Si algo me da gusto de la derrota de Donald Trump es que después de cuatro años volvería a vacacionar más allá del retén de Falfurrias, Texas, donde los turistas mexicanos tenemos que mostrar el permiso que nos autoriza llegar a San Antonio por carretera.
Tras la victoria de Trump en 2016 decidí pisar Estados Unidos lo menos posible. Y lo cumplí en un 99 por ciento optado por vacacionar en México en vez de gastar dólares en las ciudades que acostumbraba visitar con mi familia.
Durante la administración del actual mandatario solamente una vez crucé ese check point de la Patrulla Fronteriza que conecta McAllen con San Antonio (hay otro que cruzan los regios por Laredo). Y fue por trabajo cuando estuve una semana en Williamsport, Pennsylvania.
Nunca compartí el discurso de odio de Trump contra los mexicanos (migrantes y no) de su campaña de 2016, viéndonos como seres inferiores, criminales, narcotraficantes, terroristas, muertos de hambre y dañinos para Estados Unidos.
Por eso hasta la fecha me extrañan las personas que, sin derecho de votar en el país vecino por ser mexicanos, lo defienden y casi se enredan en la bandera con las barras y las estrellas. Pero bueno, respeto su manera de pensar sin compartirla.
Y para quienes saben que mis hijos pequeños nacieron en Estados Unidos quiero aclarar que tienen la doble nacionalidad. Entonces no soy incongruente.
Héctor Hugo nació antes de la victoria de Trump y Marco Sebastián durante su administración, pero deseaba que el 3 de noviembre el republicano perdiera para que el mundo tuviera un loco menos como presidente porque a la fecha hay muchos.
Antes de los comicios encontré sus publicaciones en mi perfil de Facebook variados y apasionados comentarios de amigos mexicanos sobre las elecciones de Estados Unidos. Y me preguntaba: ¿acaso no tenemos nuestros propios problemas como para perder el tiempo esperando saber quién ganaría, si Joe Biden o Trump?
Sin embargo quiero admitir que si tenía alguna preferencia sería por Biden, porque habría un imbécil menos gobernado un pedazo del planeta. Y no cualquier rebanada. Uno de los culpables en parte de la catástrofe sanitaria por la pandemia del Covid-19.
Ya en nuestro país tenemos suficiente en qué preocuparnos cuando vamos para los 100 mil muertos en ocho meses, sobre todo luego de la reiterada ocurrencia que dijo este martes 3 de noviembre Andrés Manuel López Obrador: que usar cubre bocas no sirve para evitar los contagios.
¿Pero qué le pasa al aliado de Trump que come nopales con huevo y no mastica ni una pizca de inglés?
Sobre todo cuando en algunos Estados los Congresos locales reformaron las leyes y aplican multas a quienes no lleven el cubre bocas en lugares públicos. Y de nuevo me pregunto: ¿qué gobernador tendrá el producto de gallina cuando López Obrador pise su territorio en gira sin usar esa protección?
En la abstinencia turística de 2016 a 2020 en familia fuimos a la Riviera Maya; a San Cristóbal de la Casas, Chiapas; a Tequila y a San Juan de los Lagos, Jalisco; a San Luis Potosí capital, y a varias ciudades de Guanajuato como San Miguel de Allende y Dolores Hidalgo varias veces.
Juré que mientras ese desquiciado anti mexicano estuviera despachando en la Casa Blanca mi dinero no iría a sanear la economía de Estados Unidos. Mejor la de México para beneficiar la industria turística.
Trump tenía tres motivos suficientes para ser derrotado: las mentiras que salían de su bocata, el pésimo manejo del Covid (¿parecido a cuáles otros presidentes?), pero sobre todo a las protestas generadas por el asesinato de afroamericanos y latinos por parte de policías blancos.
Siguiendo la información de que el 3 de noviembre se registró la más alta votación nunca antes vista en Estados Unidos en unos comicios presidenciales, me recordó México: cuando a mayor número de electores en las urnas pierde el PRI.
Con nuestros vecinos esa analogía se la aplicaron esta vez al Partido Republicano. Trump será sacado con todo y tiliches de la Casa Blanca sin cumplir un segundo mandato.
Él, Gerald Ford y Jimmy Carter no pudieron reelegirse en la historia reciente de la potencia más poderosa del mundo que, vergonzosamente, puso su sistema democrático en duda ante los ojos del mundo por los últimos berrinches de Trump. Bye, bye.
twitter: @hhjimenez