A los políticos profesionales, que viven solamente para asaltar el poder, no hay que creerles ni un ápice de su ideología ni de sus promesas de campaña. Si no, basta con tomar nota de cómo algunos traicionan la confianza de los electores que votan por lo que representa el partido y los colores, a veces sin conocer a los candidatos. ¿Y qué sucede? Que apenas alcanzan el número de sufragios para acceder a un cargo de representación, se vuelven unos chaqueteros cambiando de siglas o volviéndose dizque “independientes”, sin considerar el sentimiento de los votantes. Ejemplos hay muchos, por montones, desde los regios Karina Barrón y José Antonio Martínez “La Papa” y no se diga los que en todo México se apuntan con los que más pueden servirles a sus intereses personales, dejando atrás su supuesta convicción intelectual.
Pero así como hay infinidad de chaqueteros, hay infinidad de chapulines. Basta como revisar las listas actuales de aspirantes a los puestos en juego para el próximo 6 de junio. Así, el priista Adrián de la Garza piensa brincar de la alcaldía de Monterrey a gobernador de Nuevo León. Y a Francisco Cienfuegos le tiemblan las piernas para pasar de diputado local a alcalde de Monterrey, entre otros muchos a nivel nacional. Unos de repente se dieron cuenta que eran “morenos”, dejando atrás su chaqueta de panistas o de cualquier otra denominación política. Y abundan los que se han apuntado para seguir pegados a la ubre oficial sin terminar de cumplir con los años de ejercicio de su cargo para el que originalmente fueron elegidos o asignados por representación proporcional. El caso es alcanzar un buen “hueso”, porque para ellos “vivir fuera del presupuesto, es vivir en el error”.
Por eso llama la atención que el dirigente de Morena haya promovido un spot propagandístico reclamando el fraude que llevó en 1988 a la presidencia a Carlos Salinas de Gortari, el villano neoliberal favorito de AMLO. Pero el mandamás de los “morenos” no ha reparado en que el principal orquestador de la “caída del sistema” fue Manuel Bartlett Díaz, hoy el consentido de la presidencia de la república. Ni se ha dado cuenta que Ricardo Monreal, en el 88 gran amigo de Manlio Fabio Beltrones, fue un activo seguidor de Salinas de Gortari gracias a quien consiguió ser diputado federal por el PRI. Y Marcelo Ebrard despachaba como Secretario de Relaciones Exteriores, lamiendo el piso por donde pasaba el gran tlatoani azteca. Así es que no hay a nadie de ellos que haya reclamado que le robaron la elección a Cuauhtémoc Cárdenas.
Otros muchos priistas neoliberales conformaban los cuadros de acción en aquellos años, sin dejar de mencionar al tibio y chaquetero mayor Alfonso Durazo, quien es uno de los “viudos” de Luis Donaldo Colosio y luego se puso de rodillas ante Vicente Fox y ahora resulta que es más “moreno” que AMLO. Y no se diga Esteban Moctezuma, el gran colaborador de otro apestado del nuevo partido, Ernesto Zedillo, de quien fue integrante de su gabinete, como antes lo fue de la administración de Salinas de Gortari.
¿Hay duda de que esos modernos “morenos” no son chaqueteros? A ellos les tocó ser parte de ese proyecto económico-político que durante al menos las tres últimas décadas profundizó las desigualdades sociales y se mantuvo gracias a la institucionalización de la corrupción y la impunidad. Y ya se sabe que dicho proyecto tuvo un alto costo para la mayoría de la población, sometida hasta la fecha a condiciones de inseguridad personal y precariedad ignominiosa.
Leamos muy bien: Cuando el “PRI” gobernaba, los señores Ricardo Monreal, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Bartlett, Esteban Moctezuma, Olga Sánchez Cordero, AMLO, Jiménez Espriú, Marcelo Ebrard, Napoleón Gómez Urrutia y Ana Guevara, pertenecían al PRI. Y no olvidar a Clara Luz. Y en el PAN estaban: Manuel Espino, Tatiana Clouhtier o Germán Martínez. Y clavemos la mirada en Poncho Romo, uno de los más exitosos amigos de Fox que consiguió que los más prominentes empresarios regiomontanos cooperaran con la causa. En el PRD estuvieron: Ebrard, Rosario Robles, Claudia Sheibaum, Félix Salgado Macedonio, Layda Sansores, Fernández Noroña, Dolores Padierna, Martín Batres, Yeidckol Polevsky y otros más. Muchos de ellos, por cierto, venían del PRI, de ese PRI autoritario al que hoy nos quiere regresar el actual gobierno federal.
¿Cómo creerles a los políticos profesionales? ¿Cómo aceptar a tanto partido rémora y carroñero aliado del poder, por el simple apetito del presupuesto? ¿Cómo creer a quienes hoy profesan una fe y, por dinero y codicia, brincan de un lado a otro y no paran de hacerle al trapecista abandonando un cargo público para buscar uno más con toda impudicia? ¿Cómo no detestar a los chapulines y chaqueteros de nuestro medio “democrático”? que le dan la espalda a los electores que votaron por ellos?