Será que quienes hemos vivido en la frontera mexicana, violentada a grados extremos desde el comienzo del sexenio de Felipe Calderón Hinojosa, estamos más sensibles sobre todo lo que tenga relación con el crimen organizado, que la burocracia que despacha en la CDMX.
No quiero exagerar pero un altísimo porcentaje de la población de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila al menos una vez escuchamos el retumbar de las armas de fuego de grueso calibre; nos topamos con civiles armados hasta los dientes y, en los casos extremos, conocemos a una persona cercana secuestrada o desaparecida por ELLOS.
Y ELLOS mismos han desgraciado a familias dejado huérfanos o viudas por miles. Y negocios familares, desde taqueros hasta la gran industria, ha tenido que pagar derecho de piso para seguir operando, afectando la economía en general.
Quienes tienen poder adquisitivo, los menos, han abandonado sus ciudades para empezar otra vida en Estados Unidos porque ELLOS tienen en la mira a sus hijos; saben sus nombres y edades, dónde estudian, en qué se mueven y sus pasatiempos.
En 2010 el comandante “Borolas” era presidente de México cuando las fuerzas armadas -en un operativo exitoso- mataron a Antonio “Tony Tormenta” Cárdenas Guillén en Matamoros, Tamaulipas, líder del Cártel del Gofo y hermano de Osiel.
Fue algo parecido al infierno de Culiacán la tarde-noche de este jueves 17 de octubre, donde las mismas fuerzas armadas del presidente y comandante supremo, Andrés Manuel López Obrador, arrestaron y después liberaron a Ovidio, el hijo del Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Cada quien saque sus propias conclusiones de dos hechos distintos en dos sexenios diferentes: el de Calderón Hinojosa tan cuestionado al cumplir su mandato y culpable del México violento que estamos padeciendo, y que no tiene para cuándo terminar. Y el de López Obrador que todavía no cumple su primer año.
En estos días cuando se cuestiona y se critican las mentiras y el silencio oficial por los hechos de Culiacán; cuando un buen número de electores que votaron por el actual presidente se sienten, mínimo, avergonzados, y cuando la prensa internacional no deja títere sin cabeza entre los responsables del fallido operativo, quiero hacer mi aportación:
1.- Se quiso detener a Ovidio Guzmán para desviar la atención de los 13 policías acribillados en una emboscada en Michoacán días antes.
2.- Se quiso tender una cortina de humo por los hechos de Guerrero donde murieron 14 civiles armados y un soldado.
3.- Se quiso colgar la primera medallita a la polémica Guardia Nacional con un exitoso operativo que terminó en rotundo fracaso.
Ahora la pregunta que medio México se hace es: ¿cuánta vergüenza tendrá Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, para presentar su renuncia, y otros que le mintieron y defraudaron a la Nación?
Si no hay una rápida sacudida en el gabinete federal se entenderá que hay valemadrismo oficial, ignorando la airada reacción de la opinión pública externada en todos los medios.
Y será la confirmación de que en Culiacán la 4T perdió las 4T’s de un solo bazucazo del crimen organizado.
twitter: @hhjimenez