Suena cinismo, pero no les da pena a los del gobierno federal. Parece burla, pero la jerarquía burocrática no tiene conciencia de su efecto. Tiene todo el tinte de paradoja y, sin embargo, se aparecen en sus propios medios como si no supieran lo que significa felicitar por un triunfo con el que en nada contribuyeron. Es que así son ellos. Por tanto, ¿por qué sorprendernos de que las mujeres del equipo de natación artística reciban mensajes de enhorabuena de parte de quienes no las han querido apoyar y se congratulan ahora del éxito que obtuvieron en las competencias en Egipto el 14 de mayo?
Para empezar, el apoyo les vino de la Fundación Slim, gracias a las gestiones de Arturo Elías Ayub. Hicieron el viaje mediante recursos obtenidos por ellas mismas, al decidirse a vender trajes de baño a quienes simpatizaban con su sueño. Buscaron emocionar a sus propias familias a fin de que impulsaran su iniciativa en un círculo más extenso. Y completaron lo que necesitaban a través de la institución de quien es el hombre más rico de México. Nada más falta que Ana Guevara o el mismo AMLO presuman ahora que como Slim está hoy muy identificado con la 4T, su convencimiento de solidaridad con las nadadoras brotó de esa simpatía entre él y el presidente.
La CONADE ha sido resistente a zanjar los problemas con la federación de natación y no ha dado ni un cinco a estas mujeres ejemplares que nada tienen que ver con la grilla política que se respira en el medio oficial. Ana Gabriela Guevara no participa ni siquiera en los mensajes de motivación cuando salen a competir representando a México. Pero esta vez sí se colgó la medalla de oro de las chicas en el Mundial de Egipto, dado que en la cuenta de Twitter del “Gobierno de México” se coló la felicitación obligada, porque los burócratas no podían ignorar lo hecho en la piscina por este ejemplar equipo. Y así se cumplió el adagio que afirma “el triunfo tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano”.
Nada más falta que Ana Gabriela y AMLO se adornen de más y cuando las galardonadas regresen a nuestro país, reciban la invitación a acudir a una mañanera a fin de rendir tributo a su esfuerzo y dedicación que les permitió alcanzar tan anhelada meta. O quizá sean objeto de un homenaje especial en el Palacio Nacional, como acostumbran los burócratas del más alto nivel apropiarse de los logros de deportistas mexicanos para posar en fotografías que también los hagan pasar a la historia por méritos de otros.
Sin embargo, esperemos que este suceso también sea una campanada a fin de que esos burócratas del más alto nivel en México despierten y vean el abandono en que tienen a nuestro deporte en general, con excepción del beisbol que ha conseguido que AMLO le construya a su hermano un estadio en Tabasco y que se hayan vaciado las arcas públicas con miras a invertir en este deporte en Hermosillo, la capital del estado que gobierno uno de los lambiscones del primer mandatario de la nación. Ah, claro, cómo no, si el beisbol es lo que más le gusta y apoya quien gusta de salir a macanear en sus tiempos libres al lado de sus incondicionales que le aplauden su “juventud” en el diamante.
Están cerca los juegos olímpicos en París. Falta un año exacto y es hora de echar a andar la maquinaria y el financiamiento para que a otros deportistas no les ocurra lo que en ocasiones anteriores que no ven el dinero para prepararse y competir dignamente en una justa internacional como las Olimpiadas. Es necesario ya salir a aclarar las denuncias grilla destructiva y de corrupción que no cesan de perseguir a Ana Gabriela Guevara o, si se comprueban, que se aplique la ley y la justicia hasta sus últimas consecuencias. Pero que no afecten a nuestros atletas y deportistas, especialmente cuando tienen un potencial en su disciplina, que los vuelve ejemplo entre las nuevas generaciones.
Hace mucho ruido el concierto de noticias y comentarios sobre el desastre de la CONADE que repercute en nuestro deporte nacional. Y también cae muy mal que presuman lo que no es de los burócratas del más alto nivel, sino que es de quienes se lo ganan con su talento y el sudor de su frente, a pesar del nulo apoyo de quienes debieran estar pendientes de cada paso que dan en sus competencias representando a México. Por eso lo mejor es no ser desvergonzados y dejar de querer ganar algo del brillo de un oro que esta vez es para que lo gocen las mujeres que lo conquistaron y el pueblo mexicano, pero no los vivales de la grilla nacional.