
En la toma de protesta de Margarita Arellanes Cervantes como la primera alcaldesa en la historia de Monterrey, sólo una bola de paleros en el segundo piso del Teatro de la Ciudad salvaron la noche a su antecesor, Fernando Larrazábal Bretón.
Resulta que entre los miles de invitados especiales que estaban en el primer piso, si acaso hubo uno o dos entre que aplaudieron cuando mencionaron el nombre del diputado federal que un día soñó ser senador y gobernador de Nuevo León.
El hermano del “Señor de los Quesos” asistió a la ceremonia donde Arellanes Cervantes asumió el Ayuntamiento regio con la asistencia de invitados especiales, entre ellos, Gustavo Madero, el presidente nacional de Acción Nacional, y de Ernesto Cordero, líder de los senadores albiazules en la Cámara alta.
En primerísima fila, Larrazábal Bretón tragó saliva cuando la alcaldesa dijo que en su administración no tolerará “manchas de sospecha ni sombra de corrupción”, en clara alucinó a Jonás, el recaudador de dineros en los casinos. ¿Así o más clara la recta al centro del plato que lanzó Margarita?
“Invitaré a los organismos cívicos a que nos indiquen dónde nos hemos equivocados. Las buenas intenciones no bastan, vamos a demostrarlo con hechos”, propuso la alcaldesa que lució un vestido color PAN.
En ediciones pasadas de Hora Cero, varios dirigentes de la iniciativa privada en el Estado dijeron que confiaban en Arellanes Cervantes para obtener resultados en favor de la ciudadanía, sobre todo en los temas de combatir la inseguridad y la corrupción, manchas de su antecesor.
En los primeros párrafos de su discurso de toma de posesión, la ex delegada de Desarrollo Social en Nuevo León anunció que la Secretaría de Seguridad Pública de Monterrey estará a cargo del Contraalmirante de la Marina, Augusto Cruz Morales.
“¡Qué belleza, qué belleza, Margarita al-cal-de-sa!”, fue la única porra que se escuchó desde las alturas antes de su arribo al escenario, por un grupo de seguidores albiazules que aplaudieron de manera efusiva a los regidores salientes, Arturo Méndez Medina y Zulema Rico Grimaldo.
El acto fue algo austero: un podium, una pantalla atrás y unas cortinas negras. ¿Será porque los salientes dejaron las alcancías vacías en el Año de Hidalgo? Eso sí, el Teatro de la Ciudad lució un lleno hasta las banderillas, como plaza de toros.
Un dato curioso es que Arellanes Cervantes no mencionó la asistencia del ex gobernador y ex senador, Fernando Elizondo Barragán, quien estaba en primera fila. Al quite salió Rodrigo Medina de la Cruz, quien pudo haber leído un discurso en vez de improvisar.
En los asientos había de todo un poco, destacando los diputados panistas del Congreso estatal y la mayoría de los federales; Fernando Margáin Santos, ex alcalde de San Pedro y su esposa; así como Tatiana Clouthier y Ugo Ruiz, quien al día siguiente asumió la alcaldía sampetrina.
Los ex alcaldes albiazules regios, Adalberto Madero Quiroga y Felipe de Jesús Cantú, brillaron por su ausencia, así como militantes del PRI a quienes, seguramente, su invitación no les llegó porque el cartero se perdió en el camino.
Hubo intenciones de invitar a Felipe Enríquez a la ceremonia, pero al final los organizadores dieron marcha atrás, ya que tuvieron información cierta que el candidato perdedor del PRI estaría desestresándose en su millonaria residencia de Quintana Roo.
La que pasó un momento amargo fue Ivonne Álvarez, quien de seguro hubiera preferido que no la mencionaran entre los asistentes especiales a la ceremonia de César Garza, pues al decir su nombre la “chapulina” alcaldesa recibió algunos abucheos por parte de los presentes, todo lo contrario a la secretaria General del CEN del PRI, Cristina Díaz, también oriunda de Guadalupe, quien fue vitoreada y aplaudida.
A quienes se les vio muy juntitos en el evento protocolario de Víctor Pérez como alcalde de Santa Catarina fue al edil saliente Gabriel Navarro y el diputado local Jesús Cedillo, ¿será que ya fumaron “la pipa de la paz” luego de que Navarro le dio la espalda al lanzarse como candidato a legislador local?
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Quien tuvo su premio de consolación, tras aspirar a más cuando anduvo metido en la campaña de Felipe Enríquez para la alcaldía de Monterrey por el PRI, es Mario Rojo, en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL.
El eterno grillo de esa institución fue nombrado recientemente como subdirector de asuntos estudiantiles, un cargo considerado como un traje a la medida para cuando se acerque la sucesión de la directora Lucy Sepúlveda, apenas en su primer periodo.
Mario Rojo sabrá Dios a qué santo le reza, pero cierto es que sabe colarse hasta la cocina dentro de la Máxima Casa de Estudios, que debería ascender a quienes tienen méritos académicos o profesionales, no por andar en la grilla barata.
Hay que recordar que en las elecciones a gobernador en 2009, y para la alcaldía de Monterrey en julio pasado, el también maestro de planta fue acusado de hacer proselitismo a favor del candidato del Revolucionario Institucional.
La Facultad de Comunicación de la UANL atraviesa por una etapa de tranquilidad, pero seguramente esta designación de Rojo alborotará el avispero. ¿Quién fue el padrino del nuevo subdirector?, es la pregunta que queda en el aire.
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En la Comisión de Transparencia y Acceso a la Información de Nuevo León, uno de sus jerarcas de nombre Rodrigo Plancarte de la Garza terminará su gestión con un amargo sabor de boca: nunca haber presidido el organismo.
El comisionado, quien también es empresario y editorialista de una televisora, hizo el berrinche de su vida pues buscó por todos los medios ser presidente de la CTAINL, cargo que al final recayó en Guillermo Carlos Mijares Torres.
Pero Plancarte de la Garza no tiene por qué quejarse, pues en los próximos meses seguirá cobrando sus 80 mil pesos mensuales.