Hoy me desperté y le pregunté a mi esposa, de esas veces que aprovechamos el silencio de la casa cuando los niños están en el colegio: ¿valdrá la pena seguir por el mismo camino con la empresa editorial y con la encuestadora? ¿Habrá llegado el momento de cambiar la línea editorial del periódico Hora Cero impreso y digital, y torcer el camino de Hora Cero Encuestas, porque, a lo mejor es más negocio ser un medio lambiscón, y echar mentiras, que publicar la verdad en las encuestas encolerizando a algunos gobernantes?
El primer tema lo dejaré pendiente para una próxima ocasión, además porque no soy el dueño del periódico. Sin embargo defenderé con mis argumentos que Hora Cero Encuestas nació como empresa en 2016 para tener clientes que nos siguen contratando desde entonces, y muchos nuevos, porque confían en nuestros trabajos que, aunque sean adversos, son útiles para sus fines.
Ver una encuesta falsa de una marca muy cuestionada que pone a solo dos décimas a Xóchitl de Claudia en la carrera presidencial, me puso a reflexionar si estamos en el camino correcto, o en realidad el negocio tendría que cambiar.
Como director general de la empresa me remonto a los difíciles años de la pandemia, previo a la elección a gobernador de Nuevo León que ganó Samuel García, me recuerda a los encuestadores en la calle, los capturistas que tuvieron en sus manos más de 70 mil hojas para contar una por una las respuestas, los choferes manejando largas distancias en varios Estados del país, los diseñadores haciendo gráficas a marchas forzadas para entregar a tiempo a los clientes sus estudios. Y gracias a Dios no hubo un solo contagiado de Covid.
Y también recuerdo una gran reunión de convivencia en una quinta al cumplir el último contrato. Había que festejar a lo grande por dos años y medio (de enero de 2019 a mitad de 2021) de honesto trabajo, desafiando los peores meses de la pandemia.
Para muchos de los encuestadores de todas las edades -algunos despedidos por recortes o cierre de sus empresas por los estragos del Covid-, Hora Cero Encuestas les abrió la puerta en una vieja casona del Barrio Antiguo de Monterrey y les ofreció un trabajo honesto, repito.
Y así nos reforzamos con alumnos que tuve en la UANL, que no le harían trampa a su profesor: Jenny, Carla, Alan, Vivas, Viridiana, Marcela, Greñas, Javier, Saeed, Carlos, Elsy, Pedrito, Dalia, Rowena, Moisés, entre otros; novios, hermanos, papás, amigos, primos, y vecinos. Todos tuvieron un espacio siempre que pasaran las pruebas de confianza.
Nunca olvidaré, como director general de la empresa, cuando le pedí al coordinador general (quien también fue mi alumno), Emanuel Suárez, que preguntara con discreción en qué habían invertido el dinero que habían ganado durante ese periodo. Encuestando en zonas pudientes y en sectores de riesgo; con climas de más de 40 grados y a punto de congelación. Sólo la lluvia intensa los detenía.
A Greñas le alcanzó para vacacionar en playas del Caribe y del Pacífico con su familia, suegros y papás incluidos; Moisés se hizo una cirugía que necesitaba; Carla abrió un negocio propio; otros ampliaron sus casas, pagaron el enganche de una nueva o de un carro de agencia, o renovaron su guardarropa.
Pero si una historia me conmovió fue la de Maikol, un amigo de Marcela que había sido desempleado. Un día publicó en su perfil de Facebook un post que me conmovió hasta las lágrimas, donde compartía que con parte de su dinero bien ganado le había organizado la boda a sus papás.
Ese trabajo honesto de todos, no me cansaré de reiterar, nos llevó a tener resultados con mínimas diferencias como las cuatro décimas al obtenido por Samuel García, comparando el último estudio de Hora Cero Encuestas con el resultado del cómputo final.
Entonces me vuelvo a preguntar: ¿valdrá la pena cambiar de negocio de entregar, publicar y compartir mentiras y despedir a decenas de colaboradores que participan en los diferentes procesos de la elaboración de una encuesta de verdad?
Pues para hacer eso basta no solamente no tener vergüenza para irle a quitar el dinero -que no es suyo sino del erario-, a una persona (gobernador, alcalde, estratega, asesor o candidato), y ofrecerle hacer ese trabajo sucio. El tiempo nos dará la razón. O ya no estaré donde estoy para ser testigo de un México que hede, que se pudre en ese renglón.
Atte.
Héctor Hugo Jiménez
Director general
Hora Cero Encuestas
c.c.p. Mi socio Heriberto Deándar Robinson.