Porque el orgullo comunista cubano se impuso a la precaria situación económica, en 1991 el comandante Fidel Castro organizó los austeros Juegos Panamericanos de La Habana debido a la grave situación económica conocida como periodo especial que tuvo al borde de la hambruna a una población de 11 millones de habitantes.
Veinticuatro años después de la primera visita, en días pasados regresé porque quiero conservar en mi memoria a una Cuba con más virtudes que defectos, el principal de ellos: que el cáncer del capitalismo, el narcotráfico, no ha contaminado a su población y el gobierno castiga severamente a quienes se atreven a comercializar drogas.
Ante ese clima de seguridad donde el turista es intocable por los criminales -que están en las cárceles cubanas o exiliados en Miami-, pensaba constantemente en la interminable situación que se vive en el sur y noreste de México, principalmente.
Porque la precaria situación que pasa el país desde finales de los 50 y comienzos de los 60 se reduce estrictamente a lo económico, con la victoria de la Revolución, la instauración de un gobierno socialista y el bloqueo de Estados Unidos, respectivamente.
Coincidentemente Cuba tiene una población ligeramente superior a Nuevo León y Tamaulipas juntos, dos entidades mexicanas que contrastan drásticamente con la seguridad que los extranjeros pueden confirmar caminando de día o noche por las calles de La Habana y su zona metropolitana, con cerca de 2 millones de personas.
Durante ocho días platicando con la gente pude cerciorarme que el crimen común y el organizado no existen o estaban de vacaciones. Y me expongo a que alguien anticastrista pueda refutarme asegurando que los medios de comunicación oficiales -bajo estricto control del régimen- esconden los hechos de inseguridad. En fin, como se dice: “Cada uno cuenta como le fue en la feria”.
Desde que en 1995 el turismo extranjero desplazó a la exportación de azúcar al segundo lugar como principal fuente de divisas, Fidel Castro prácticamente puso un blindaje a los visitantes que ayudarían a superar el periodo especial provocado por la desaparición de su principal socio político y comercial: la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas.
En Cuba el tráfico de drogas es severamente castigado hasta con pena capital, como sucedió en el pasado con militares de alto rango descubiertos como parte de una red internacional y que fueron fusilados. Algo seguramente inimaginable que un día suceda en México.
Y si hay un dato confirmado, ese sería que Joaquín “El Chapo” Guzmán puede estar escondido en cualquier país del mundo, sin descartar Estados Unidos a donde llegaría cavando un túnel, menos en Cuba tomando ron y descansando en las hermosas playas de Varadero.
Los extranjeros tienen la garantía de salir de paseo bajo la luz de las estrellas por el malecón de La Habana, en una juerga que empiece en la noche y se prolongue hasta la madrugada, sin la preocupación de ser asaltados o secuestrados por un crimen organizado que sólo ven en las series mexicanas sobre narcotraficantes famosos.
A cualquier hora, de día o de noche, los niños corren y juegan en las calles con sus dorsos desnudos sin que sus padres estén con el alma en un hilo ante la posibilidad de ser robados, desaparecidos o comercializados para traficar con sus órganos.
Y no defiendo a un país donde no hay completas libertades y los derechos humanos se violan desde hace 55 años. Pero sí quisiera contar sobre una realidad actual que pareciera ser una tomada de pelo, porque México sigue arrodillado ante el crimen organizado y en Sonora funcionarios estatales robaron recién nacidos de los brazos de sus madres dentro de dependencias oficiales.
En las guaguas (autobuses urbanos) no suben los carteristas ni se asalta con pistola en mano, porque en lenguaje ese calificativo de delincuente no existe, como tampoco sería un vehículo para cometer raterías porque los pasajeros no viajan con carteras con dinero y atractivas joyas.
Quiero sincerarme al decir que cuando regresé a la realidad, viajando en taxis y en la autopista de Monterrey a Reynosa en ambos sentidos, me pareció despertar de un sueño. Pero no, lo que viví con mi hija en Cuba era una bendita realidad.
Peor fue saber que en Monterrey una madre mató a dos pequeños hijos, mientras un grupo de inteligencia de la Policía Acreditada de Tamaulipas, la Fuerza Civil de Nuevo León, torturó hasta matar a uno de sus compañero en una celda de Seguridad Pública de Reynosa, previo haberlo encapuchado y esposado.
Ojalá el futuro gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, se ponga “Bronco” y haga mucho por cubanizar el Estado. ¿Y en Tamaulipas? Pues habrá que ver primero quién llega a la gubernatura en 2016.
Alexis tiene 19 años y anda buscando turistas en las calles para ofrecerles el servicio de taxis. Y cuando se le pregunta qué sabe de México no duda en responder: “Que “El Chapo” se fugó de la cárcel por un túnel y en una motocicleta. Y que “Chicharito” ya no mete goles”.