Después de los buenos, a secas, resultados obtenidos por el Partido Revolucionario Institucional en las elecciones de julio pasado, conjugados con los resultados buenos, a secas, del Partido Acción Nacional, queda de manifiesta la insatisfacción en grupos influyentes de las organizaciones políticas más importantes de México.
Y mientras son peras o son manzanas, estos grupos de ambos partidos lanzan todo tipo de improperios contra la Generación “Nini”, manifestada por el lado del tricolor por un grupo de gobernadores que parecen ignorar la ruta al colapso por la que transitan y, por el bando panista, un presidente aferrado a influir en la nominación de su sucesor.
Más que una contienda entre verdes, azules o amarillos, los procesos electorales actuales y futuros, parecen más bien una mezcla de todos; en donde la ideología política ha sido desplazada por los intereses comunes, responsables precisamente de la actual partidocracia que tanto daño ha hecho a los mexicanos.
Por un lado, Felipe Calderón continúa enviando mensajes claros para que los panistas apoyen a su “delfín”, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, situación que se antoja sumamente complicada, ante el desgaste tradicional que se sufre por la acción de gobierno.
Adicionalmente, es un hecho que el principal problema de los panistas consiste básicamente en su excesivo oposicionismo a pesar de tener ya más de 10 años al frente del gobierno federal y varios más en distintas entidades y municipios de México. Por decirlo de otra forma, el camión que llevaría al candidato del PAN a la presidencia no necesariamente pasa por Los Pinos sino por rutas alternas que mucho tienen que ver con la composición del Consejo Nacional y de los grupos internos que ahí se gestan en la actualidad.
Mientras que por el lado del PRI, la designación del candidato a la presidencia tendrá qué ver con el bloque actual de gobernadores “alineados” con la figura del mexiquense Enrique Peña Nieto y el grupo de los “no alineados” que siguen asumiendo que el sonorense Manlio Fabio Beltrones sigue teniendo un as bajo la manga, sobre todo después de la fortaleza e influencia política real que le da su liderazgo en el Senado.
¿Chorizo contra machaca? El tiempo lo dirá.
Ejemplos registrados en Estados como Sinaloa, Puebla y Oaxaca, confirman las tesis que sostienen que los ganadores no pueden presumir su “pureza” ni panista ni priista, vaya, son los primeros representantes reales del “prianismo”, al representar muestras claras de triunfo fuera de sus hogares de nacimiento.
Por tanto, así como se registró la fractura política en el PRI, luego de la renuncia de Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal, para fundar lo que es ahora el PRD, no podemos descartar una nueva corriente que agrupe a los militantes panistas y priistas que puedan sentirse relegados de las decisiones importantes de ambos partidos.
Tiempos inéditos, son los que vivimos, y mientras que la generación “nini” siga al frente de los dos partidos más importantes de México, seguirán cerrándose los espacios a aquellos que no gocen de sus simpatías.
Situación similar es la que se vive en varias entidades de México y en municipios importantes por su representación social y presupuestal, en los que la actitud de cerrazón y soberbia generalizada parece indicar el principio del fin.
En pocas palabras, el mismo iceberg, pero ahora dos Titanics.