En abril de 1989 llegué al entonces Diario de Monterrey (hoy Milenio) contratado por el Lic. Jorge Villegas como Jefe de Información, y una de las primeras encomiendas que me dio consistía en estar pendiente de las elecciones para gobernador en Baja California, pues un amigo –muy amigo– del dueño del periódico, es decir Raúl Salinas de Gortari le había advertido a Francisco “Pancho” González que habría alguna sorpresa en tales comicios.
Yo volteaba la mirada hacia el jefe de la oficina Juan Francisco Salazar y hacia el jefe de la plana de deportes Héctor Hugo Jiménez, porque ya tenían más tiempo en el diario y me podrían sacar de apuros en mis primeros contactos con la gente de todo Multimedios Estrellas de Oro, pues había órdenes estrictas de cuidar mucho los comentarios en las páginas de opinión acerca de todo lo relacionado con la presidencia de la república, justamente después de enero de ese año (1989) en que Carlos Salinas de Gortari ordenó el arresto del líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia, alias “La Quina”.
Apenas el 1 de diciembre de 1988 había tomado posesión el ex secretario de Programación y Presupuesto y ya su hermano Raúl se sentía el non plus ultra de la política a nivel nacional de modo que llamaba con frecuencia a su “amigo Pancho” en Monterrey y quizá a otros directivos de la prensa en todo el país con el fin de congraciarse con sus favores.
Además, veníamos de una elecciones muy competidas en Chihuahua en 1986 que fueron el foco de atención de los medios por la descarada manipulación desde la Secretaría de Gobernación, lo que le costó un severo desprestigio al presidente Miguel de la Madrid, abucheado a más no poder durante la inauguración del Mundial de futbol México 86.
Y, para colmo, los turbios comicios de julio de 1988 en que –ahora se sabe– ganó el izquierdista Cuauhtémoc Cárdenas dejaron el escenario listo para que Salinas de Gortari buscara legitimares de mil maneras, y una de ellas fue dejando vía libre al voto en las elecciones para gobernador en Baja California.
Así pues, los periodistas de aquellos años empezamos a medir la temperatura política del lejano Estado en el noroeste de México y no pocos sospechamos que el entonces partido hegemónico y casi único, el PRI, por fin se sometería al escrutinio de los votantes y nos daría un respiro en su dictadura que el escritor Mario Vargas Llosa calificó como “perfecta”.
Los escépticos siempre recurrían al consabido “no se la van a dar al PAN” porque Baja California es el vecino más inmediato con Estados Unidos como para que partido de derecha lo gobernara, y otros apostaban a que el PRI recurriría a las mañas de siempre para aferrarse al poder en aquel enclave estratégico de México.
Ernesto Ruffo Appel era la “esperanza azul” aquel 2 de julio de 1989, en tanto que el tricolor tenía plena confianza en su candidata Margarita Ortega Villa, ex senadora y ex diputada federal, además de canbdidata “palomeada” directamente por Carlos Salinas de Gortari, unos dijeron inmediatamente que para “sacrificarla”, al conocer los resultados de la elección, y otros dijeron que para “proyectarla” a más alturas pero la gente votó en su contra.
Por primera vez el suspenso mantuvo en vilo a la opinión pública en esos tiempos de aplastante dominio priísta, y aunque la votación terminó con un 52 por ciento a favor del PAN contra 42 del PRI, los antidemocráticos del sistema clamaban por las “buenas artes” presidenciales para revertir el triunfo de Ruffo Appel.
Pero no. El Presidente del PRI, Luis Donaldo Colosio, por indicaciones de Carlos Salinas de Gortari dio la cara desde la ciudad de México y aceptó el veredicto de los votantes, por lo cual los priístas bajaclifornianos comenzaron a llenarlo de insultos y a calificarlo como traidor, pues estaban acostiumbrados a hacer de las suyas tras bambalinas al ser el gobierno juez y parte en los comicios.
En la siguiente elección de gobernador en Baja California se confirmó la preferencia de los bajaclifornianos por el PAN y así durante 24 años, venciendo inclusive en 2007 a un candidato de peso pesado en todos sentidos, Jorge Hank Rhon, quien ni con todos sus millones de pesos en sus manos y el poder omnímodo que ostenta para ganar voluntades, pudo llegar a la gubernatura.
Ese 2 de julio de 1989 Raúl Salinas de Gortari llamó a “Pancho” González al Diario de Monterrey lo que originó una orden de trabajo que me dio de inmediato el Director Editorial, Lic. Jorge Villegas Núñez. Por eso este 7 de julio es harto significativo y se parece a aquella fecha memorable, ya que hoy cobra la misma fuerza de entonces el juego de las especulaciones al estarse revirtiendo el dominio del PAN en Baja California y presentarse unas elecciones muy pero muy reñidas, dígase lo que se diga.
Pero quién sabe si haya un Raúl Salinas de Gortari moderno con contacto directo con los directivos de los medios de comunicación.