El domingo acudí en familia a un restaurante de comida italiana ubicado en el Barrio Antiguo de Monterrey de reciente apertura, exactamente frente a un nuevo edificio de más de 15 pisos por la calle Matamoros entre Diego de Montemayor y Doctor Cosa.
A lo lejos escuché que el jefe de meseros de nombre Carlos hablaba en voz baja con el dueño sobre un inesperado problema en los baños. Y como dice El Chapulín Colorado: “¡Lo sospeché desde un principio!”, pues de las alcantarillas brotaban aguas pestilentes. Y de inmediato el servicio de sanitarios se tuvo que cancelar.
Recordé que el año pasado el director de Agua y Drenaje de Monterrey, Juan Ignacio Barragán, en una entrevista con Hora Cero alertó que el descontrolado otorgamiento de permisos para construcciones verticales, sobre todo en el centro de la capital de Nuevo León, iba a colapsar el drenaje.
Su respuesta disipó mis dudas y confirmaba mis sospechas, ya que sin ser experto en urbanización ni en ingeniería era lógico que en el rectángulo de manzanas de Pino Suárez hasta Félix U. Gómez, entre Colón y Constitución, se empezaron a construir altos edificios y plazas comerciales.
Uno de los emblemáticos ejemplos es el Pabellón M localizado en Juárez entre Constitución y Ocampo, en donde por décadas se ubicó un mercado, mismo que abarca una entera manzana.
Por sentido común el viejo drenaje que se enterró el siglo pasado a sus alrededores seguramente era para conducir los desechos orgánicos de dueños de propiedades de un piso, dos a lo máximo, y no para cientos o miles de dueños de departamentos, huéspedes de un hotel, público que acude a espectáculos y empleados de oficina, entre otros.
Semanas atrás fue suspendida la vialidad en un tramo de la calle Diego de Montemayor en el mismo Barrio Antiguo donde también se construyó un edificio a la altura de 15 de Mayo. Y las huellas dejadas en el asfalto tiene que ver con reparación o renovación en ductos del drenaje.
En esa ocasión Barragán, cierto, abordaba el problema del agua en la zona metropolitana de Monterrey de 2022 que puso de cabeza a autoridades y habitantes, pero hacía énfasis que igual -o peor de grave- era el sistema de desagüe de desechos que un día colapsará la metrópoli.
Me recordó cuando los gobernantes del pasado -y también del presente reciente- prefieren dejar su huella construyendo puentes a desnivel; carreteras, presas y obras para mejorar el transporte, sacándole la vuelta a aquellas obras “que no se ven” como es el drenaje.
Barragán ya encendió las luces rojas de alerta y pidió a las autoridades encargadas de suspender, o ser más estrictos, en otorgar permisos para futuras construcciones verticales sin tener estudios requeridos; ahora falta que el gobernador Samuel García ponga atención a su advertencia.
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