
Acasi un mes de que Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” asuma el primer gobierno independiente de Nuevo León, una jugada maestra en el Congreso del Estado para boicotear la aprobación de las cuentas públicas de Rodrigo Medina de la Cruz confirmó el viejo refrán: “Para que la cuña apriete debe ser del mismo palo”.
De paso enterró las pocas dudas que quedaban de supuestos amarres que tuvo con el Partido Revolucionario Institucional para ganar la elección, alentando esperanzas de que cumplirá con una de sus banderas de campaña: meter a la cárcel a los Medina por el abominable robo al Estado.
Manuel González Flores, coordinador de la transición y futuro secretario general de Gobierno, acató al pie de la letra la orden de “El Bronco” de convencer a los legisladores opositores a la alianza del PRI en el Congreso, evitando se consumara una de las peores vergüenzas del sexenio: que Medina de la Cruz se fuera limpio del sucio manejo de las finanzas.
Conocedor del oficio político cuando fue diputado y titular de la misma cartera en el gobierno de Jorge Treviño Martínez, González Flores operó para cerrarle la puerta en las narices a un gobernador en funciones que iba a manejar como títeres a los integrantes del poder legislativo que de autónomo no sólo tiene las ocho letras del abecedario.
Así se demostró el papel que tendrá González Flores en la próxima administración, confirmándose que “El Bronco” puede gobernar con una alianza formada por el PAN (19) y Movimiento Ciudadano (3) que tendrá mayoría con 22 diputados electos.
A partir del lunes 31 de agosto la nueva legislatura deberá ser un verdadero contrapeso al poder ejecutivo nunca antes visto en Nuevo León, porque cuando Fernando Canales Clariond ganó los comicios para gobernador en 1997, el Congreso estaba pintado de azul.
Esta vez “El Bronco” estará huérfano de diputados, pero la política es el arte de la negociación y Acción Nacional -que sufrió una humillante derrota- pudiera jugar un factor para garantizar la gobernabilidad.
Pasada la luna de miel con la aplastante victoria de “El Bronco”, los neoloneses que le dieron su voto quieren a un Medina con la soga de la justicia en el cuello, pues no se conformarán con unos chivos expiatorios entrando al penal. Quieren a peces gordos, no charales.
Rodríguez Calderón ha superado baches como la entrevista que le dio al arquitecto Héctor Benavides apenas dos días después de las elecciones; la foto junto al presidente Enrique Peña Nieto; las acusaciones de Andrés Manuel López Obrador de usar un avión privado de un cuestionado empresario ligado al PRI, y la reunión en lo oscuro con Carlos Salinas de Gortari.
El encuentro televiso -el martes 9 de junio- con uno de los periodistas que más lo atacó en la campaña de desprestigio de Multimedios en su contra, no hizo muy felices a muchos de sus seguidores en Facebook que decidieron ausentarse del festejo en el Parque de Beisbol Monterrey el domingo 14, cinco días después del cara a cara Benavides y “El Bronco”.
Coincidencia o no, el futuro gobernador de Nuevo León sabe perfectamente bien que el monstruo que él mismo creó en las redes sociales pudiera devorarlo, porque a partir del próximo 4 de octubre estará bajo la constante lupa en esta nueva herramienta de comunicación que tuvo a su favor para ganar.
Está bien que fue exagerada la lluvia de críticas que tuvo al reunirse con Peña Nieto, al grado de que algunos de sus seguidores afirmaron que nunca más le darían “like” a una foto de su Facebook. Sin embargo que pasen los días, las semanas y los meses y no proceda judicialmente contra los Medina, podría desinflar rápidamente su amplia popularidad.
Porque pocos creen en su declaraciones de que en 2018 no buscará la presidencia de la República, encargando el despacho de gobernador a Fernando Elizondo Barragán.
Por eso es importante empezar su mandato independiente hipnotizando a los electores del país, de un gobernador a quien no le tembló la mano para proceder penalmente contra su antecesor, o contra su padre Humberto Medina Ainslie, señalado como el principal cerebro financiero que operó bajo la total y absoluta complacencia de su hijo.
Rodríguez Calderón tendrá todo a su favor para demostrar que será un gobernador diferente porque la independencia jugará a su favor; que tiene lo que Enrique Peña Nieto tuvo y desaprovechó, cuando ambos fueron arropados con una cantidad de votos de electores deslumbrados con eficiente mercadotecnia.
“El Bronco” tampoco puede permitirse en cometer errores en la formación de su gabinete en los niveles más altos. Porque el primer funcionario que la opinión pública tumbe, será la primera muestra de debilidad, su primera derrota.
Nuevo León se merece desde el primer día del futuro gobierno la resurrección de un verdadero poder judicial independiente, donde los Medina tendrán un lugar especial y en primera fila… pero sentados -ambos- en los banquillos de los acusados.