Monterrey es un caos a 420 años de su fundación. Hemos dejado de soñar en una ciudad grande y moderna por ambiciones e intereses personales y de grupo. Las nuevas tecnologías, la globalización y los rascacielos le han dado un rostro de modernización a Monterrey.
No obstante, en algunos aspectos seguimos siendo un rancho grande, sin capacidad de planeación a mediano y largo plazo. ¿Qué haremos en 2100? Todos, excepto los recién nacidos y algunos más viviremos en el recuerdo de nuestros nietos y bisnietos, si bien nos va.
Demandamos planes y proyectos que le den estatura a esta ciudad, si la queremos grande. Compartir bienestar para sus pobladores, si la queremos segura. Lamentablemente problemas se han hecho más grandes porque a los de arriba nos gana la avaricia, demasiado egoístas e individualistas. Abusamos del consumismo, nos hemos vuelto materialistas en grado superlativo.
El 420 aniversario nos debe un profundo análisis sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que queremos ser: soy de la idea de que somos mucho más que un montón de calles, avenidas, colonias y edificios. No estamos pensando en qué hijos le estamos heredando a nuestra ciudad. Muchos de esos hijos los hemos envilecido, hasta convertirlos en criminales. Muchos de nuestros jóvenes sí tienen planes, pero no les estamos dando oportunidades para que desarrollen su liderazgo; los de siempre se las quedan, dejando miserias de corto plazo para planes que no trascienden. En las últimas dos o tres décadas algo o mucho hemos dejado de hacer.
En otros tiempos, un Alfonso Reyes soñó con la Universidad del Norte: veía a la naciente UNL como la Máxima Casa de Estudios en la región; veía a una ciudad convertida en un importante centro de estudios superiores. No estaba mal en su retórica: ahora la UANL puede preciarse de ser una de las tres universidades más importantes del país, a la que se suman importantes instituciones educativas de gran prestigio como la U Erre, el ITESM, la UdeM, Conalep y muchas otras escuelas de calidad. Vaya hasta escuela superior de Cine hay en Monterrey.
Lejos estamos de ser la ciudad metropolitana que soñamos aquel 20 de septiembre de 1596. La metrópoli hace tiempo que dejó de ser la capital del ahorro y del trabajo, símbolos de la pujanza de los grandes grupos industriales locales y los trabajadores que ayudaron a construir el Monterrey del que sentimos orgullo. Con la globalización de la economía muchas empresas líderes dejaron de ser locales. Otros son los dueños en este milenio.
Tenemos que recordarnos y compartir la dicha de que somos una ciudad que en 420 años ha sido capaz de construir su propia identidad. Hemos sido creadores de una cultura única que distingue al norte de México, con fuerte influencia en el país y hasta en el sur de los Estados Unidos.
La ciudad metropolitana que soñamos aquel 20 de septiembre de 1596 dejó de ser la capital Industrial de México, otros son los valores que nos distinguen. La metrópoli se globalizó, grandes empresas trasnacionales se establecieron y miles de nuevos moradores llegaron con otros usos y costumbres.
Nos encantaría engalanar nuestras calles, avenidas, colonias y edificios con grandes monumentos. Muchos existen, pero son inaccesibles porque están ubicados donde nadie se pueda acercar. ¡Envidiosos!
El estereotipo del vaquero norteño, orgullo de Nuevo León, no sólo reclama su pertenencia en el vasto folclor latinoamericano, también forma parte de un estilo de moda sin fronteras: sombrero y botas. Los norteños mexicanos impusieron esa moda hace más de un siglo. Fue Monterrey el origen del género musical norteño traducido en ricas manifestaciones a través de las polkas, las redovas, el chotis, los huapangos y las cumbias norteñas.
Nos distinguen las tortillas de harina, el machacado con huevo, el cabrito y los ¡tacos de trompo! Arte culinario desarrollado por nuestros habitantes a partir de nuestro clima semiárido y cuya degustación es todo un atractivo para nuestros visitantes.
Íconos de grandeza, como el cerro de La Silla, la M de la Sierra Madre o el cerro de Las Mitras, nos dan identidad y fortaleza. Somos la acumulación de una serie de valores que hemos ido taladrando a lo largo de nuestra corta historia de 420 años.
La ciudad metropolitana la soñamos desde la fundación de Monterrey. Fue en Monterrey donde nació el sueño americano. Sueño que se esculpió en el acta de la fundación que hiciera Don Diego de Montemayor, según reza en las actas del Cabildo regiomontano, que a la letra dice:
EN EL NOMBRE DE DIOS TODO PODEROSO… YO, DIEGO DE MONTEMAYOR, EN NOMBRE DE SU MAJESTAD REAL DON FELIPE NUESTRO SEÑOR, HAGO FUNDACIÓN DE CIUDAD METROPOLITANA JUNTO A UN MONTE GRANDE Y OJOS DE AGUA QUE LLAMAN SANTA LUCÍA… Y SE HA DE INTITULAR E INTITULÉ LA CIUDAD METROPOLITANA DE NUESTRA SEÑORA DE MONTERREY… Y EN FE Y TESTIMONIO DE VERDAD LO OTORGUÉ Y FUNDÉ EN EL VALLE DE EXTREMADURA, OJOS DE SANTA LUCÍA, JURISDICCIÓN DEL NUEVO REYNO DE LEÓN, EN VEINTE DÍAS DEL MES DE SEPTIEMBRE DE MIL QUINIENTOS Y NOVENTA Y SEIS…
Así nació Monterrey, con apenas 12 familias y unos 50 pobladores; su fundador la soñó grande, bautizándola como ciudad y además metropolitana en aquel “Valle de Extremadura”, cuyas montañas continúan siendo mudos testigos de los anhelos de sus fundadores.
Pasaron los años y las décadas. Llegaron más pobladores, los sueños florecieron. La región inhóspita de los bárbaros del Norte se volvió atractiva.
Con la Independencia del país, llegaron también las primeras industrias; se estableció el primer colegio civil para profesionistas; los médicos hicieron crecer el Hospital Civil. Monterrey ya era polo de desarrollo al final del siglo XIX. La cerveza y el acero fueron los grandes soportes para hacer de nuestra ciudad: la Capital Industrial de México.
Ciertamente han pasado 420 años desde aquel 20 de septiembre en que Diego de Montemayor llegó a estas tierras para declarar fundada la ciudad metropolitana de Monterrey.
Hoy conviven en nuestra ciudad nativos de la región con una multiculturalidad étnica: muy diversas comunidades de estadounidenses, franceses, italianos, alemanes, haitianos, chilenos, españoles, japoneses, coreanos. Para muchos somos el sueño americano al que aspiran en otros rincones del continente, como ha ocurrido en los tiempos recientes en que los migrantes de Centroamérica, en su intento por cruzar a los Estados Unidos, hacen un alto en el camino, mirando con esperanza su estadía, quedándose para formar parte de esta ciudad.
Mucho hemos cambiado en las últimas dos o tres décadas. Los valores que distinguían a la populosa ciudad de Monterrey se fueron modificando. Solíamos aceptar el mote de codos por ahorradores y de pertenecer a una cultura de trabajo y esfuerzo para labrar nuestro futuro y bienestar.
¿Qué celebramos a 420 años de la fundación de nuestra ciudad capital? Los vicios sociales han crecido de la mano del deterioro urbano. Corrupción, gobiernos endeudados, inseguridad, pobreza, desempleo, marginación, enfermedades, inundaciones, bajos salarios. ¿Dónde están los grandes liderazgos?
Nos quejábamos de la escasa democracia y los fraudes electorales. Y ¿qué tenemos? Alternancia política y más corrupción. ¿Eso era lo que queríamos? Corrupción de todos los colores.
La corrupción le sembró más inseguridad y pobreza a la cosmópolis en que vivimos. Imposible dormir con las puertas y ventanas abiertas como en décadas atrás. Urge acabar con los cobros ilegales de piso.
Los retos los tenemos enfrente. Hay nuevos actores políticos: un gobernador independiente; nuevos socios industriales: Kia, Heineken y Termium por mencionar algunos. Decenas de plazas comerciales. Mucha vida social y nocturna.
Necesitamos planear el Monterrey del 2050 al 2100. La planeación comienza con las acciones. Por ejemplo urgen medidas de desconcentración de la ciudad y descentralización de la administración pública. Llevar el gobierno a otros municipios. Un buen ejemplo de esto lo vivió hace 15 o 20 años la ciudad de Cleveland, Ohio, USA. Su acerera quebró, igual que en Monterrey; su centro se vino abajo, igual que Monterrey. Sus gobernantes y principales actores planearon su rescate: regeneraron el centro llevando los estadios de los Cavaliers de la NBA, de los Indios de la MLB y de los Browns de la NFL. Volvieron a darle atractivo a su downtown, agregándole el Salón de la Fama del Rock and Roll.
Crearon un concepto llamado middletown para desconcentrar la vida pública. Lo lograron.
La pregunta es qué están planeando a mediano y largo plazo nuestros urbanistas del gobierno y aún los de la academia ¿Cuándo vamos a despejar el centro? Le seguimos sumando edificios, pero no hay más vialidades. Circular en unos años en automóvil será imposible. El caos será un megacaos.
Bajar los índices de inseguridad es una tarea pendiente. Necesitamos vivir en paz para permitir que la industria y el comercio vuelvan a tener confianza. Necesitamos que regresen los capitales que se han ido a otros países a causa de la violencia.
El futuro nos reclama porque no hemos cumplido como gobernantes ni como empresarios o líderes responsables con nuestra ciudad. Debemos ser más solidarios. Comencemos con nuestros hijos, esos hijos que le pretendemos heredar al Monterrey de las próximas décadas. Hijos con principios y valores que le devuelvan el sueño de grandeza al Monterrey metropolitano. v