
En días pasados se celebró la entrega de los Premios Grammy, en la cual se reconoció a lo más destacado del trabajo musical del año pasado. Este evento nos ayuda a tener una mayor claridad de lo que podemos sumar a nuestra biblioteca musical y nos motiva a tener los oídos abiertos para los artistas que están en categorías como “Mejor Artista Nuevo”.
Una de las galardonadas en dicha categoría se llama Chappell Roan. Seguro la ha escuchado en radio, en el supermeracado y hasta en la música de fondo de las farmacias donde hay una botarga que baila feliz al son que le pongan. “Good Luck, Babe!” es el tema que la consagró, el cual narra un asunto personal: una relación pasada que tuvo con una mujer y la situación que las obligó a separarse; una balada pop que nos ofrece un sonido synth pop que nos transporta a los 80.
Las influencias de esta joven cantautora van desde Cindy Lauper, Kate Bush, ABBA y los grupos de glam rock de la época, logrando que nos sea tan familiar y la vez tan fresco lo que nos ofrece. Su imagen es fácil de identificar al utilizar vestuarios brillantes, maquillaje exagerado, rayando un poco en lo teatral, una estética visual digna de mención, inspirada en los espectáculos de las drags queens.
La historia parece ser sencilla: Kayleigh Rose Amstutz nació en 1988, en un pueblo llamado Willard, Missouri; donde alcanzan alrededor de 6,500 habitantes y probablemente se puedan reconocer entre todos los que decidieron quedarse en ese sitio ubicado al centro de los Estados Unidos. Tomó lecciones de canto y piano desde joven, y comenzó a construir una base de admiradores en YouTube con videos en su adolescencia. Sin embargo, sufrió un descalabro emocional y económico en plena pandemia, cuando la compañía discográfica a la cual pertenencia con la etiqueta de “artista emergente”, le dio las gracias y la dejó a la deriva, cayendo en depresión y en una realidad complicada para afrontar: quedarse sin prestaciones y seguro médico.
Aún y con esta situación a cuestas, a los 26 años nos ofreció el disco “The Rise and The Fall of a Midwest Princess”, donde podemos encontrar 14 temas dignos de ovación, ya que su amplio rango vocal va abordando historias de identidad personal, desamor, liberación, autodeterminación y resiliencia. A través de sus composiciones, logra mezclas que podríamos compartir como “pop cabaret melodramático”, que nos ofrece tanto historias personales como ficción que lo mismo encajan en una historia adolescente, como en una de joven adulto godín de nuestros días.
Esta joven artista se perfila como un ícono de música pop que le dará más que su voz a los temas que interpreta, ya que también ha hecho público su estrecha relación con los derechos de los músicos, la comunidad LGBTQ+ y las causas sociales que le suman autenticidad a lo que ella proyecta.
El rápido ascenso de Chappell Roan también la lleva a que se le nombre una estrella emergente del pop. Tiene ante ella, el poder de demostrar que quienes eligen escucharla han acertado en apostar por su trabajo musical, recorriendo de forma crítica y reflexiva los propios pensamientos y emociones a través de sus letras, lo que confirma el impacto de su propuesta artística, que mezcla rebeldía, autenticidad.
¡Buena suerte, Chappell!
@soydeliaramirez