Después del “Buen fin”, llegó el “Fin del mundo”. La supuesta profecía maya está enloqueciendo tanto a México como a Europa, a tal punto que seguramente algunos de los que leerán la presente columna antes de su publicación estarán convencidos que mis líneas son simple y sencillamente inútiles, ¡ya que nadie estará después del 21 de diciembre para leerlas!
Si usted conoce personalmente a alguien sujeto a este tipo de angustia “findelmundistas”, le recomiendo recordarle que ésta será “simplemente” la 183 vez que se anuncia el fin del mundo desde la caída del Imperio Romano… La diferencia está ahora en la amplitud del fenómeno: entre más se acerca la fecha, más reportajes proponen las televisoras, más libros sobre las culturas mayas son editados, más artículos relatan las originalidades de los que se preparan para “el evento” (incluida la presente columna); haciendo que por mucho que queramos ignorarla, esta fecha no sea neutral para nadie.
Cabe agregar que este fenómeno es todo salvo natural y que no se debe únicamente a la facilidad de comunicación de las redes sociales. Al contrario, el exagerado volumen de información que debemos soportar todos los días está sabiamente organizado por quienes buscan una rentabilidad, y que por lo mismo decidieron invertirle mucho en propaganda. Así es que las estaciones balnearias de México esperan para los días de diciembre un aflujo de turistas internacionales y especialmente europeos (¡Pero no se asuste ni se preocupe por las vacaciones decembrinas de su familia en la playa! La mayoría de ellos son más curiosos que fanáticos). Y ni se diga del alborote que van a conocer los sitios mayas en este fin de año con la invasión de aprendices chamanes y de antropólogos neófitos en búsqueda de sensaciones fuertes… ¿Será casualidad que se espere un 90% de ocupación en los hoteles de Cancún cuando el sector turístico nacional sufre de la grave crisis económica mundial? Lo menos que se puede decir es que a esta industria, el fin del mundo le cae como anillo al dedo. Esperemos que estos numerosos turistas nacionales e internacionales aprovechen su estancia para participar también a una de las conferencias organizadas por el INAH con el fin de restablecer la verdad sobre la sabiduría maya, tan falseada por los propósitos mercantilistas…
Allá en Europa, “El fin de una era” es también uno de los eslóganes utilizado en las agencias turísticas. ¡Algunas proponen hasta un paquete “fin del mundo” para recién casados! Nadie desaprovecha el fenómeno. Por ejemplo, la marca automotriz francesa Renault lo retomó para promocionar su nuevo modelo con el lema “Regálate un bonito recuerdo del fin del mundo”.
Para que vean que México no es el único lugar del planeta que será destino privilegiado de los desplazamientos de masas, existe un pequeño pueblo francés llamado Bugarach, también tomado por una multitud de “visionarios” (ya que según una predicción, sería el único poblado salvado del cataclismo…). Supuesto territorio de “ondas magnéticas” o de “concentración de extraterrestres” como lo afirman los “ufólogos”, Bugarach es temporalmente teatro de movimientos esotéricos de todas obediencias, que proponen sesiones, terapias y meditaciones (a elevados precios, claro). El alcalde, preocupado por la propaganda planetaria que se le hizo a su municipio, pidió ayuda al gobierno para regular la afluencia de curiosos que empezaron a llegar.
Pero esto no es todo; existe otra categoría – menos divertida – de turistas que vienen a estos lugares “místicos” para prepararse para el Apocalipsis. Asimismo, el Corriere della Sera italiano nos comenta que 38 familias europeas organizaron refugios en antiguas fortalezas mayas de Yucatán para “salvarse” de lo inevitable. Este relato demuestra que el negocio es también jugoso para las sectas de todo tipo, y son varios gobiernos del Viejo Continente que advirtieron de los riesgos inherentes al activismo de diversos movimientos financiero-espirituales más o menos mal intencionados. Varios dramas han surgidos en fechas similares y desgraciadamente, no se pueden descartar tragedias y abusos de las personas más frágiles.
Esto advertido, me despido de ustedes, estimados lectores (tal vez definitivamente, ya veremos…), no sin antes desearles unas excelentes fiestas de fin del mundo.
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