Fue Rubén Ayala el que lo dijo: “tenés 85 minutos para ganar un partido de futbol y cinco para no perderlo”.
‘El Ratón’ argentino, que tuvo un paso efímero por el banquillo del técnico, se refería con sabiduría a la necesidad de conservar un marcador favorable en las postrimerías del partido.
Ahora hay que estirar el esfuerzo mucho más tiempo para evitar la derrota, debido a que los partidos consumen mucho más cronómetro que el que se acostumbraba contar.
Ahora no es de extrañar que algunos concluyan al minuto 100, o después. Y que en ese alargue se anoten más goles.
La referencia de Ayala es de las costumbres del milenio pasado. Entonces, para compensar minutos muertos, el árbitro, por gracioso criterio, respaldado en el apartado 7 del Reglamento de Futbol vigente, agregaban si acaso tres minutos a un partido, cuatro a lo máximo, cinco como un escándalo de compensación. Más minutos eran una extravagancia.
En el futbol profesional cada uno de los dos tiempos consta de 45 minutos, que suman 90. La cifra es simbólica, porque el tiempo de juego previamente acordado nunca se cumple como tal, pues siempre hay añadido.
Las causas por las que el silbante puede prolongar el juego, de acuerdo a los cánones de la FIFA, son por sustituciones, atención a lesionados, pérdida deliberada de tiempo, sanciones disciplinarias, motivos médicos o de hidratación, o cualquier otro retraso significativo como las celebraciones de los goles que, por tradición, nunca son interrumpidas.
A estas causales se les ha agregado la prolongación por el del uso del árbitro asistente de video, video assistant refree, videoarbitraje o simplemente VAR, que consiste en la repetición de jugadas en la que se sospecha de un flagrante error del colegiado, que puede influir directamente en el resultado de un cotejo.
Fue usado por vez primera en el Mundial de Clubes 2016, en el partido entre Kashima Antlers y Atlético Nacional. Desde el Mundial de Rusia 2018 se usó para la detección de goles y desde entonces ya está institucionalizado en prácticamente todas las ligas masculinas de primer nivel en el planeta.
Aunque ha dividido opiniones, en realidad el arbitraje asistido ha solventado algunas injusticias que en el pasado fueron fatales para algunos resultados. Se recuerda aquella final de Vuelta, aún sin VAR, del Clausura 2017 entre Chivas y Tigres, en la que el zaguero del rebaño, Jair Pereira, zancadilleó en el 93´ al atacante de Tigres, Ismael Sosa, lo que pudo significar el empate y un posible alargue.
Pero el árbitro Santander no vio el faul, y hasta años después, cuando ya todo era inevitable, reconoció la pifia. Sin ir muy lejos, la ‘Mano de Dios’ que levantó Maradona en el duelo entre Argentina e Inglaterra, no hubiera sido validada en el Mundial de México 86.
El principal problema es que se ha detectado en algunos silbantes, es un abuso del recurso, lo que hace que se pierdan minutos valiosos y que el juego, que es, por definición, un espectáculo deportivo, pierda ritmo, se aletargue y sangre a causa de esos lapsos en blanco, en los que el árbitro va a revisar la pantalla lo que vuelve sosas y aburridas algunas partes del show.
Por causa de la asistencia de video, en ocasiones los árbitros consumen hasta cinco u ocho minutos de juego, lo que, aunado a los tres que suelen añadir, se convierte en un añadido eterno.
A los réferis les aconsejan que revisen las imágenes entre 15 y 20 segundos, aunque hay algunos que se toman más de un minuto, lo cual parece un exceso.
Algunos árbitros, desorientados por jugadas bravas, han demorado hasta cuatro o cinco minutos, porque hay jugadas que están en el límite de la legalidad.
Por ahí andan algunos ejemplos de situaciones que pudieron y no haber sido marcadas. Tal vez en breve cambien las reglas para ampliar el tiempo reglamentario en cada partido. Lo que es cierto es que los 90 minutos ya no existen y ahora los juegos se pueden prolongar más de la hora y media que usualmente demoraba un compromiso sin tiempo extra.
Por cierto, en el juego del viernes 2 de septiembre correspondiente a la jornada 12 del torneo Apertura 2022, Darwin Machis, de Juárez, anotó el gol del empate a 2 contra Cruz Azul al minuto 96. Señales de la modernidad.