Quizá el gobernador priista de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, no sepa qué tan bien amarrado está el dirigente estatal del Partido Acción Nacional, José Alfredo Pérez Bernal con la Confederación de Trabajadores de México, específicamente con el líder José Ismael “El Mayelo” Flores Cantú.
Esta realidad me la confirmó el jueves 20 de marzo el secretario de comunicación del PAN estatal, Ángel Barroso Correa, cuando dijo que su partido no tenía interés de fijar una postura crítica sobre los negocios con varios municipios que han tenido la familia Flores con la empresa La Voz de Nuevo León S.A. de C.V.
En una llamada telefónica el empleado albiazul dijo que el PAN y la CTM tienen buenas relaciones y que no estaba en su agenda criticar a la central obrera, a su líder y al hijo diputado local del PRI, Óscar Alejandro Flores Treviño, quien además es presidente del consejo de la razón social.
Cuando, casi como una regla del manual de periodismo, es que los partidos políticos opositores quieren que los medios de comunicación exhiban a sus contrincantes para tirársele a la yugular.
De sobra es sabido que Flores Cantú traicionó al PRI en las elecciones de 2012, cuando hizo el berrinche y apoyó al PAN para ganar, con candidatos cetemistas, las alcaldías de Juárez y Pesquería, por coincidencia, municipios donde La Voz de Nuevo León S.A. de C.V. aparece en la lista de proveedores.
Traiciones en la política no son ninguna novedad en los tiempos recientes de México. Basta recordar que en 1988 un grupo de priistas, entre ellos Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Porfirio Muñoz Ledo, renunciaron al tricolor para formar el izquierdista Frente Democrático Nacional que postuló al primero a la presidencia de la República.
Y que posteriormente fue la base para fundar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), mismo que en dos ocasiones causó en cascada la desbandada en ese partido y postuló a otro ex priista, Andrés Manuel López Obrador, en busca de la presidencia en 2006 y 2012.
Si en las elecciones en Nuevo León de hace dos años pareció, además de una traición, un berrinche de la CTM para ayudar a Acción Nacional a ganar Juárez y Pesquería, para nadie sería un secreto que la central obrera jugó también en contra en otras alcaldías y distritos federales y locales.
Medina de la Cruz debe haber hecho números de que para los comicios del próximo año cuando se jugará todo: gubernatura, alcaldías, el Congreso local y las 12 diputaciones federales de mayoría, ya no cuenta con los votos de la membresía cetemista.
“El Mayelo” ya se amarró con el PAN en lo oscurito, por eso mismo la posible candidatura de la senadora Ivonne Álvarez García está prácticamente descartada.
Porque la ex conductora grupera y ex alcaldesa de Guadalupe, pese a ser un imán en las urnas por popular, tiene el fierro cetemista tatuado y su padrastro político es Flores Cantú.
La CTM, que en 1997 quedó huérfana de gobierno y perdió influencia en la mayoría de los municipios importantes, a través de sus dirigentes no quiere que se repita el segundo fatídico episodio 16 años después.
Por eso apoyará a los candidatos albiazules, pero en especial al candidato o candidata que pudiera suceder a Medina de la Cruz.
Desde la capital del país ya vieron este escenario de nueva traición y directamente el presidente Enrique Peña Nieto meterá las manos sin disimulo para poner candidato, en una decisión centralista donde Medina de la Cruz no tendrá derecho a veto.
Si algo bueno demostró el gobernador de Nuevo León cuando palomeó los nombres de los candidatos que compitieron en 2012, fue que no se doblegó ante las presiones de Flores Cantú.
Aunque era previsible que la campaña presidencial favorecería al PAN en Nuevo León y que el PRI no iba a recuperar Monterrey, pero sí retener Guadalupe, las traiciones en los dos municipios casi metropolitanos no estaban en el guión.
Si uno de los únicos dos fuertes aspirantes: Margarita Arellanes Fernández o Mauricio Fernández Garza llega a ser candidato a gobernador, la CTM ya está poniendo la mesa del banquete para el posible festejo.
Es obvio que el dirigente estatal albiazul, Pérez Bernal, no firmó el pacto con la CTM, pues como el que escribe este espacio, somos empleados en escritorios diferentes.