Muy disparatado es el rumor que corre desde el 2 de septiembre de la posibilidad de que Ildefonso Guajardo, secretario de Economía del gobierno federal de extracción priista, ocupe la gubernatura en sustitución de Jaime Rodríguez Calderón.
Precisamente esa hipótesis me la contaron el domingo 2 en pleno aguacero que caía en la zona metropolitana, y casualmente El Norte le dedicó al día siguiente amplio espacio en su sección editorial.
Que “El Bronco” debe salir del Palacio de Cantera después de su derrota presidencial, aseguran voces, es para que los poderosos empresarios de Nuevo León, ahora muy amorosos con Andrés Manuel López Obrador, “tengan un gobernador de su nivel”.
De esa forma el tránsito hacia la sucesión de 2021 sería con menos obstáculos y el PRI podría regresar a la gubernatura con el aval del futuro presidente de México.
Y que para eso suceda López Obrador podría llamar a formar parte de su gobierno a Rodríguez Calderón en una subsecretaría, otra disparatada posibilidad por todo lo que pasó en la campaña.
El PRI está atizando esa absurda posibilidad, obviamente, para meter más ruido del que hay dentro del gobierno estatal luego de las elecciones donde las heridas todavía no sanan.
Por la personalidad de “El Bronco”, el ejecutivo estatal no tiene en mente renunciar y, menos, entregarle su cargo a un priista cuando él tiene en la mira a dos o tres de los suyos, viejos y nuevos independientes para suplirlo.
Guste o no, hasta 2021 el Palacio de Cantera seguirá pintado de morado. Pero también nada en esta vida es seguro… menos en política.
SEÑALES DE AMOR
Por el bien de Nuevo León en los próximos tres años que restan de su mandato, qué bueno que Jaime Rodríguez Calderón asistió a la reunión de los 32 gobernadores con el presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
Ante rumores de que se ausentaría por segunda ocasión, “El Bronco” se apersonó en la Ciudad de México dando prioridad en su agenda y empezar los contactos con quien será mandatario del país a partir del 1 de diciembre próximo.
Atrás debe quedar la ríspida confrontación cuando el gobernador de Nuevo León fue candidato independiente a la presidencia de México, y AMLO fue el objetivo principal de sus críticas en un intento de bajarle simpatías y hacerlo perder.
Bien porque ninguno de sus asesores más cercanos le hablaron al oído esta vez para sugerirle que volviera a desairar a López Obrador pues, ciertamente, hubiera sido un error básico en política.
Está bien que “El Bronco” todavía no digiere que Judtih Díaz será la coordinadora en Nuevo León, o “superdelegada”, como se le viene diciendo para fastidiar a los gobernadores.
Nuevo León necesita infraestructura para almacenar agua ante la crisis actual; Nuevo León requiere la compra de los vagones para la Línea 3 del Metro; Nuevo León debe garantizar la seguridad de los habitantes ante el resurgimiento de la violencia; Nuevo León, como segundo o tercer Estado del país en importancia, necesita puentes no obstáculos con la Federación.
Qué bueno que “El Bronco” asistió a la reunión de la CONAGO porque, de lo contrario, el futuro para Nuevo León iba a ser muy complicado.
Y para confirmar que ya son menos tensos los encuentros entre ambos, el martes 4 de septiembre López Obrador fue recibido por el gobernador en la salida de pasajeros de vuelos nacionales con un: “Bienvenido a su tierra”.
Quizá un poco exagerado el recibimiento que a muchos remontó a los tiempos cuando Carlos Salinas de Gortari llegaba al aeropuerto “Mariano Escobedo” y empezaba el besa-manos de funcionarios.
Pero bien el romance presidente electo y gobernador porque, insisto, el Estado tiene tres años huérfano de obra pública, con excepción de la línea 3 del Metro que pudiera ser que López Obrador sentado en la presidencia regrese para inaugurarla.
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