
Un tema que sigue siendo estigmatizado y que se aborda discretamente aún en muchos círculos como un tabú, es el uso de anabólicos esteroides en los deportes, pero particularmente en el mundo del físico y el fitness donde es muy visible, a diferencia de otras disciplinas en las que también se utilizan, pero no saltan a la vista.
La diferencia entre unos y otros es que en el bodybuilding los músculos se muestran, se exhiben y la construcción del cuerpo es el objetivo, lo cual a nivel competitivo es casi obligado hacerlo apoyándose en fármacos, sustancias exógenas, hormonas y testosterona en forma de diversos anabólicos esteroides.
En los demás deportes, sobre todo a nivel de alto rendimiento y profesional, por supuesto que también se utilizan, sólo que los cuerpos se esconden debajo de un uniforme o quienes los usan han aprendido a cómo librarse de salir positivo en los antidopajes y en su caso, el objetivo no es mostrar sus físicos, sino mejorar su potencia, fuerza y destreza en las competencias.
En todos los deportes se supone que están prohibidos, aunque es evidente que existen formas de engañar a las pruebas de detección en la mayoría de los casos (salvo aquellos que han trascendido y han sido públicos), con la diferencia que en el campo del constructivismo se estigmatiza y en las otras disciplinas se niega o se minimiza.
Hay que decirlo también con toda claridad, su uso por supuesto tiene reacciones secundarias y daños colaterales, por lo que si se toma la decisión de utilizarlos, se recomienda acompañarse de un médico especializado y de estudios clínicos periódicos.
Quizás a estas alturas el lector piense que los estoy recomendando. No necesariamente, simplemente estoy narrando una realidad que a muchos incomoda o de la que algunos prefieren no expresarse.
Por ello me resultó interesante que Arnold Schwarzenegger, ex gobernador, actor, estrella de cine y uno de los primeros embajadores del bodybuilding en el mundo, en su miniserie biográfica haya reconocido haber utilizado estas sustancias durante sus años de competencia, dejando en claro que su uso es algo común en esta disciplina.
De hecho Schwarzenegger, a través de diversas plataformas, incluyendo su organización del “Arnold Sports Festival”, se ha convertido en uno de los líderes de opinión que, a la vez de reconocer el uso de sustancias desde los 70’s, critica la forma desmedida en que hoy se utilizan, causando en ocasiones graves daños, incluyendo la muerte.
Además, dice el governator, el abuso de sustancias ilegales es uno de los factores de que las competencias internacionales estén presentando cuerpos con tamaños descomunales e inhumanos que han acabado con la estética de la vieja escuela, sustituyéndose por “freaking bodies” (cuerpos monstruosos).
En mi experiencia de haber sido dueño de gimnasios, organizador de competencias, promotor deportivo, competidor y entrenador, estando en este medio desde los 80’s, evidentemente puedo dar fe de la proliferación de estas sustancia, dentro y fuera de los centros deportivos, clubes o gimnasios.
Alguna vez recuerdo se me acercó un joven que apenas iba a cumplir 18 años, que no tenía más de tres meses de asistir al gimnasio propiedad de mi familia y que me pedía que yo lo preparara, lo cual nunca hice puesto que a pesar de tener mis certificaciones como instructor, siempre le di su lugar a mi equipo de coaches.
“¿Oiga coach y cuando me puedo comenzar a meter un ciclo?”, me preguntó este joven a quien por supuesto ya alguien le había metido en la cabeza que para construir su cuerpo tenía que usar sustancias. Mi respuesta fue clara: “cuando tengas un año ininterrumpido y aprendas a entrenar, sepas comer y vayas a competir, además de que estés seguro de que tu nivel de testosterona natural ya no aumentará más, lo cual es improbable porque estás en pleno crecimiento”.
Comparto esta anécdota porque pinta de cuerpo entero a nuestro deporte, desafortunadamente. No me espanto. Yo mismo los he usado eventualmente con estricta supervisión profesional (la primera vez que los utilicé tenía 39 años y ya era padre de los hijos que Dios me dio) y por supuesto puedo constatar que un cuerpo natural jamás llegará a los niveles que propician las “ayudas” exógenas.
Lamentablemente en este ambiente abundan los productos piratas que aumentan los peligros de usarse, las charlatanes que los ofrecen como única vía de crecimiento y una desinformación absoluta sobre los riesgos y reacciones secundarias.
En lo particular me da pena ver adolescentes y jóvenes con grandes músculos, sí, pero también llenos de acné que es una de las consecuencias visibles sintomáticas de que algo malo está causándole al organismo interna y externamente.
Como no pretendemos tapar el sol con un dedo, yo me limito a hacer algunas recomendaciones básicas. Si no eres competidor, no los uses. Si estás en desarrollo hormonal como adolescente o joven, no los uses. Si eres mujer, no abuses al grado de masculinizar tu figura y tus facciones faciales. Por último, si decides correr el riesgo, ponte en manos de un profesional, evita el abuso y ten claros los escenarios negativos que esto puede trae a tu vida. ¡Infórmate! Recuerda, el objetivo es mente sana en cuerpo sano.