No hagas cosas buenas que parezcan malas. No es moralmente aceptable robar a los ricos para ayudar a los pobres. Y está fuera de la ley toda conducta que contradiga los principios constitucionales y el marco jurídico que rige a una sociedad. Así es que por más que AMLO le despiste llamando rifa de un bien de la nación que no puede rifar, al final de cuentas se ha terminado enredando en los hilos de la corrupción que tanto dice combatir, porque tratándose del avión presidencial, está arrendado.
Y vamos a ponerle el nombre de corrupción y no otro a lo que la mayoría ha entendido como descarada manipulación de la opinión pública de parte de López Obrador con la ocurrencia de, inicialmente, vender el avión y luego con la pretendida rifa del armatoste -que no puede llamarse rifa, porque la Lotería Nacional no puede ofertar productos sino dinero- , lo que ha costado muchos dólares especialmente por tenerlo estacionado en terrenos de California, Estados Unidos. Para acabar con la farsa, el asunto terminó con la propuesta de no entregar físicamente el avión sino su equivalente en efectivo.
Sencillamente lo que va en contra de la Ley General de Responsabilidades Administrativas en México, y a nivel internacional, es equiparable a la corrupción, ya que viola reglas que prohíben pagar favores a los gobiernos. Y eso fue lo que hizo el señor Presidente al recurrir a la extorsión de los principales capitanes de la industria y del comercio, 200 de los cuales fueron convocados a una cena con tamales en Palacio Nacional para que adquirieran millones de “cachitos”, lo que se tradujo en el compromiso, finalmente, de una aportación de mil quinientos millones de pesos para apoyar los servicios médicos. ¿A cambio de qué?, se preguntan los ciudadanos que sospechan de los 75 sumisos y cortesanos millonarios que siempre tratan de estar en buenos términos con el poderoso en turno, sea del partido político que sea, y que esta vez buscarán cobrarle ese favor monetario al gobierno en turno, pues todo favor es de ida y vuelta.
Son dueños de fortunas inmensas y por eso cuidan su relación con el poder y con el amo que nos (des)gobierna. Son los mismos que siempre están a la orden del Tlatoani azteca que les pasa “la charola” desde las alturas del Olimpo político, según lo ha dicho su representante Carlos Salazar Lomelí, solamente que ahora no es “en lo oscurito”. Antes sí. Y le parece bien que hoy se haga a la luz del día y ante el escrutinio y crítica de los medios masivos y del público en general. Como quien dice: que se conozca el pecado pero no los pecadores.
López Obrador se ufanó de que no hubo desaire a la invitación y que los asistentes a la cena acudieron libremente. Pero esto último es cuestionable, si nos preguntamos ¿qué entendieron los invitados cuando escucharon la advertencia presidencial de “veremos quién es quién y qué empresarios están con nosotros”? ¿Qué hubiera sucedido si nadie acude a la cita? ¿Qué les pasaría a los que se deslindaran de tal ridículo y dejaran al cobrador de impuestos solo con sus amigochos? ¿Qué dirá el tabasqueño de la mayoría que no se apoquinó con sus millones pues solamente fueron 75 de los 200 que firmaron la carta-compromiso?
Esos a los que AMLO acusa de haberse beneficiado del neoliberalismo abusivamente y de haber empobrecido al pueblo con su voracidad y ganancias exorbitantes durante los sexenios faraónicos y del dispendio, al mismo tiempo que recibieron indebida condonación de impuestos para sus empresas durante los años de los tecnócratas que hundieron a México en la miseria, ahora reciben elogios de altura. Se trata de “empresarios con vocación social que sirven a las causas nobles”. No importa quiénes sean porque “está prohibido” revelar sus nombres. Y no importa que los viva calificando de fifís y conservadores; adversarios u opositores a su visión de gobierno,
En resumen, lo que podríamos concluir del asunto es que AMLO le sacó partido a su ocurrencia. Jugó con la opinión pública un rato con sus puntadas de que vende o rifa el avión presidencial o, finalmente, lo utiliza como coartada para que la gente se emocione con la compra de cachitos a 500 pesos, canjeable por dinero en efectivo (si ganan), aunque los empresarios que se queden con todos los que adquirieron por 20 millones de pesos, tendrán más oportunidad de ser los afortunados del sorteo.
El avión le fue benéfico al inquilino del Palacio Nacional. Mañana podrá anunciar la rifa del Castillo de Chapultepec. ¿Por qué no? Lo podrá hacer tan popular como este avión, aun a costa de las risotadas de muchos en todo el mundo. Él lo ha aprovechado como distractor de los grandes problemas nacionales para que hablemos en abundancia de la rifa del armatoste, en lugar de debatir sobre la inseguridad nacional, el estancamiento económico, los problemas del sistema de salud y del medio ambiente, etc. La manipulación de las masas le salió a pedir de boca y no se diga el entreguismo (extorsión) de los empresarios y comerciantes acaudalados. Ah, pero no es corrupción, eh… Su soberbia no se doblega ante los hechos, por el horror a tan fea palabra.