño como es Nuevo León.
El caso de la casa de Videgaray es casi lo mismo. Por más que se hagan cuentas, no cuadran, y la casualidad de que también el dueño de Higa apoyó y financió al ministro para que adquiera una de sus casas en 7.5 millones de pesos, la cual en lugar de pagar en 18 años, liquidó en dos, también huele mal.
A Ivonne Álvarez le pega también su partido en Nuevo León, donde, como ha trascendido, cualquier líder sindical, como el caso José Orlando Carpintero, su aliado, que pone a disposición de su campaña una camioneta de lujo, resulta –y esto no debe asombrar a nadie- que es un corrupto que pide moches a proveedores de la Secretaría de Salud del Estado.
El líder priista que aspira a ser regidor tricolor en Monterrey, también estafa a sus agremiados y con sus cuotas compra vehículos para su uso personal. Qué tal.
Y sobre todo le afecta la CTM, pero es su origen. Ismael Flores es su padrino y el que mangoneó Guadalupe a su antojo mientras ella era la edil.
Y a estas alturas, o desde antes, la ungida priista ya debería haber presumido los logros de quien la eligió, pero no puede. La deuda asfixiante que deja Rodrigo Medina, sus gastos en imagen, las condiciones del transporte público, y hasta los costos de la reconstrucción por el huracán Álex la dejarían más mal parada.
Y qué decir de los cuestionamientos por las adquisiciones de los terrenos en Mina de la familia Medina. El silencio ante esto, la hace desde ahora cómplice.
En las redes sociales, donde ya arrecia la guerra sucia, la senadora con licencia suele ser la más golpeada.
Pero en los factores adversos a ella, está ella misma, con una campaña que no prende, que no entusiasma, con un discurso acaso salinista, peñanietista, acartonado, con visos de actuación.
Desde luego que contra ella, además de sus falsas declaraciones como cuando aseguró, juró y hasta notarió que terminaría su gestión como alcaldesa de Guadalupe, y de la sospecha que ahora trasciende por los bienes propios y de su familia, está el PAN y Jaime Rodríguez Calderón, su compañero de partido hasta hace poco, galopando ahora como independiente.
Hasta ahora, ambos le han pegado cuidando las formas, y seguramente vienen más golpes.
Y contra Ivonne, está también parte de su equipo, que, como ella, a estas alturas parecen no encontrar la brújula.