
La frase siempre me ha intrigado, por ello tuve que ingresar a la nueva enciclopedia mundial llamada Google para saber qué es lo que significa; esto fue lo que encontré:
“Cuando alguien se va a complicar la vida de manera innecesaria decimos que se está metiendo o se va a meter en “camisa de once varas”.
“Esta expresión tiene su origen en una costumbre medieval para adoptar hijos o para legitimar a los bastardos.
“Según la tradición, el padre o la madre debían vestirse con una camisa bastante holgada, a modo de faldón enorme, y el pequeño o la pequeña que fuese a ser adoptado debían introducírselo por una de las mangas del ropaje y sacarlo por el cuello; imitando por tanto una especie de parto”.
Resulta curioso que el origen de la frase esté relacionada con los hijos, pues el tema que voy a abordar es el aborto, una eterna discusión que ha vuelto a colocarse en la agenda nacional.
Los problemas llegaron cuando la Suprema Corte de Justicia emitió una jurisprudencia donde, cosas más, cosas menos, determinó que los gobiernos federal y locales no pueden encarcelar a una mujer que decide terminar con su embarazo. Dicho de otra forma, despenalizaron el aborto en México.
Debo decir que en lo personal celebré la medida, pues nunca he estado de acuerdo que una mujer tenga que ser encarcelada por someterse a un procedimiento de este tipo.
De hecho, primero debí haber aclarado que mi posición siempre ha sida lo misma: los hombres no tenemos ni voz ni voto en la discusión sobre el aborto pues, no encuentro coherente que queramos opinar sobre algo que compete exclusivamente a las mujeres y su cuerpo.
Dicho de otra forma: cuando los hombres podamos parir, entonces podemos opinar e imponer nuestro criterio en este asunto.
Siempre me ha parecido irónico y hasta grosero ver páneles “de expertos” o simples publicaciones en redes sociales que condenan esta practica y que son elaboradas por hombres.
Estoy de acuerdo que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo, considerando que en la gran mayoría de las ocasiones quienes enfrentan esta decisión lo hace en el abandono de su familia, del hombre que depositó en ellas la semilla de la vida que está creciendo en su interior.
Y aquí es donde no entiendo a los grupos pro vida. Dicen que las mujeres tienen opciones, sin embargo insisten en quitarles una.
Hablan de lo sagrado de la vida, pero olvidan que muchas mujeres tienen que enfrentar estos procedimientos en cuartuchos sucios, con condiciones insalubres y poniéndose en manos de personas que no cuentan que la capacidad de realizarlos de manera segura.
Además, me sorprende de sobremanera el nivel de ignorancia que estos grupos están mostrando con su rechazo a la determinación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
A ver, lo que los jueces hicieron fue eliminar la punibilidad del aborto, no lo volvieron un derecho o, peor aún, una obligación, como lo están queriendo vender los grupos pro vida.
Que haya despenalizado el aborto no quiere decir que de ahora en adelante todas las mujeres van a tener que terminar con su embarazo, o que los sistemas de salud estatales van a andar por las escuelas ofreciéndolos a las jóvenes estudiantes.
Es, otra vez, eliminar algo que estaba mal de inicio: que una mujer pierda su libertad por haber decidido someterse a un procedimiento tan difícil como este, nada más.
Puedo entender y respeto a aquellos que no están a favor de esta decisión, tienen derecho a su opinión y sus creencias religiosas que, al final, son las que influyen en su rechazo a este tema.
Lo que no estoy de acuerdo, es que quieran imponer a una sociedad una idea o una política pública basada en preceptos religiosos.
Y peor aún, que quieran imponer una política pública ignorando la opinión de las principales afectadas por esta decisión.
El tema es complicado y se perfectamente que me metí en camisa de once varas… pero esa es mi opinión.
Se que allá afuera hay otras, muchas de ellas que chocan con lo que estoy diciendo y lo respeto, después de todo el diálogo es la mejor manera de llegar a acuerdos.
Solo recordemos que para que pueda haber un diálogo, ambas partes tienen que tener intención de escuchar.