Los panistas han iniciado una intensa campaña mediática para capitalizar lo que ellos consideran falta de cumplimiento de promesas de campaña del gobernador, Rodrigo Medina, mientras que los priistas no han sabido o no ha querido aprovechar el divisionismo de los principales actores del panismo de Nuevo León.
Del lado del PAN existe un impresionante activismo político, lo cual no significa que tengan razón, pero hay que señalar que muchos sí creen en la corriente de opinión generada por los panistas, en tanto que pocos actores del lado del PRI se mueven para contrarrestar la campaña negativa iniciada por el panismo.
Se trata de dos estrategias: la que perdió y que busca los reflectores con miras a las elecciones presidenciales del 2012, y la que ganó, que se ha sentado a planear las políticas públicas del gobierno en turno 2009-2015, sin que hasta hoy la mente colectiva perciba resultados tangibles.
La estrategia panista ha endurecido su oposición al gobierno de Rodrigo Medina, seguramente porque buscan minar la imagen del gobernante para ganar simpatizantes tratando de convencerlos de que pudieron haber sido mejor opción.
No van a descansar y así van a seguir hasta el 2012, tienen todo: recursos, gobiernan los municipios más importantes y saben hacer uso de la comunicación política y las estrategias mediáticas para dañar lo mucho o poco que el gobernador pueda hacer en los próximos tres años.
Los priistas que ganaron la contienda no deben desconocer que “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”, pues hasta hoy al PRI le han faltado o le han fallado sus operadores políticos. Si no hay respuesta es porque no hay estrategia de comunicación política.
Medina debe nombrar algunos interlocutores capaces de establecer las reglas del juego político. ¿Qué se vale? ¿Qué no se vale? ¿Se vale lodazal? ¿Dónde nos respetamos y dónde nos perdemos el respeto? Hoy somos testigos de infamias, calumnias y mentiras.
Cuando se va a una pelea de box las reglas son muy claras, pero cuando no existen, como es el caso, los actores se valen de lo que encuentren para tupirle al contrario. Como los pandilleros: todos en bola, descontón, gandallas, patadas, piquete de ojos, arañazos y manita de puerco.
El PRI no ha respondido al PAN en el mismo terreno, teniendo muchos elementos. Ejemplos sobran, no sólo locales como el caso de Adalberto Madero, sino regionales o nacionales como los fallidos gobiernos de Fox y Calderón. En los hechos han gobernado con pobres resultados y han empantanado la economía nacional, la de miles de empresas y la de millones de trabajadores. ¿quién en el PRI les ha revirado? Nadie.
Muchos se preguntan ¿dónde están los estrategas de política y comunicación del gobernador Rodrigo Medina? Porque la pelea ya empezó y es tiempo que los priistas todavía no se ponen los guantes.
Panistas como Fernando Canales, José Luis Coindreau y la senadora Judith Díaz han mostrado su lado débil frente a los priistas acusando al alcalde panista de Monterrey, Fernando Larrazábal, de cacique y a éste ni cosquillas le ha hecho el fuego amigo porque ostenta el poder.
Para desventura del priismo esas divisiones no las han capitalizado, porque están pensando que las diferencias panistas provocarán que la gente de un vuelco y prefiera al PRI, lo cual no va a ocurrir. En política la gente está con el partido que les “está echando su maicito” y Larrazábal sabe “maiciar” a panistas y adversarios para su causa.
Rodrigo Medina necesita que sus colaboradores sean leales y comprometidos: primero con su gobierno y, segundo, con su partido, el PRI.
¿Cuántos de los que le acompañan en el gobierno le son leales y están comprometidos? Yo a muchos nunca los he visto en el partido. Basta con ver quiénes ya depositaron sus cuotas para ver quiénes tienen compromiso y quiénes son puro cuento.