Van a correr muchas especulaciones de aquí a septiembre del 2023 en torno a la figura morenista que tratará de ganar la Presidencia de la República. Pero lo cierto es que eso es lo que desea el propio López Obrador. O, si no, ¿por qué echó a andar tan precipitadamente el proceso de su sucesión en el poder ejecutivo? Claro que su propósito tiene tintes ocultos de distraer a los mexicanos, con la habilidad que le asiste para ello, pues lo que menos desea es que le unten en su rostro el fracaso de la seguridad pública en su gobierno, con la delincuencia (la común y la de alto impacto) desatada por todas partes. Pero tampoco quiere que se hable de lo mal que ha procedido con los servicios de salud mucho más patente en su errático manejo de la pandemia, pues su protegido Hugo López-Gattel lo ha hecho pasar muchas vergüenzas a nivel nacional e internacional. Y a pesar de sus mentiras sobre el supuesto desarrollo económico que es timbre de orgullo de la 4T, él sabe que los datos ocultos tarde o temprano saldrán a la luz pública.
Así es que se ampara en que sus adversarios le traen ganas. Y para eso recurre a las cajas chinas, un día sí y otro también con miras a entretener al público desde las “mañaneras”. Sabe muy bien que tiene éxito con su técnica manipuladora. De ahí que cualquier ocurrencia llama la atención, aunque muchas veces provoque risa y burlas. Pero nadie imaginaba que un día se iría por la vía libre para poner en acción su nuevo plan con inusitada antelación. Sabía que así daría en el centro de la diana para lograr que se desatara el barullo entre sus seguidores en las redes sociales, los medios noticiosos y opinadores, y no se diga en la clase política, empresarial e inclusive diplomática. Hizo tronar el cohete distractor y aquí nos tienen a los periodistas hablando a las audiencias de lo que el señor presidente exige, aunque se trate de pura “grilla” porque falta mucho tiempo para que el “tapado” o “tapada” muestra su rostro y aparezca en las encuestas que promete desde ahora Mario Delgado, el presidente de MORENA.
A los mismos individuos señalados por AMLO en su juego de “corcholatazos” los sorprendió que los haya destapado sin su consentimiento. Pero se lo agradecen, como el primer encuerdado muy cercano al PRI y el PV, Marcelo Ebrard. Y a otros les fastidió que no los tomó en cuenta, como el presidente del Senado Ricardo Monreal, quien se apunta por su cuenta para entrar en la lista. Y hay muchos y muchas más que se creen con méritos para saltar del círculo gubernamental a la candidatura oficial; quizá hasta Irma Eréndida Sandoval, por ser de la verdadera izquierda y no como otros y otras que están cerca del tabasqueño pero pintan más para neoliberales y derechistas ambiciosos.
Lo que no deja lugar a dudas es que AMLO se ha puesto a jugar a los “corcholatazos” para distraer a la gente, sí, cómo no, pero también para disimular el “dedazo” histórico de su añorado viejo PRI en el que se formó de pe a pa y al que desea revivir en sus acciones. Ese “dedazo” que fue todo un suceso político cada seis años en México. Pero no lo ha hecho al estilo original del “dedazo” que marcó toda una época desde 1952 hasta 1982 en que imperó la realidad de una frase del líder de la CTM, Fidel Velázquez: “El que se mueve no sale en la foto”. AMLO ha optado hoy por la farsa de Miguel de la Madrid en 1987 para ocultar al verdadero “tapado” y no exponerlo a los golpes bajos desde el mismo régimen y no solamente de la oposición. ¿Qué hizo? Simuló que la democracia interna del partido hegemónico recurría a una pasarela de los posibles presidenciables ante la opinión pública. Y nombró a varios de los miembros del gabinete que al final de cuentas se sintieron burlados y utilizados porque “el bueno” ya sabía que iba a ser él ante la complacencia de los representantes del poder económico que habían sido consultados. Y Carlos Salinas de Gortari apenas pudo despistarle que los sorprendió la “elección democrática” de su partido.
Lo bueno de este juego es que los que quieran le entran a las especulaciones y a las apuestas. Pero también a tratar de descubrir los secretos del engaño. Y el nombre de quien ya ha sido “palomeado” por el dueño de MORENA para la sucesión presidencial, les guste o no les guste a sus súbditos. Por eso Claudia Sheinbaum Pardo ha recibido de AMLO el apoyo de Martí Batres para resarcir la herida que recibió en las elecciones del 6 de junio y lidiar con el frente de alcaldes opositores a ella en la Ciudad de México. Se trata de allanarle el camino y que le hagan comparsa los demás, principalmente el soñador Marcelo Erbrard, rechazado por la izquierda mexicana por su antipatía y vínculos con lo más selecto de la vida burgués.
Vamos, entonces, a entrarle al juego de los “corcholatazos”. Pero en nuestros tiempos de ocio. Sin distraernos de lo prioritario de México hoy en día. Y a ver con qué nos sale luego AMLO en su estrategia de llamar la atención hacia asuntos intrascendentes para no aturdirnos con los prioritarios que desnudan su fracaso gubernamental, especialmente el de la seguridad pública y la pobreza o el abandono a los niños con cáncer. En fin…