Por Andrés Cantú Ramírez
El clásico norteño de futbol americano es una tradición que se remonta a 1945, para escribir un nuevo capítulo en su rica historia. Por primera vez los Auténticos Tigres de la UANL y los Borregos Salvajes del ITESM se enfrentaron en la ciudad de Houston, Texas, en el emblemático estadio NRG, hogar de los Texanos de la NFL.
El último encuentro en el campeonato nacional del 2022 fue una prueba de la intensidad y la rivalidad de estos equipos. Los Borregos se llevaron la victoria en series extras, dejando a los Auténticos Tigres con sed de revancha. Este año los Auténticos buscarán equilibrar la balanza y demostrar que están listos para retomar el control.
Este juego también es una celebración, marca los 90 años de la UANL y el 80 aniversario del Tec, dos instituciones que han dejado una huella imborrable en la educación y el deporte en México. Éste clásico es un recordatorio de su legado, de su impacto y de su compromiso con excelencia.
Como ex Auténtico Tigre tengo recuerdos imborrables de este clásico. Sobre todo la emoción, la intensidad, la camaradería. También recuerdo la satisfacción de la victoria y la determinación que nace de la derrota. Y aunque mi récord personal de los clásicos fue más victorioso que derrotado, cada juego fue una lección, una experiencia y un paso en el camino que me llevó hasta donde estoy hoy.
El clásico norteño es más que un juego. Es una tradición, una rivalidad y una celebración. Es un testimonio de la pasión, la dedicación y el espíritu competitivo que caracteriza al futbol americano. Y este año en Houston fue un espectáculo inolvidable.
Así que, ya seas un Tigre o un Borrego, se disfrutó un juego lleno de emoción, intensidad y orgullo, porque este no es sólo un clásico: es el clásico norteño y está listo para hacer historia una vez más.
El autor fue jugador de los Auténticos Tigres y actualmente es Diputado Federal.