Se nos fue muy temprano, y en domingo, pues al Doctor Luis Eugenio Todd Pérez le encantaba madrugar. Era un genio para el humor y la sonrisa pronta. Sarcástico a veces y duro para la defensa y el ataque. Por esa personalidad muy suya, la noticia de su fallecimiento inundó los medios informativos. Pero los mensajes de boca en boca y en redes sociales hicieron lo suyo. El sentimiento de pena inundó el ambiente. No era para menos: partió de este mundo un ser especial en el campo de la medicina, de la política universitaria y la “bata blanca”, de la política partidista, del futbol profesional y de la comunicación social por sus intervenciones como comentarista en diarios y TV.
No podemos negar que el científico de la medicina, el filósofo de la vida diaria, el polemista y defensor a rajatabla de sus ideas y profesor en su amada UANL dejó su honda huella en el solar nuevoleonés. Se fajó para dotar al Hospital Universitario de lo mejor para los transplantes de riñón y el equipo de resonancia magnética para los estudios radiológicos. Pero tampoco podemos regatearle méritos por su quehacer e iniciativas en el deporte universitario. Fue, con el Ingeniero Cayetano Garza, el promotor de la Facultad de Organización Deportiva en 1974, la cual inició en uno de los pisos superiores de la Torre de Rectoría. Para entonces Luis Eugenio Todd ya había cosechado triunfos como rector de la máxima casa de estudios del Estado. Su periodo como rector a partir de 1973 se significó por la estabilidad que dio a la institución, tras las heridas sangrantes que le dejó la lucha feroz en aras de la autonomía, rubricada en 1971, gracias a la entrega por la causa de Héctor Ulises Leal Flores y otros esforzados profesores y alumnos.
El sistema de México, dominado por un partido hegemónico y casi único, lo arropó, pero le cobró la factura con la entrega de los colores universitarios a la sombra del dominante gobernador de Nuevo León, Alfonso Martínez Domínguez. De hecho, en el libro de memorias del ex Rector, dejó el testimonio que el PRI nacional y la presidencia de José López Portillo le solicitaron su aprobación sobre el sucesor de Pedro Zorrilla Martínez, como se había consultado también a las cámaras empresariales de aquí y a los poderes fácticos o “fuerzas vivas” de la tierra norteña. Luis Eugenio Todd, como lo hizo a nivel nacional el magnate de la TV Emilio Azcárraga, se declaró “soldado del PRI”. No había otra vía alterna si se deseaba sacar adelante el proyecto académico, administrativo y político desde el octavo piso de Rectoría.
Por eso, igualmente, el nombre de Luis Eugenio Todd está ligado a hechos históricos del deporte profesional. Junto con Alberto Santos de Hoyos fueron los artífices de la efervescencia futbolera local. El presidente de los Rayados revolucionó el medio, al conjuntar un equipazo a partir de 1971, y en 1973 habló con el Rector de la UANL para que apoyara su iniciativa de cambiar la sede del equipo albiazul del Tecnológico de Monterrey al Estadio Universitario. ¡Casi nada! “Y fue algo muy bueno para este deporte”, me dijo un día el brillante médico. “Pero cuando llegó el Doctor Alfredo Piñeyro les quiso cobrar de más a los Rayados y en 1980 por eso regresaron al Tec”.
A Luis Eugenio Todd le tocó rodearse de gente valiosa o conocedora del futbol soccer en sus inicios como Rector, como el Contador Públic Roberto Méndez Cáceres, Manuel Peña, Roberto Chapa y Carlos H. Suárez, entre otros, de manera que se impulsó a toda costa el plan de tener a los Tigres en la Primera División, con profesionales que marcaran positivamente la imagen de la UANL. Y se hizo la luz. En mayo de 1974, a un año de su rectorado, los felinos se forraron con nombres que harían historia en el club y rugieron por primera vez en un Clásico Regio, empatando a 3 goles el 13 de julio en la cancha de CU, cuando los pesimistas auguraban una derrota de los de casa. Pero luego la gloria deportiva refrendaría la acertada decisión de contar con dos entrenadores de certificada efectividad que permitiría al Rector ceñirse un cetro en su actuación, con el campeonato de Copa contra el América en octubre de 1975, al mando de Claudio Lostanau, y el título de liga en 1978, con Carlos Miloc en el timón técnico.
A mí, como reportero entonces de El Norte, me tocó vivir de cerca muchas incidencias en la cobertura del deporte de masas por excelencia en Monterrey. Estuve frente a frente con el Doctor Todd en sus reclamos y aclaraciones de notas y reportajes. Pero lo que nunca me perdonó fueron las críticas de la gira de Tigres por Europa, con que él quiso cerrar su ciclo exitoso como Presidente del Club Tigres, pues se descubrió que el fajo de dólares lo puso el gobierno de Alfonso Martínez Domínguez en julio de 1979. Para sus males, no resultó como se esperaba. A fin de cuentas, el viaje fue un premio turístico que los jugadores supieron aprovechar. Nada más.
Tampoco aprobaba, a pesar de conocer mi admiración por él y su trayectoria profesional, mis columnas periodísticas que hacían referencia a su paso por los cargos públicos después de 1980 y menos su candidatura al gobierno del Estado por un partido político que no era el PRI, sino el de su gran amigo Alberto Anaya, el dueño del PT, porque el señor Rector lo había auxiliado en el problema que lo llevó al penal que entonces estaba en el Topo Chico. Como quiera, cuando lo veía en eventos universitarios, siempre me saludaba sin rencor y la última vez que acudió a la Facultad de Organización Deportiva me aceptó algunas selfies con mi teléfono celular. Ese día, al ser llevado en silla de ruedas al pódium, aclaró de inmediato al quedar de pie frente al micrófono: “Estoy muy malo de mis pies, pero no de la cabeza. Así es que se aguantan mi ponencia”.
¡Descanse en paz!…