Tras nueve meses de pandemia me queda claro que han existido muchos errores, incapacidades, omisiones e irresponsabilidad por parte de gobiernos y ciudadanos para controlar el avance del Covid-19, una enfermedad que ha cobrado la vida de demasiados mexicanos.
Si la cosa es echar culpas a todos nos toca.
Los ciudadanos somos responsables pues pensando en la comodidad personal, ignoramos medidas, salimos a la calle, retomamos la vida como si no existiera un bicho asesino que ha cubierto de luto a muchos hogares.
Estas personas prefieren correr el riesgo de infectarse que aguantar unas semanas más en cuarentena. Para ellos, escapar de la “pareja tóxica” y “las bendiciones” bien vale la pena, aunque exista la posibilidad de pescar el virus.
Entonces que quede claro, en este rampante avance de la enfermedad los ciudadanos tenemos mucha de culpa y las muertes de miles de mexicanos debe de quedar sobre las conciencias de aquellos que conscientemente ignoraron las recomendaciones.
Sin embargo, en el gobierno también hay culpables y hay que señalarlos porque, después de todo, es su trabajo haber prevenido todo este desastre.
Entre todos estos culpables quiero señalar a uno que, para mí, se ha convertido en una figura inútil, de simple decoración, que solo sirve para complacer a la feligresía de la Cuarta Transformación.
Hugo López-Gatell, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, se convirtió en el personaje más conocido entre los mexicanos durante este funesto 2020 debido a sus diarias apariciones en la televisión y redes sociales para dar a conocer cifras del avance del Covid-19 en el país.
Su estilo y presencia lo elevaron a calidad de “rock star”, un halago que el mismo funcionario, en una falsa modestia, rechazó casi de inmediato.
Han pasado 9 meses de que diariamente, este personaje aparece en nuestras televisiones sermoneándonos sobre lo que debemos y no debemos hacer, opinando de todo y de todos, sorteando las tonterías que le preguntan los reporteros.
Pero conforme ha pasado el tiempo, se ha vuelto evidente que López-Gatell es inútil, que estas comparecencias diarias en la televisión nacional solo sirven para cumplir con la misma estrategia de la conferencia mañanera del presidente: estar todos en los días en los medios, alimentado la necesidad de la feligresía de sentirse cerca de su líder.
Con el paso del tiempo nos hemos dado cuenta que, de entrada, sus comparecencias ante los reporteros no sirven de mucho, pues la cifras que ofrece no son las reales, partiendo del hecho de que, por ejemplo, en el caso de Nuevo León, la Federación siempre va a reportar menos casos de los que hay, porque ellos no toman en cuenta los positivos que surgieron de pruebas realizadas en laboratorios privados.
Es cierto, alguien puede decir que unos cientos más o menos no hacen diferencia, pero estamos claros que la cifra que dan a diario no es la verdadera.
La figura de López-Gatell es inútil porque desde el inicio de la pandemia y alegando que cada región del país es distinta, entregó el control del combate a la enfermedad a los gobernadores, quienes hicieron y deshicieron a su gusto, muchas veces ignorando las recomendaciones del gobierno federal.
Aquí la culpa es tanto de los mandatarios estatales por hacer las cosas tan mal, pensando en la política antes de la salud pública, como del mismo subsecretario, quien atendiendo también a una lógica electorera, decidió hacerse a un lado y dejar que los gobernadores se equivocaran y asumieran los costos de sus errores.
De hecho, si nos ponemos a pensar, la única acción implementada por el gobierno federal fue la mentada Jornada Nacional de Sana Distancia que sirvió para dos cosas…
Eso sí, ahora que las vacunas ya están listas y los gobernadores se prepararon para comprarlas y aplicarlas por su cuenta, López-Gatell se acuerda que el gobierno central es quien tiene que coordinar las acciones contra la pandemia. Así qué chiste.
Lo inútil de la figura de López-Gatell se confirma cuando nunca, en estos nueve meses de emergencia sanitaria, pudo ofrecer a los mexicanos un discurso constante en temas tan fundamentales como el uso del cubrebocas, tratamientos como el plasma, el mentado semáforo epidemiológico, la cuarentena y la forma en la que el presidente de la República mandó al carajo las medidas sanitarias.
Como La Chimultrufia, así como un día decía una cosa decía otra.
Como ya lo dije, es verdad que el inútil subsecretario no es el único culpable del desastroso manejo de la pandemia, todos compartimos mucho de la responsabilidad que esto nunca se haya podido comprobar.
Sin embargo, vale señalar sus errores y omisiones, más cuando había quienes querían elevarlo casi casi de calidad de santo.