
A Roberto no lo conocí en persona ni por Facebook. Supe de él porque es hermano de una alumna que tuve en la Universidad y estuvo dos días durmiendo en el aeropuerto de Madrid, España, esperando un vuelo a México tras haber recortado sus vacaciones por la emergencia del Coronavirus.
Desde hace años soñó con vacacionar en Europa, pero seguramente nunca imaginó en que sería testigo de una de las peores pesadillas que tiene a ese continente de rodillas. Por un virus que tuvo su origen a miles de kilómetros de donde el regiomontano se encontraba hasta el viernes 20 de marzo como Tom Hanks, protagonista del filme La Terminal.
De 27 años y estudiante de nivel superior, el martes 17 dejó Sevilla para intentar volar a la CDMX y con destino final Monterrey en donde lo espera su familia. Pero tras varios intentos de confirmar un vuelo, fracasó.
Su itinerario original de regreso al continente era salida desde Londres con conexión en Houston y llegada a Monterrey, sin embargo cuando Estados Unidos restringió los vuelos desde Europa sus planes se empezaron a complicar.
A Inglaterra llegó con normalidad y sin alarma por el COVID-19 que empezaba a complicar a otros gobiernos, sobre todo a Italia, España a finales de febrero. Pero Roberto no tuvo problemas para sus vacaciones de cuatro días en Londres y Gales, de donde se trasladó a Oporto, Portugal.
“Él nos comentaba a la familia que, aunque había escasez de algunos productos en Londres, a pocos habitantes los veía con tapabocas en los autobuses y el Metro”, contó su hermana.
A la orilla del mar del mediterráneo portugués, Roberto conoció a otros jóvenes turistas que empezaron a preocuparse por la propagación de COVID-19 en España, país que sería su siguiente escala.
“Mi hermano me dijo que algunos chicos lloraban en los hostales porque no iban a poder regresar a sus países cuando se suspendieran los vuelos o se impidiera cruzar las fronteras por tren o autobús”, continuó.
En su plan de viaje Roberto debía llegar a Sevilla donde pasaría unos días con una amiga, para luego vacacionar en Alemania, después en Bélgica y llegar de nuevo a Londres para regresar a México.
Pero el joven no contaba que el gobierno español, ante la escalada incontrolable de casos de contagiados y fallecidos por la pandemia, el sábado 14 se declaró el estado de alarma en todo el territorio durante 15 días, anunciando medidas extremas.
Cuando su estancia en Sevilla iba a terminar, conoció a un alemán que le sugirió que mejor cambiara su plan y permaneciera en España.
“Ante ese panorama compró un vuelo de Sevilla a Londres y buscó la manera de hacer conexión a Houston, pero no pudo porque no iba a poder entrar a Estados Unidos”, señaló la hermana.
El regiomontano pudo enfrentar y destrabar situaciones complicadas porque habla inglés, aun cuando es una persona reservada.
Después de varios días sin comunicación con su hermano, el domingo 15 ella platicó con Roberto y le contó que en Sevilla todos tenían que volver a sus casas antes de las ocho de la noche, y solamente podían salir para ir a comprar víveres, al médico o a una farmacia.
“Me dijo que hay poco papel de baño en los supermercados. Y que los demás mexicanos con quien convive están bien”, abundó.
Para el martes 17 su hermana hizo contacto con la embajada de México en Londres para explicar la situación de Roberto. Y por medio de un correo electrónico recibió la siguiente respuesta:
“En el caso de los vuelos a Estados Unidos, se tiene conocimiento que ese país tiene restricciones de ingreso a extranjeros que hayan estado en los últimos 14 días en Europa”. Y Roberto estaba entre ellos.
“Es importante mencionar que hasta el momento, México no tiene restricciones de ingreso al país y, en caso de establecerse, se esperaría que los mexicanos sí podrían ingresar al país, por lo que si hace un cambio de vuelos, deberá hacerlo en ruta directa Londres – Ciudad de Mexico”, aclaró la embajada.
Cuando en Madrid era madrugada del viernes 20 de marzo, Roberto durmió en las salas de espera del puerto aéreo con su boleto en la mano y con el miedo que la compañía de bajo costo, Evelop, cancelara sus planes.
En las salas de embarque de Barajas escaseaba el papel higiénico y la mayoría de los restaurantes estaban cerrados porque el aeropuerto -uno de los más importantes en Europa por el movimiento de pasajeros-, parecía locación de una película de zombies.
Roberto quiso salir y tomar el Metro para comer mejor y más barato en el centro de Madrid, contó su hermana, pero corría el riesgo de ser detenido por la Policía por violar el estado de emergencia. Y todavía peor: perder su vuelo.
Evelop tiene dos vuelos semanales Madrid-Cancún con llegada este viernes 20 a las 19:45 horas. Y el lunes 23 a la misma hora.
Sin embargo su hermana desconocía en cuál de los dos llegaría su hermano. Y aclaraba: “Él me dijo que está bien de salud, que no tiene ningún síntoma del Coronavirus”.
Pero pisando tierra mexicana su periplo no terminaría. En Cancún las revisiones a los pasajeros provenientes de España, en teoría, cada vez son más estrictas para descartar un infectado de COVID-19.
Y cuando Roberto se reencuentre en Monterrey con su hermana y sus padres las vacaciones continuarán en cuarentena en su casa hasta descartar que es portador del virus que ha puesto de cabeza al mundo. Menos a México.
Nota: Roberto no es el nombre real del protagonista de este viacrucis europeo que llegó de España el viernes 20. Pero es una historia que debía contar y publicar.
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