Cuando escribí el poema Campos de algodón claramente me estaba refiriendo a la región algodonera de Chihuahua, donde desde hace muchos años se llevan a cabo feminicidios a cualquier hora del día, y también a cualquier hora se localizan cuerpos entre los sembradíos.
Lo que me llevó a hacerlo fue algo natural, creo que fue una emoción empática que también cargaba tristeza, rabia e impotencia. Fue la única manera que tuve de alzar la voz y darles a esas mujeres un homenaje a su existencia.
Hoy es Mara, la joven del Estado de México, una entidad federativa donde también se llevan a cabo un alto número de feminicidios, pero leí que es más por trata de personas, inclusive al principio del caso le atribuyeron ésta causa, hasta que salió a declarar el conductor de la unidad de que la transportó el día de su desaparición.
Como siempre el machismo señala y no sólo es de parte de los hombres, sino de parte de las mujeres que suelen ser aún más agresivas en sus comentarios refiriéndose a Mara como una joven irresponsable que no tenía derecho a ser liberal si así lo quería, y la muerte fue su castigo.
Mara apareció pero en un cuerpo que ya no la contenía a ella y será un descanso para su madre, pero una alerta para otras del país que dudarán que sus hijas utilicen un taxi “seguro”, que salgan por las noches, en el día o simplemente de su casa.
Como siempre el terror nos controla y es inevitable que al cerrar la puerta de nuestro hogar y al salir veamos a todas partes, al estilo militar; memoricemos placas, colores de vehículos, ver las caras de las personas que andan cerca, su distancia, qué tienen en sus manos y con quién vienen acompañadas.
¿Quién fue el culpable de la muerte de Mara? ¿Fue ella? ¿Fue un desconocido registrado en un sistema de taxi seguro? ¿O fue una persona cercana como su novio, como lo dijo el chofer en su declaración?
Lo que me impresiona de todos los casos es que con sangre fría se deshacen de ellas. Unas jovencitas a las que les cortan la vida después de ser utilizadas y las abandonan en lotes baldíos como si fueran basura.
Lo que siempre nos preguntamos. ¿Por qué habiendo tantas sexo-servidoras estos psicópatas tienen la necesidad de estas perversidades, y después andan en el mundo tan tranquilos buscando otras víctimas? Lo peor es que muchos siguen sueltos y la mayoría tiene poder lo cual los vuelve intocables y multihomicidas sin castigo.
Aquí les dejo mi poema, que trata de retratar la soledad de una mujer después de que es asesinada y dejada a la nada en los “Campos de algodón”.
El cielo rosa tímido frecuenta tus aromas,
donde la naturaleza te entregó las flores sin pétalos,
que como una metáfora vuelca tu alma con el viento,
vuelas y te lleva lejos.
Mientras te fundes con la arena, mientras te escondes,
los tuyos te buscan con dolor.