No es raro que en México las áreas de Comunicación Social y Prensa algunas veces se presten para el saqueo descarado en los gobiernos de los estados y en otras instituciones públicas o privadas. Son dependencias a las que deberían aspirar a llegar las personas calificadas por su trayectoria y honestidad y no por su voracidad pecuniaria. En muchas ocasiones son áreas de oportunidad para la consolidación de una carrera periodística bien cimentada, cuya misión es mantener un buen trato con reporteros de todos los medios masivos y ejecutivos de las relaciones públicas, aunque hay quien falla a su vocación de servicio y termina manchándose las manos y la conciencia por el abuso de poder y la rapiña al más alto nivel.
Sin embargo, no podemos negar que también hay funcionarios públicos y gobernadores de los estados (como Javier Duarte de Ochoa en Veracruz y César Duarte en Chihuahua), que saben aprovechar muy bien a los pseudoperiodistas que venden sus espacios informativos y de opinión, por lo cual se valen de dichas áreas de Comunicación Social y Prensa para robar al erario todo lo que pueden, simulando servicios profesionales de imagen institucional por los que reciben pagos estratosféricos o creando medios impresos y portales informativos de Internet que nadie lee pero que les permiten cobrar facturas bien gordas.
Dichas áreas de Comunicación Social y Prensa, por otra parte, distribuyen paquetes de publicidad y de propaganda arbitrariamente, beneficiando a medios informativos que se someten a los intereses del emisor, y castigando o marginando a los críticos y opositores. Pero, lo peor: algunas veces y desde tiempos inmemoriales, son la fuente de donde fluyen recursos monetarios, llamados en la jerga periodística “chayotes” o “cochupos”, y que son auténticos sobornos para manipular la opinión pública o para silenciar las voces que podrían señalar los errores y la corrupción de los gobernantes o de quienes dirigen las instituciones privadas.
No obstante, se ha sabido que en algunos períodos de negra memoria en Nuevo León ha habido, igualmente, responsables de áreas de Comunicación Social y Prensa que realizaban listas de periodistas a quienes supuestamente entregaban mes a mes determinadas cantidades de dinero y bienes, pero resulta que ellos ni siquiera estaban enterados que en la cúpula del poder aprovechaban sus nombres para el enriquecimiento ilícito. Y este camino, presuntamente, es el que eligió nuestra colega María Georgina “Gina” Domínguez Colío en Veracruz, si es que no puede comprobar cómo se hizo en unos cuantos años de autos y residencias de lujo, un hotel exclusivo, restaurantes e inclusive de medios impresos.
Gozó de un inmenso poder como vocera priista de Javier Duarte de Ochoa, al grado de que se ganó el título de “vicegobernadora” y no había día que no luchara a como diera lugar como férrea protectora de la imagen del ejecutivo estatal, atacando a sus rivales con saña. Pero ahora da lástima recluida en prisión, sin que le dirija siquiera la palabra uno solo de los que pertenecieron al gabinete vercaruzano anterior y que antes la elogiaban o admiraban por su influencia de marca con la misma Karime Macías, quien era la que verdaderamente hacía y deshacía junto con su esposo en tan fatídico periodo desde la capital, Xalapa.
En Chihuahua hay también carpetas de investigación que involucran a pseudoperiodistas que eran verdaderos extorsionadores del gobernador César Duarte o cómplices de éste en el saqueo al rico estado norteño. No frenaron su avaricia y ofrecieron sus servicios en medios fantasmas con tal de que les quedara una tajada de la rebanada de pastel que los de Comunicación Social y Prensa le entregaban a su jefe, de acuerdo con las denuncias hechas públicas desde hace meses.
Pero no todo está perdido. No todo mundo que llega a esas instancias de poder se deja caer sobre el presupuesto o destripa la corrupción. Afortunadamente son más los que obran honestamente y pueden rendir cuentas con las manos limpias, porque ya de por sí su sueldo es muy gordo. Sin embargo, por el escándalo desatado por unos pocos, pierde el gremio que aporta personas para las áreas de Comunicación Social y Prensa.
A pesar de todo, lo que vale es aprovechar lo negativo de la conducta de los irresponsables en el manejo de una dependencia tan sensible a las críticas y a la lupa de la opinión pública, con el fin de dar buen ejemplo en el comportamiento cotidiano en el trato a los medios y en la transparencia de los recursos públicos que les son asignados.v