Los procesos de elección suelen dejar discrepancias entre la comunidad, porque se trata de evaluar o valorar resultados, calidad o niveles.
El pasado 14 de mayo del presente, el Gobierno del Estado realizó el magno evento que denominó “200 Protagonistas del Deporte de Nuevo León”, con el que reconoció al mismo número de personas que, en diferentes campos del deporte, en teoría aportaron al Estado.
El concepto fue parte de la conmemoración de los 200 años de la anexión de Nuevo León a la Federación Mexicana, de acuerdo al Decreto 45 del 7 de mayo de 1824 del Congreso General Constituyente, del que formó Servando Teresa de Mier, y que autorizaba para el día siguiente la convocatoria para la primera elección de diputados locales.
La idea de Los 200 fue una buena intención para reconocer el quehacer deportivo del Estado; lo objetable fue haberlo llevado a través de un ejercicio ciudadano, en el que cualquier persona podía registrar su propuesta.
De esta forma se presentaron casos de deportistas o de gente de “pantalón largo” con escaso historial o con muy modestos resultados. Deportista, entrenador, directivo-funcionario, promotor, periodista y ciencias, fueron las categorías.
Un pequeño grupo de personas ligadas al deporte, entre ellos tres veteranos periodistas y entre ellos un servidor, fuimos convocados por el Instituto Estatal de Cultura Física y Deporte como miembros del Jurado Elector.
Fuimos tajantes al solicitar que entre Los 200 debieran estar todos los atletas olímpicos y paralímpicos que ha tenido el Estado, punto que se desechó y por lo mismo se dejó afuera a verdaderos estelares de nuestro deporte.
Es el caso de Luis Rosendo Ramos, tres veces olímpico y tres veces campeón panamericano; Miguel Elizondo, único con Olímpicos de verano y de invierno; y no digamos de aquellos que abrieron la ruta en el alto nivel como los clavadistas Carlos Curiel y Jesús Flores Albo en Los Ángeles 1932.
El INDE nos aclaró que el ejercicio no era exclusivo para el alto rendimiento, por lo que se debían cubrir todas las categorías, y eso fue lo que pasó. Prácticamente nuestra presencia fue para filtrar ciertos casos de escaso mérito y alertar de otros de gran valía que estaban quedando afuera; o sea, más palomear que elegir.
En lo personal nunca conocí la convocatoria, en la que pudo haber estado la clave del ejercicio. Insisto en que este fue bueno, pero pudo haber sido excelente. Lo ideal pudo haber sido reunir a especialistas por deporte y que ellos eligieran a los mejores de su campo en cada categoría convocada; la falla fue haber abierto el concepto a propuestas ciudadanas: democracia no es sinónimo de conocimiento.
Qué penoso desconsuelo es ver la lista de Los 200 sin Arturo González “El Gigante de Tampiquito”, sin Felipe “El Clipper” Montemayor, sin Epitacio “La Mala” Torres que, si bien Sultanes fue reconocido en lo general, hay figuras que en lo individual están en el listado y estos últimos personajes, no.
El manager Jaime Luna y los Vaqueros de la Linda Vista, campeones mundiales de las Ligas Pequeñas en 1997, tampoco están dentro, con todo lo que este deporte ha representado para Nuevo León.
El mismo pesar da no ver a los caballistas de salto Federico Garza Santos y Marcela Lobo, de Los Ángeles 1984 y Atenas 2004: al ciclista Plácido Herrera, de Londres 1948, y a los peleadores Javier Camacho y Guillermo Tamez, de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988, entre otros victoriosos deportistas nuevoleoneses.
En cambio, sí están entre Los 200 algunos ex funcionarios que pasaron sin luz ni sombra por el deporte del Estado. Más meritoria era la labor de varios presidentes de Asociación Deportiva, y que en verdad han trascendido.
También figuran profesores de educación física que, siendo justos, nada tienen de distinguidos; este reconocido gremio tiene muchos y muy valiosos formadores, varios de ellos que extendieron su labor hacia el entrenamiento deportivo o a la dirección del deporte.
Como se ve, Los 200 se quedó chico. Lo que pudo haber sido bien recibido por toda una comunidad deportiva, terminó en aflicción para muchos.