
“Ay, pero mira nada más qué rechula está tu hija, ¿y ya es señorita?, ¿ya le bajó?”. “Oye, mija, ¿y ya tienes novio?”. “Ay, pero qué grande y qué hermosa, ¿y todavía no te casas?”. “Oye, amiga, y ya en serio, ¿por qué no te has casado?, a tu edad y después de tantos novios… Chécate bien, ¿eh?, se me hace que el problema eres tú”.
“Oye, amiga, apúrate a embarazarte, ¿eh? Acuérdate que el tic-tac corre y se te va el tiempo”… “¡Cómo que todavía eres virgen!, ¡pues de qué planeta eres, we, no mam…!”; “acuérdate que si no le das ‘lo que él quiere’ lo va a ir a buscar con otra, we, ¿eh?”…
¿Te suena?, ¿se te hace familiar?, ¿eres de las que ha dicho algo así o eres una de las que ha recibido preguntas así desde que tienes memoria?
Si eres de las que hostiga a una amiga, prima, cuñada, hermana, conocida, vecina, etcétera, con preguntas como éstas, entonces tú eres una hostigadora sexual o una persona que ejerce violencia psicológica de mujer a mujeres, y mi amiga Kena Gutiérrez le ha llamado atinadamente a este acosamiento: bullying femenino, porque es de ellas para ellas.
Y este hostigamiento se da principalmente entre mujeres muy cercanas a ti, como la mamá, la tía, la madrina, la abuela, las cuñadas, las amigas de la hermana, las vecinas de tu mamá e inclusive compañeras de la escuela y del trabajo.
Si tú eres una víctima de este tipo de acoso, puedes contestar a cada cuestionamiento con un “qué te importa” o con algo un poquito más fuerte, para que de una vez por todas dejen de molestarte.
Tienes derecho a cuidarte a ti misma, a proteger tus valores y creencias, a decidir sobre tu cuerpo, tu sexualidad, a tomarte tus tiempos para tener novio, para no tenerlo, para decidir sobre tu primera relación sexual, con tu novio, con tu marido, con quien tú quieras y con tu responsabilidad sobre tus hechos.
Tienes derecho a cuidar tu privacidad, a no hacerla pública. A callarte y no compartir con las demás chicas o mujeres adultas a tu alrededor nada sobre tu vida privada y sobre tu intimidad.
Tienes derecho a guardar silencio, a ignorar estos comentarios y a no permitir que te presionen, ni en tu casa, ni en tu escuela, ni un novio, ni un prometido, ni siquiera un marido si no es tu deseo compartir tu intimidad con nadie.
Tienes derecho a elegir casarte o vivir en unión libre, tú eres responsable de tus decisiones y de tus actos.
El bullying femenino se da, porque las mujeres a nuestro alrededor, ya sea por ignorancia o por costumbre, permiten que desde niñas se nos hostigue con estos comentarios y hay casos donde la primera menstruación de una niña es el tema de la sobremesa y de todo un mes en casa de la abuela. ¡Y además! delante de la criatura que inicia su largo recorrido de molestias que conllevan el sangrar cada mes, por lo menos los próximos 40 años de su vida…
Ser mujer no nos queda claro si es una bendición porque a veces renegamos de toda la carga emocional, sentimental, física y moral que nos trae este hecho desde que nacemos. Si eres fuerte y ayudas con la responsabilidad de tu casa, “es un ejemplo esa niña” y toda la vida te tildan de fuerte, cuando por dentro cargas emociones y preocupaciones como cualquier mujer.
A diferencia de la que desde niña demuestra “sumisión” o “debilidad”, es a la que menos atacan y casi hasta la ignoran, mientras a la hermana fuerte de la familia comienza desde niña a soportar confrontaciones ¡porque es una feminista empedernida!
Ojo caballeros, no es feminismo el que mueve a algunas mujeres: es la injusticia.
Es fácil tildar, catalogar, señalar y criticar, desde la cómoda posición de la observancia.
Deje a una niña ir descubriendo su propio encanto y femineidad. No la acose. ¡Déjela en paz! Si su hermana, prima, amiga, va a cumplir 40 años y no se ha casado ¡déjela en paz! ¡A usted qué le importa! ¿La va a mantener?, ¿ya la mantiene?, ¿usted le paga estudios, casa, renta, zapatos? ¿Entonces por qué opina?
Si tú eres acosadora, no envidies. Haz tu vida y ama a tus mujeres cercanas. Son las que te ayudarán cuando necesites apoyo.
Y si tú eres víctima de bullying femenino te invito a que pongas un límite, un ¡basta! y un “hasta aquí” a quienes no tienen derecho a hurgar en tu intimidad.
¿Sobre política?
Ya hablaremos de marzo a junio. No tenga prisa. Los medios de comunicación se encargarán de hartarlo hasta el copete sobre el tema.