
Hace algunas semanas, las tomas de posesión de los alcaldes priistas del área metropolitana fueron el escenario para que los militantes tricolores de todos los niveles pasaran lista de presentes.
A falta de una fiesta donde un gobernador priista asumiera como tal, las tomas de protesta municipales de Apodaca, Escobedo, Guadalupe y Monterrey fueron la pasarela donde senadoras, diputados, ex gobernadores, ex alcaldes y funcionarios de todos los niveles llegaron para dejarse ver.
Aunque hasta el momento Eduardo Bailey aparece como el dirigente estatal, se nota la falta de un liderazgo superior. No teniendo un líder moral como en su momento solía ser la figura del gobernador, los tricolores andan como alma en pena. Lo de “moral” es un decir, no lo tome tan a la letra.
Y luego de la derrota sufrida en las urnas el pasado junio, los del PRI están ante la posibilidad de reinventarse y abrir también el juego a otros tipos de candidatos, no necesariamente tricolores.
Desde ya, están considerando que la militancia no será requisito.
Este tema que surgió hace unos días en el desayuno de la unidad priista celebrado en el “Palacio de cantera” de Morones Prieto –un salón de eventos propiedad de un reconocido priista– desnudó lo que mucha gente se estaba temiendo.
Hacia dentro y hacia afuera del partido…
Que esos perfiles, esa solvencia moral, esa honorabilidad, ese conocimiento y esa capacidad probada que están poniendo como requisitos a los aspirantes a candidaturas ciudadanas del PRI, no es suficiente o no existe en los militantes del priismo y deben buscarlo en la calle.
No sabemos realmente si los priistas sí cumplen con los requisitos impuestos para los aspirantes a las candidaturas independientes.
Nadie podría asegurar que los que militan dentro del partido sí cuentan y cumplen con esos requisitos. ¿O sí?
Amén de algunos casos vergonzosos para ese partido y para el país, como los ex gobernadores Mario Villanueva Madrid o Andrés Granier Melo que luego fueron desconocidos; u otros de tiempos pasados como Jorge Díaz Serrano, que de ser un firme aspirante a la Presidencia de la República de pronto estaba en prisión, o aquel influyente dirigente petrolero Joaquín Hernández Galicia que tuvo un destino similar.
O aquel candidato presidencial que les dijo sus verdades y realmente quería que su partido fuese revolucionario como su ADN lo indica y terminó tres metros bajo tierra. O sea, la cosa era sí, ser revolucionario, “pero no tanto… no tan en serio”.
En este momento sufren una severa crisis de credibilidad de parte de sus huestes.
Nadie ha salido a meter las manos al fuego por su ex líder, el ex gobernador Rodrigo Medina y su padre. En las tomas de protesta, deliberadamente fue omitido su nombre y todos lo desconocieron.
Medina podría seguir el camino de otros ex gobernadores de estados como Coahuila, Tamaulipas y Veracruz, cuyas deudas estatales fueron incrementadas en una forma obscena y en entidades como Coahuila o Veracruz no se vieron inversiones que provocaran deudas de entre 50 y 65 mil millones de pesos; Fidel Herrera Beltrán trae en la bolsa de su saco un salvoconducto diplomático que le confiere inmunidad. Aunque en Barcelona lo repudien, él está cobrando el crédito obtenido de haber destinado dinero fresco del erario estatal a la campaña presidencial.
Y Humberto Moreira por eso es intocable también, por lo menos en México.
La deuda de 100 mil mdp que afirma el gobierno actual de Jaime Rodríguez Calderón haber heredado, podría mover a pensar a cualquiera que ese tipo de recursos sirvieron para alguna campaña política, y no necesariamente para hacer obras en el estado.
Mientras más pasa el tiempo y nadie le pide cuentas a Rodrigo Medina de las irregularidades, ya no digamos cuentas, por lo menos información, más crece las sospecha de que compró también un “seguro de inmunidad” que lo hace in-investigable.
Pero… pero… pero… ¿no habíamos dicho que se les acabó la fiesta a los bandidos?
Pues no parece.
Luego del 7 de junio, les cayó el 20…
Si la gente quiere “independientes”, “independientes” les daremos, podrían haber pensado los priistas.
Y tal parece que ahora abrirán el abanico de posibilidades. Si no tienen los candidatos militantes que llenen los requisitos, buscarán en la calle, en las asociaciones civiles, en el sector privado, en las compañías, en los clubes de servicio –me imagino– hasta hallar lo que buscan.
No más tropezarse con cartuchos quemados o candidatos inapropiados, sin trayectoria, “sin perfil, sin probidad, sin solvencia moral, sin honorabilidad, sin conocimientos, sin capacidad probada”, según palabras de Bailey.
Que los busquen fuera, insistimos, no significa que no tengan ese tipo de gente dentro del partido. Probablemente, no en la cantidad considerada suficiente.
El problema será convencerlos.
Una persona con ese perfil, difícilmente querrá convertirse en político “profesional” y pasar a engrosar las filas de los que se llevan un millón de pesos de aguinaldo por levantar la manita de vez en cuando en sus cómodas curules.
Y si acepta entrar a ese bando, olvidemos mejor palabras elegantes e inservibles como honorabilidad, solvencia moral, probidad, capacidad, etc., etc., etc. Dejemos de fingir, dejemos de simular. Dejemos de mentir.