Hace unos días, tuve el privilegio de que otra generación de alumnos de la Facultad de Comunicación del CEU me invitara a su ceremonia de graduación.
En un auditorio con familiares, amigos y maestros, los chicos exponen su tesis y cada uno plantea de manera muy profesional su tema a tratar, la investigación de campo que realizaron, la problemática, el objetivo y visión, así como encuestas, opiniones de especialistas y, por supuesto, cada uno le imprime la calidad audiovisual donde también demuestran lo aprendido sobre comunicación y multimedia.
Todos hacen un gran esfuerzo en la elaboración y presentación de su tesis, y sin intención de demeritar el trabajo de ninguno, en esta ocasión la exposición de mi alumna Astrid Yisseth Gómez González, quien además emigró de Chiapas buscando un desarrollo profesional en Monterrey, me llamó poderosamente la atención.
Astrid, una alumna acostumbrada al debate, a la confrontación sustentada en profundos argumentos y quien posee una fuerte inquietud de manifestar su descontento con los problemas sociales, preparó el tema “Una vía que lleva a la Comunicación” donde asegura, así como es ella, con firmes argumentos, que aumentar las líneas del transporte colectivo Metro en Monterrey, logrará un mayor desarrollo económico, industrial y social en la entidad.
Astrid hace un profundo estudio sobre la necesidad de que todos los municipios del área conurbada de Monterrey, incluyendo Cadereyta, debieran estar conectados ¡pero de ya!, a través de este medio al que ella llama de comunicación.
Astrid, quien además vive en Juárez, Nuevo León y utiliza este medio de transporte, informa a detalle sobre la comunicación intangible que hay dentro de este sistema colectivo que transporta a miles de usuarios diariamente en Monterrey y principalmente, aseguró, a la enorme cantidad de migrantes que han arribado a esta capital en los últimos 10 años.
Hace hincapié en que es el sistema más veloz, práctico y económico en las ciudades más grandes del mundo como el D.F., Tokio, Nueva York y China, donde confluyen todas las clases sociales y todos en común, desde el más rico hasta el más pobre, llegan a utilizar este medio de transporte.
Astrid llama al Metro un medio de comunicación porque la gente se comunica aún sin hablar. Y hace una exposición detallada, desde la chica que va maquillándose, los jóvenes que escuchan música y algunos señores que, afirma, de plano ni tiempo tuvieron para bañarse. Y puntualiza en que esto se debe posiblemente a las largas horas de traslado que se requieren en Monterrey cuando vives en un municipio como Juárez y debes trasladarte hacia el centro de la ciudad.
Astrid afirma con datos, cifras, números, encuestas y comparaciones a nivel mundial, que si Santa Catarina (hasta García), San Nicolás (hasta Apodaca), Guadalupe (hasta Juárez), Escobedo (hasta Zuazua) y Monterrey (hasta Santiago) estuvieran conectados pero de ya, a través de este sistema de transporte, la gente llegaría más rápido a sus trabajos, a sus escuelas; dormirían más; tendrían más tiempo de convivencia con la familia, serían más eficientes en sus empresas y horas de oficina y desde luego, estarían de mejor humor, lo que conllevaría a un mejor desempeño laboral y profesional de los habitantes de esta zona urbana.
Astrid reconoce, como ningún funcionario del gobierno estatal y federal, que la cantidad de migrantes en la ciudad ha rebasado a la urbe regiomontana, quedando reducidas e inoperantes las vías de acceso y vehiculares que debieran facilitar el traslado de estos millones de habitantes que conforman ya el nuevo Nuevo León.
La visión urbana de mi alumna, migrante como yo, sobre cómo debiera estar funcionando una ciudad tan empresarial e industrial como lo es Monterrey, rebasa la visión de los funcionarios estatales de Obras Públicas y gobernadores que he visto pasar por Nuevo León.
La tesis de mi alumna Astrid Yisseth Gómez González debiera estar sobre el escritorio del gobernador Rodrigo Medina; del secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza; del secretario de Obras Públicas estatal, Luis Gerardo Marroquín Salazar, ¿y por qué no?, del Presidente de México. Tal vez así se podrían acelerar estas obras y, entre todos, hacer realidad esta visión diseñada por una joven, profesionista y empeñosa, proveniente del estado de Chiapas.