En los años 90, México tuvo el privilegio de ser el único país junto con Israel en tener un acuerdo de libre comercio total con los Estados Unidos y la Unión Europea. Esto lo convirtió en un mercado clave para el comercio triangular entre Asia, Europa y los Estados Unidos. Hoy, esta situación estratégica y provechosa se ve potencialmente amenazada por las discusiones que entablaron directamente la Unión Europea y los Estados Unidos para lograr su propio acuerdo bilateral, así como la posición de otros estados que firmaron acuerdos similares con ambas entidades (Chile, Colombia, Perú y Panamá por ejemplo).
El probable tratado trasatlántico permitirá crear un medio millón de empleos –esencialmente en Europa– y podría hasta duplicar el comercio bilateral. No se requiere ser gran experto para adivinar que estos nuevos mercados se desarrollarán en parte a costa de otros ya existentes. Resulta curioso que aquí en México no se comente nada del tema, pues es obvio que el país corre el riesgo de ver su relación privilegiada con su principal socio comercial perjudicada en ciertos sectores.
La exclusividad con la que se llevan a cabo las negociaciones confirma estas sospechas, ya que ni México ni Canadá –los dos socios de los Estados Unidos en el tratado de libre comercio de América del Norte– fueron invitados a ser parte de las pláticas, y esto a pesar del interés en participar en ella que oficializó una delegación de representantes del Senado mexicano en el Parlamento Europeo.
¿En qué afectaría esta alianza comercial a nuestro país? Primero que nada, México recibe muchos productos europeos que se procesan aquí con el fin de penetrar el mercado estadounidense como producto originario de la zona y así poder gozar de las condiciones preferenciales del tratado de libre comercio de Norteamérica. Si la Unión Europea ya no necesita de México para triangular sus productos, se perderá entonces este papel estratégico de plataforma de reexportación.
Obviamente, los dirigentes mexicanos y europeos acordaron un discurso oficialista en discrepancia con esta teoría. Para mantener la ilusión, la UE volvió a afirmar a México como “socio estratégico”; cuando la realidad demuestra que privilegia otros mercados emergentes como el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Este hecho no sólo revela la “importancia” que la Unión Europea le da a México, sino también la zona en la que cuenta con México: Europa ubica al país azteca en Centroamérica, y no en Norteamérica.
Lo que sí es seguro es que si bien estos tratados fomentan la actividad económica entre sus miembros, la realidad es que también destruyen empleos y sectores completos y fundamentales de la actividad de un país.
El deplorable estado del campo mexicano – con sus respectivas consecuencias humanas sobre las clases más humildes – es un claro ejemplo de ello. Además, muchas pequeñas empresas ya no pueden competir con las grandes que invaden sus mercados. De hecho, Barack Obama ha sido muy claro respecto a quien saldría beneficiado de un posible acuerdo con la Unión Europea: “ayudaría mucho a nuestras multinacionales”, afirmó el mandatario. Y ahí está otra vez la prueba por la experiencia. El TLC entre México y los Estados Unidos nos permitió tener al hombre más rico del mundo, pero también provocó gigantescas olas de migraciones clandestinas al vecino del Norte.
Entonces, ¿constituye el tratado de libre comercio Europa – Estados Unidos una amenaza para México? Respuesta a partir de 2014, cuando el acuerdo podría ser firmado.