
Y de repente que desaparece el servicio de pasajeros a cientos de comunidades condenándolas prácticamente a su desaparición, con un argumento tan pobre y limitado, de que “no es negocio”, cobijado bajo una decisión del entonces Presidente Ernesto Zedillo, quien simple y sencillamente y con “el poder de su firma”, entregó todo el sistema de Ferrocarriles Nacionales de México a unos ambiciosos empresarios estadounidenses.
Al no considerarlo “prioritario para el desarrollo nacional”, el ex Presidente, mismo que entregó alegremente el poder al Partido Acción Nacional, determinó simplemente autorizar una concesión a nada más y durante 100 años a empresas que supieron agradecer el detalle, bajo el supuesto favor de entregar un paquete de jugosas acciones a sus benefactores.
Eran los tiempos en que la clase política parecía que buscaba “expiar” sus errores históricos cobijados bajo el argumento de que la palabra “privatización” era la solución a los severos problemas que México enfrentaba.
Con una limitada visión en “blanco y negro”, esa clase gobernante determinó por decreto que todos los demonios se vestían de políticos, mientras que los querubines siempre iban ataviados con el traje de empresarios.
¿Desaparecer un servicio ferroviario estratégico para el transporte de mercancías y la comunicación de millones de mexicanos tan sólo porque no era prioritario para el gobierno de Ernesto Zedillo?
¿Pero cómo diablos sí es prioritario y redituable para las ferrocarrileras gringas?
Entregarles la columna vertebral del desarrollo a una empresa ¡no mexicana durante 100 años!
¿A poco no suena a una gran barbaridad?
La buena noticia, es que actualmente en la Cámara revisora, el Senado está a poco tiempo de revertir este grave error histórico y busca “meter en el riel” de nuevo a las empresas beneficiadas con esta concesión, mismas que ya llevan casi 20 años disfrutando de grandes ganancias financieras con una mínima inversión… y cero beneficio social para México.
El diputado Federal Abel Guerra está poniendo su granito de arena en este gran torbellino transformador, en el que el Presidente Enrique Peña Nieto parece estar interesado en colocar a México.
Con una iniciativa para modificar la Ley Ferroviaria actual, el legislador por Nuevo León empujó cambios radicales a la concesión vigente, para acotar los beneficios de las ferrocarrileras estadounidenses, en beneficio de los empresarios e industriales mexicanos y por consecuencia todos los ciudadanos.
De manera unánime, los integrantes de la Cámara de Diputados aprobaron la iniciativa que busca reactivar el servicio de pasajeros, promover la libre competencia, y generar mejores condiciones de desarrollo para eficientizar la logística en el transporte, que permita a México estar al nivel del mercado global.
Empresarios de distintos rubros han reiterado de manera sistemática su preocupación por la poca calidad del servicio ferroviario, y al ser de carácter exclusivo, los constantes abusos en el precio de los fletes, y su notable simpatía con las automotrices estadounidenses.
Parece que el actual ferrocarril mexicano es exclusivo de las armadoras automotrices, y el resto de la industria local, tiene que conformarse con las condiciones desfavorables para su uso.
La propuesta del legislador nuevoleonés, quien ha sido dos veces alcalde de General Escobedo, ciudad que se caracteriza por su producción industrial al conectar con la Carretera México-Nuevo Laredo, conocida también como el “Corredor del TLC-NAFTA”, resulta sumamente revolucionaria en los momentos en que empresarios mexicanos exigen un “suelo parejo” en la arena global.
De ninguna manera puede considerarse regresiva o estatizadora esta iniciativa, ya que solamente busca equilibrar los grandes beneficios obtenidos por los empresarios estadounidenses, mismos que logran mayores beneficios en México que en su propio territorio.
Guerra escuchó a sus representados del distrito que comprende los municipios industriales de Escobedo y San Nicolás de los Garza, Nuevo León, mismos que padecen en carne propia los constantes abusos por el paso de trenes a toda hora, sin importar las jornadas nocturnas o los fines de semana.
Aunque están obligados a construir libramientos para sus convoyes, se han hecho “patos” con esta obligación, misma que en Estados Unido aplican sin chistar.
Obvio que para estos empresarios, su prioridad es ganar dinero sin importar el bienestar de los mexicanos.
La iniciativa legislativa es innovadora ya que busca que el costo de los fletes y servicios ferrocarrileros, sea publicado en internet, bajo soportes técnicos y no discrecionales.
El que muchos habitantes de Nuevo León viven y sufren los constantes abusos de las ferrocarrileras, mismas que no respetan horarios de cruce por el área metropolitana de Monterrey, así como las largas demoras que afectan la producción horas-hombres por los largos periodos que los convoye.
Es un contrasentido que México, con d2 millones de kilómetros cuadrados, cuente apenas con una limitada red ferroviaria, superada y con crecimientos sostenidos por naciones latinoamericanas y europeas.
Vaya, naciones europeas y vecinas nos superan en infraestructura y han logrado que el servicio ferroviario sea de avanzada sin sacrificar el transporte de pasajeros.
Regiones como la Península de Yucatán y Baja California, prácticamente no tienen acceso a este medio de transporte, al estar en el olvido por los concesionarios actuales, ya que no garantizan su viabilidad financiera, dejando de lado la responsabilidad y compromiso social.
España, Italia, Alemania y Francia, cuentan con redes que nos superan más de 10 veces, mientras que sus territorios son menores que el mexicano; mientras que Venezuela ha logrado aumentar su infraestructura ferroviaria en un 12 por ciento en la última década; Brasil, un 12 por ciento; y Colombia un envidiable 34 por ciento.
¿Y México? Un nada honroso cero por ciento.
Por eso los mexicanos recordamos a la popular Mafalda y rogamos:
¡Paren este tren que nos queremos bajar!
Muchas gracias.
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