
Estamos en un año eminentemente político. En Nuevo León hay elecciones de gobernador, alcaldes y diputados locales. Por si fuera poco, a nivel federal se renueva la legislatura, es decir, llegarán otros diputados al edificio de San Lázaro. Así es que en las precampañas y luego en las campañas los partidos y sus abanderados abrieron fuego con su propaganda de todos decibles, colores y sabores. Y espérese a que sea el registro de candidatos del 22 al 29 de marzo.
Hay dinero para la vida. El derroche es el signo oprobioso de estas elecciones de mitad de sexenio presidencial. El Instituto Nacional Electoral (INE) y los partidos viejos y nuevos le costarán a los mexicanos más que en los anteriores comicios intermedios del 2009.
Nada más para darnos una idea, en Michoacán dispondrán de un presupuesto 729 por ciento mayor que el ejercido hace seis años, y en Guerrero el incremento es superior en 362 por ciento, no importa que haya grupos violentos que se oponen a este proceso democrático y están decididos a impedirlo. Pero Chiapas es paradigmático de lo que es tirar el dinero en movilizar a las masas para que voten: De ejercer 94 millones de pesos hace seis años, ahora se gastará 933 millones, o sea, diez veces más, en lugar de aprovechar ese monto en una buena alimentación y educación de los más pobres.
En Nuevo León, de marzo a mayo, se espera un repiqueteo de anuncios políticos hasta ensordecer a los más apáticos, sin importar la poca creatividad de su contenido y a pesar de la nula credibilidad en la clase gobernante y en la que aspira a sucederle en el poder. En lugar de promover auténticas plataformas de reflexión y en vez de aprovechar los medios masivos para inyectar al cerebro de los receptores con sanas campañas, la competencia entre partidos se vuelve una loca charlatanería con la voracidad a flor de piel en pos del millonario presupuesto.
A Felipe de Jesús Cantú le han sugerido una argucia de imagen y de texto que vaya directa contra el PRI y su abanderada a la gubernatura: “Ese ‘Tivonne’ me lo voy a comer”. Imagínese usted la bajeza de miras. Y del otro lado no cantan mal las rancheras al tratar de aprovechar el lado débil del candidato del PAN. Y así por el estilo se mueven los genios de la comunicación subliminal que acompañan al “Bronco” y a Fernando Lozano o a Chema. Están para llorar en sus intentos de sacudir la conciencia de los ciudadanos como ocurrió con el trabajo creativo de los partidos políticos en general.
Dígame usted qué le dejó la cantaleta esa que afirma: “Y otras cosas buenas están por venir…” Seguramente al darse cuenta que el spot es del PRI, ese que aseguró que “sí sabía gobernar”, de inmediato lo mandó al basurero mental por simple reflejo condicionado al revirar hacia las permanentes mentiras de los tricolores que dicen estar “moviendo a México”, aunque no se sabe si para adelante o para atrás.
Y cuando estuvo usted en contacto con la propaganda del PAN, ¿se emocionó con el claridoso “Que nadie nos diga que no se puede”, cuando el divisionismo y los pleitos interescuadras eran cosa de todos los días? “Claro que podemos. ¿A poco no?”, empezó a decir muy sonriente Ricardo Anaya en los pocos días que disfrutó la presidencia nacional del PAN sin tomar en cuenta que la gente duda que estas siglas vuelvan a lucir en los primeros lugares a nivel nacional.
“Pasan los años y la historia se repite. Pero no, lo que se repiten son los errores”, dicen los del PRD, muy conscientes de lo que no funciona en México. “Por eso queremos ser tu voz”. Pero el mismo locutor, estamos seguros, con su tono rasposo evoca la imagen colectiva de los gobernantes y dirigentes del Sol Azteca que contradicen su propuesta.
Los del PT quisieron echar la casa por la venta y ni con su énfasis en “Decidimos ser de izquierda” han logrado quitarse el estigma de partido casero o de un solo dueño, igual que lo es el dizque Verde de Jorge Emilio González y seguidores que han aturdido con sus “logros” en voz de dos patiños de Televisa que han querido convencernos diciéndonos “Por qué somos verdes”, además de la ensertada que le hicieron dar al Presidente Enrique Peña Nieto con eso de los vales para medicinas sin un plan bien estructurado.
Pero qué le vamos a hacer. El sonsonete de la propaganda política no nos va a dejar en paz y no queda más que recurrir al zaping en la TV y gritarle al Partido Alianza que a huevo nos vamos a alejar de su pretensión de vendernos el color turqueza como la panacea de nuestros males endémicos.
Y lo mismo le diremos a MORENA, la esperanza de México, y a los partidos Movimiento Ciudadano, Humanista y Encuentro Social si no refrendan en los hechos tanta palabrería que no desquita el enorme gasto que representa nuestra democracia participativa en tiempos de crisis por el recorte presupuestal en el gobierno de Peña Nieto y el descenso abrupto en los precios internacionales del petróleo. Mejor que los políticos gasten suela y no nuestros benditos impuestos en algo que solamente a ellos les importa: llegar al poder.