
Nadie tiene duda que el riesgo de una crisis política y social en México está presente, y así lo confirman los hechos registrados recientemente en la capital del país y en diversos estados.
Y de repente pareciera que las autoridades responsables de este tema dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto, le apuestan al comportamiento tradicional del avestruz y escondiendo la cabeza bajo la tierra solamente atinan a decir: “no pasa nada”… ¡hasta que pasa!
Cualquiera de nosotros sabe que una vez que sacamos la pasta dental del tubo que la almacena, es casi imposible poder regresarla al interior. La crisis de gobernabilidad que se asoma en los estados de Guerrero, Veracruz, Michoacán, Oaxaca y el mismo Distrito Federal, es vista como si se trata de lo mismo de siempre, pero con la gran diferencia de que ahora es una gran oleada ofensiva que busca desestabilizar al estado mexicano.
¿De quién es la mano que mece la cuna? ¿Quiénes son los grandes marioneteros? ¿Quiénes financian eventos de protesta masivos y los mantienen vigentes durante un largo tiempo? Son preguntas que todos nos hacemos y que pocos logramos respuesta.
La toma de la Rectoría de la UNAM, una relativa calma de la CETEG en Guerrero, paro indefinido de la CNTE en Michoacán, los conflictos internos en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, acciones radicales de diversos grupos en Oaxaca y Chiapas, nos hacen recordar la existencia permanente de un “México Bronco”, mismo que a nadie le beneficia que despertemos.
Y para colmo… las poses de la ahora bautizada como “ladyprofeco”, quien pareciera mimetizada con las actitudes del “niño verde”, misma que hizo valer el poder de su apellido sin medir las consecuencias, que sin duda le acarreará al titular de la Profeco, Humberto Benítez Treviño, a quien muchos ya le cantan las golondrinas y pone en entredicho la seriedad de un gobierno que inicia al privilegiar las banalidades sobre los intereses sociales.
Es una realidad que en el siglo XXI la voluntad de cambio debe manifestarse con hechos y no con palabras, el México de ahora es totalmente homogéneo y muy diferente de hace 12 años cuando el PRI dejó el poder.
Es inaudito que el PRI enfrente con criterios y políticas del siglo pasado los problemas del siglo XXI; como sucede con muchas instancias educativas que tienen instalaciones del siglo XIX, con maestros del siglo XX, pero con alumnos del siglo XXI. Sencillamente no contiene.
Es un hecho que hay un México que no ha aprendido de los errores del pasado, que no aprecia lo que tenemos y que sigue buscando el choque frontal, las víctimas y los muertos.
Es urgente buscar nuevos esquemas de negociación social y de diálogo político de mayor alcance; seguir dejando que la bola de nieve crezca, es apostarle sencillamente a que el paso del tiempo resuelva los problemas, cuando lo único que se logrará será exactamente lo contrario. A seis meses de formado el Gabinete Presidencial, es una realidad que ya pone en evidencia la existencia de vulnerabilidades en áreas estratégicas en la gobernabilidad y el desarrollo social.
Aunque no se vislumbran cambios en la alineación titular, fechas comprometedoras como el 1 de Mayo, y la volatilidad del Pacto por México, hacen ver que la primera crisis en el vuelo de la aeronave presidencial empieza a registrarse al pasar por turbulencias ligeras que pueden tornarse en severas si no se corrige el rumbo. Otro aspecto a considerar es el proceso electoral del próximo 7 de julio en 14 estados de México, y en donde el PAN defenderá como “gato boca arriba” la Gubernatura de Baja California Norte, icono del panismo nacional.
Los Méxicos tan distintos entre sí, obligan a que el gabinete presidencial no pretenda resolver los problemas de Tamaulipas, o de Guerrero, o Baja California o Yucatán desde el Distrito Federal; las decisiones para aplicar la tolerancia, represión o prudencia, deben tomarse en base a información real, no con criterios centralistas y revanchistas.
Pareciera que el equipo presidencial comienza a pagar el hecho de apostarle a la gobernabilidad dentro de una burbuja en la que solamente caben mexicanos con carrera política en el Estado de México o en Hidalgo.
Lo reitero, es urgente que alguien le ponga “pausa” a la serie de conflictos sociales que se están registrando en diferentes entidades de México, y que el equipo presidencial tenga claro que gobernar no solamente es festejar el hecho de que el superpeso sigue haciendo pedazos al dólar.
Este México Bronco puede convertirse en un paraíso para que intereses mezquinos hagan de las suyas aprovechando una posible crisis de gobernabilidad y un incremento sostenido en el número de pobres, muchos de ellos enojados contra todo lo que suene a sistema.
El colmo sería que México siguiera enfrentando en el norte una lucha sin fin contra los narcotraficantes con la muerte de miles de inocentes y en sur una serie de enfrentamientos sociales y políticos con la muerte también de inocentes. Porque entonces ¿para qué nos serviría una bonanza económica y ser el país de moda a nivel global, si hacia el interior de nuestra nación no somos capaces de encontrar soluciones a nuestras diferencias?
Lo reitero: En el “México Bronco…Perdemos Todos”.
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