En 1997 Fernando Canales Clariond ganó la guberatura de Nuevo León catapultado, en buena medida, por un extraño voto del “cambio”, del “se la deben” y del “ya basta”. Y vergonzosamente el empresario transformado en político fue una gran decepción al no terminar su sexenio, dejando la imagen del PAN muy deteriorada y por los suelos.
Su máxima apuesta en obra pública terminó siendo una para uso casi exclusivo de un sector pudiente en San Pedro: el polémico, faraónico y suntuoso Puente Atirantado. Los millones de pesos invertidos en esa mole de acero y concreto cavaron la tumba del Partido Acción Nacional que devolvió al PRI el Gobierno del Estado.
Canales Clariond desapareció del mapa político de Nuevo León en un intento fallido de querer apostar a la escasa memoria de los mexicanos al momento de plantarse frente a una urna que esperaba castigar a su partido en las elecciones de 2003. Antes de ello se refugió en el gabinete federal de Vicente Fox Quesada con cartera de secretario de Estado. Y como decía mi abuelita: “Siguió regando el tepache”.
Cuando se abrieron las casillas en esas elecciones de 2003, una avalancha de votos fue aplastante para sacar del gobierno al PAN, llevando los electores en su memoria cada una de las arrogancias, despilfarros, desprecios y desplantes que cometieron Canales Clariond y muchos de sus colaboradores contra el pueblo y particulares.
Y otra vez, con el voto del “se la deben”, Natividad González Parás regresó al Partido Revolucionario Institucional al gobierno, dejando atrás su derrota en 1997 cuando fue vencido por Canales Clariond.
En 2003 hubo otros protagonistas de la debacle albiazul, entre ellos el entonces alcalde de Monterrey, Felipe de Jesús Cantú, que durante seis años ha estado desterrado. Viejo compañero de andanzas del ex gobernador, el ex edil generó las más altas expectativas entre los regiomontanos, cumpliendo a medias.
Pues bien, cuando se supone que diciembre es un mes para vacacionar, meditar y estar con la familia en un ambiente festivo, los partidos políticos estarán muy ocupados decidiendo cuándo, con qué método y quiénes serán los candidatos a los diferentes puestos en la guerra electoral de 2009 que ya toca las puertas.
Dentro del PRI cada vez es más evidente que González Parás está poniendo en la vitrina a su joven secretario de Gobierno, Rodrigo Medina de la Cruz, para que pudiera ser una opción para abanderar la causa por la gubernatura, siendo el contrapeso de Abel Guerra Garza que siempre lideró las encuestas entre los priistas.
Cualquiera de los dos “gallos”, Guerra Garza o Medina de la Cruz, también serían cartas para que el PRI busque recuperar la alcaldía de Monterrey. Y el resto que se mencionan como Eloy Cantú Segovia, Cristina Díaz Salazar y Benjamín Clariond Reyes, formarían parte del ensamblaje del tricolor compitiendo por otras honrosas posiciones.
A unos meses de las elecciones, hay que ser honestos de que el PRI tiene más chance de retener la primera posición en el Estado que el PAN de arrebatarla.
Los panistas tienen a su principal enemigo en casa. Han sido víctimas de sus ambiciones personales y de sus desplantes. Solos se hacen añicos, se despedazan. Y otros recibieron la bendición y premios emigrando a otros continentes con honores, dejando a su propio partido con una etiqueta nada honrosa.
Ahí está el caso de Jorge Guajardo, quien fuera un nefasto director de Comnicación Social de Canales Clariond, actual embajador de México en China. Habrase visto.
¿Entonces por qué ganó el PAN el Congreso de Nuevo León y la alcaldía de Monterrey en 2006? –se preguntarán algunos.
La respuesta es obvia: por lo mismo que provocó la derrota de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República.