
Cuando ya transcurrió más de un mes desde que Jaime Rodríguez Calderón asumió el gobierno de Nuevo León, la percepción de muchos ciudadanos es que una de las principales promesas de campaña -la otra fue cero pesos a las televisoras privadas-, no tiene para cuándo ser cumplida: meter a la cárcel a Medina hijo o Medina padre.
Si bien el primer mes de la nueva administración ha servido para que algunos funcionarios conozcan sus funciones en un terreno pantanoso, porque provienen de la iniciativa privada, hay otros como Manuel González Flores, secretario general de Gobierno, que tiene muchas millas acumuladas en los menesteres políticos.
¿Pero qué pasa con la Procuraduría de Justicia que encabeza el abogado Roberto Flores Treviño? Pues en estos primeros 30 días… y contando con “El Bronco” como gobernador, el periódico El Norte ha sido recipiente de filtraciones que vienen desde dentro de Palacio de Gobierno con fuerte hedor a corrupción.
Los neoloneses ávidos de justicia para que el Ejecutivo estatal jale la palanca y la Procuraduría empiece a funcionar, están demostrando tener paciencia. Sin embargo las organizaciones civiles empezaron a poner el grito en el Cielo y se sienten decepcionadas que el principal grito de guerra de la campaña haya enmudecido tan pronto.
Está bien que una denuncia debe estar bien sustentada por la parte acusadora para que el denunciado esté acorralado; se entiende que el nuevo gobierno de Nuevo León no prometió bajar la guillotina en un tiempo determinado, pero mientras más avancen las manecillas del reloj, los Medina tendrán una mejor defensa.
Cuando en 1996 Benjamín Clariond Reyes-Retana asumió la gubernatura en sustitución de Sócrates Rizzo García, rápido se ganó la confianza de la ciudadanía cuando destapó la cloaca de la corrupción en dependencias estatales y en la Universidad Autónoma de Nuevo León bajo la rectoría de Manuel Silos Martínez.
En pocos días se giraron órdenes de aprehensión en contra de Silos Martínez, su secretario particular y tesorero en la Máxima Casa de Estudios, además de un cuñado de Rizzo García que tuvo participación en el robo de los dineros de la Universidad.
En esos años Reyes-Retana era compañero del establo tricolor de “El Bronco” y, por no dejar, bien le ayudaría a “El Bronco” consulta a “El Benjas” sobre esas acciones judiciales que una generación todavía recuerda: cuando el PRI puso al PRI dentro de las rejas.
Como el cáncer estaba muy avanzado, en las elecciones de 1997 no hubo red que protegiera al tricolor y perdió las elecciones para gobernador, las principales alcaldías metropolitanas y el PAN tuvo un a presencia relevante en el Congreso del Estado.
Los lejanos comicios de 2018 serán la primera aduana para Rodríguez Calderón. Una evaluación en las urnas sobre una gestión donde deberá cumplir las promesas de campaña con las uñas, por los más de 80 mil millones de pesos de deuda que heredó de Rodrigo Medina de la Cruz.
¿Pero qué se necesita, insisto, para apretar el botón y meter a los primeros funcionarios priistas a la cárcel?
Rodríguez Calderón tiene a la mano casos de corrupción publicados por su aliado El Norte en los casi cuatro meses de la transición: en Isssteleón, en Sedesol, en la Agencia Estatal del Transporte y en Agua y Drenaje de Monterrey, entre otras dependencias.
Pero si sus sabuesos andan faltos de olfato, Hora Cero puede aportar evidencias de empresas fantasmas y otras con prestanombres que obtuvieron contratos millonarios -más de 50 millones de pesos documentados-, en municipios como Guadalupe, Juárez y García.
A falta de cualquiera de los dos Medina en la cárcel antes que finalice 2015, estarían a tiro de piedra los ex alcaldes César Garza, Rodolfo Ambriz y Jesús Hernández.
Los tres, emanados del PRI aunque Ambriz se enredó en el sarape blanquiazul impulsado por el líder cetemista Ismael Flores, andarán como gallinas descabezadas en los próximos seis años, sin protección de un padrino que abogue por ellos.
Rodríguez Calderón tiene que presionar al procurador Flores Treviño para tome al toro por los cuernos, porque hasta ahorita los implicados en el robo más escandaloso a las arcas de Nuevo León parecen truchas enjabonadas.