Andrés Guardado ha anunciado su retiro el día de hoy, el próximo domingo tenemos la oportunidad de ver el adiós de un grande del futbol mexicano, un jugador que buscó salir del país y forjó una gran carrera fuera de sus tierras, de su zona de confort y representando dignamente a un país que rara vez exporta futbolistas
Tal vez no sea comparable a Hugo o Rafa Márquez, pero el “Principito” está en la segunda línea en cuanto a calidad y tiempo jugado en ligas foráneas, no solo por geografía sino por calidad también.
Para los que vimos los primeros pasos que dio en el Atlas, recordamos su zurda exquisita en liguillas, nos emocionamos con goles de los que hacen vibrar, comprobamos su calidad con toques que van más allá del común, toques de barrio, toques de orquesta, toques que son imaginados por una mente con “IQ” futbolero más allá del promedio, toques de una mente que se rodeaba de unos rizos característicos que acrecentaban la imagen y leyenda de un jugador que pintaba, y al final pintó, para ser uno de los que vamos a recordar por buen tiempo.
De la Academia del Atlas hacia el mundo, una zurda privilegiada, un jugador de clase mundial que destacó y fue referente donde se paró, equipos y selección, donde pudo llevar su capacidad a instancias que muchos desde nuestro sillón hemos soñado en algún momento.
Ver partir a jugadores de ese calibre le duele al fútbol, nos hace pensar en el pasado, presente y futuro, de un deporte que cada vez batalla más para destacar la técnica sobre la táctica, para generar más artistas que soldados donde lo físico va prevaleciendo sobre la improvisación de aquellos nacidos para divertir.
Vale la pena presenciar un partido histórico y despedir como se merece a un jugador que dio todo lo que tenía, no escatimó esfuerzos, salió de su tierra para conquistar lugares del más allá, donde la exigencia pide una entrega que no en todo jugador se puede visualizar.
El último baile de un mexicano que nos hizo sentir orgullosos, un jugador que nos divirtió desde su cancha, un ser humano que dio todo por su familia y su deporte, que representó dignamente a esta nación y al fútbol que lo vio nacer, por lo que más allá del resultado, un aplauso, un reconocimiento, una porra, será lo mínimo para ver dar sus últimos pasos hacia la banda a un jugador que ahora tendrá que presenciar a las nuevas generaciones hacer rodar el balón, ese esférico que un dio fue poseído por su magia que desde sus botines supo transmitir para sorprendernos y hacernos gozar un deporte cuya espectacularidad a veces parece estar en vías de extinción.
Hasta pronto señor Guardado, es tiempo de decir adiós.
¡Saludos DESDE EL SILLÓN!