
Si fue un buscapiés, una cortina de humo o un distractor después de las críticas por la reunión con el yerno de Donald Trump, y los abucheos recibidos en la inauguración del nuevo parque de beisbol de los Diablos Rojos, fue un grave error exigir disculpas a España y El Vaticano por los daños ocasionados a los pueblos originarios durante la conquista de México por parte de Andrés Manuel López Obrador.
Cierto es que los más contentos son los mexicanos “fifis” bastante activos seguramente generando o compartiendo cientos o miles de “memes” que ridiculizan al presidente de México, quien se metió en un pantano donde tardará muchos días, o semanas en salir… seguramente no tan limpio.
La presidencia de la República, en el supuesto de que López Obrador consultó a colaboradores expertos en política internacional, intelectuales e historiadores, no calculó el escándalo que cruzó el Atlántico en segundos y que, por lo mismo, no estaba en el presupuesto.
En pocos días el mandatario había tenido un día gris por la reunión con el yerno de su homólogo de Estados Unidos en la casa de un alto directivo de Televisa. Y otro día oscuro cuando, sin imaginárselo, no fue gratamente recibido al tomar el micrófono previo al juego Diablos Rojos contra Padres de San Diego.
En ambos casos la polémica iba de bajada. Pero sucedió lo que para muchos ha sido su peor día negro en casi cuatro meses del sexenio: pedirle disculpas a la Corona Española y a la Santa Sede por la colonización cuando en 2021 se cumplirán 500 años del desembarco de Hernán Cortés, sus tropas y los evangelizadores.
¿Por qué pedirle a España que se disculpe por algo que pasó hace ya cinco siglos, cuando López Obrador perdonó todos los agravios cometidos al país por su antecesor Enrique Peña Nieto, que no son pocos?, es la pregunta de millones de mexicanos.
O por qué no ofrecerle disculpas a los primeros propietarios de extensas tierras donde se construyeron lujosos complejos turísticos, pongo como ejemplo Cancún y la Riviera Maya, que seguramente fueron compradas por debajo de su verdadero valor en 1968 durante el nefasto gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
Han sido tantas las reacciones, la mayoría de “memes” donde se burlan del presidente, pero hay una que me llamó la atención del escritor y periodista español Arturo Pérez-Reverte, autor de varios libros, entre otros “Territorio comanche” y “La reina del sur”, quien llamó “imbécil” a López Obrador.
En efecto, peores calificativos recibió Peña Nieto en todo su sexenio, sobre todo en publicaciones a través de las redes sociales, sin embargo no recuerdo uno como el expresado en Twitter por el miembro de la Real Academia de la Lengua Española, tras revelarse el contenido de la carta que envió el presidente mexicano al Rey Felipe VI.
Si se trataba de apagar el fuego de la reunión con el yerno de Trump y por rechifla en el parque de beisbol, la exigencia de disculpas a España fue absolutamente desafortunada. Con daños a la imagen que seguramente se medirán en encuesta con la pregunta: ¿le decepciona o se avergüenza de AMLO con esas declaraciones?
Por qué mejor no haber convocado a una consulta pública que es la moda del presente sexenio, preguntado a los mexicanos: ¿qué le molesta más: la colonización española en 1521, o el perdón de López Obrador a Peña Nieto y todos sus funcionarios en 2018? El resultado es obvio.
Por último, por qué López Obrador fue expuesto -por ignorancia o por estrategia de comunicación- como un desinflamado o ignorante sobre el perdón expresado por la Ia Iglesia Católica por la evangelización desde Juan Pablo II hasta el Papa Francisco. ¡Por el amor de Dios… pero qué necesidad!
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