Tuvieron que pasar casi 15 años para que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos pudiera emitir alguna recomendación en el caso del asesinato del director editorial de El Mañana de Nuevo Laredo, Roberto Javier Mora García, ocurrido un 19 de marzo del año 2004 en aquel puerto fronterizo.
Nunca es tarde para subsanar una investigación criminal y más cuando el caso estuvo plagado de irregularidades, pues jamás pudieron comprobar científicamente quién mató al periodista.
Desde un principio y antes de la captura de los presuntos criminales, el exprocurador Francisco Cayuela Villarreal declaraba que la muerte de Roberto Mora obedecía a un crimen pasional, cuando la escena indicaba que el o los homicidas esperaban su llegada para masacrarlo de veintitantas puñaladas.
La recomendación 88/2018, emitida apenas el mes de enero pasado, señala que la averiguación previa estaba plagada de omisiones e irregularidades, y que la Procuraduría comandada por Cayuela Villarreal faltó al deber de la debida diligencia y violentó el derecho humano de acceso a la justicia en su modalidad de procuración de justicia.
Asimismo, señala que la Procuraduría de Justicia no agotó las líneas de investigación relacionadas con la actividad periodística del comunicador, ni tomó declaraciones necesarias para subsanar las omisiones detectadas en la recomendación 13/2005, emitida un año después del crimen.
Lo absurdo del caso es que la CNDH recomienda al gobernador actual de Tamaulipas instruir la reparación integral del daño ocasionado al familiar directo de la víctima conforme a la Ley de Atención a Víctimas, y al procurador actual reabrir el caso y dar continuidad a la investigación.
Además, recomendó al gobernador instruir al procurador general de justicia de Tamaulipas, Irving Barrios Mojica, sacar de la reserva la indagatoria del homicidio del periodista y darle continuidad a la investigación hasta agotar las diligencias relacionadas con su labor como director editorial.
Sin embargo, dudo mucho que el procurador Barrios Mojica se atreva a abrir el caso. No es que la recomendación esté pasada de tiempo pero ya tiene demasiados problemas como para agenciarse otros más.
Sobre todo, cuando en las carreteras tamaulipecas se desaparecen decenas de migrantes de los camiones de pasajeros luego de que presuntamente un grupo delincuencial los secuestra, sin que haya una investigación de por medio.
Y el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca seguramente no girará instrucciones al procurador porque anda más preocupado por mantener la mayoría panista en el Congreso del Estado y con ello evitar una factible revocación de mandato si es que los de Morena llegan a ganar el próximo 2 de junio.
Cabeza de Vaca tiene muchas otras preocupaciones, como el movimiento 20-32 que explotó en Matamoros mediante la intervención de la abogada Susana Prieto Terrazas.
Por ello, el gober cornúpeta no ha querido meter las manos en aquel puerto fronterizo y ni siquiera se atreve a realizar una gira de trabajo; pero, en cambio, a Reynosa y al sur de Tamaulipas va al menos una o dos veces por semana.
También dudo mucho que hayan tomado alguna declaración ministerial, cuando esa chamba debió de haberla hecho valer el exgobernador Tomás Yarrington Ruvalcaba, pero quien quite y le manden un exhorto para que los gringos le tomen una diligencia al ahora residente de la cárcel del Raymondville, Texas.
Entre Cabeza de Vaca y Yarrington Ruvalcaba hay una gran rivalidad, así es que el gobernador actual se sacaría un cien si deja al descubierto y subsana todos los errores y fallas administrativas de la justicia con el exgobernador convicto en una cárcel de Texas y sobre todo si encuentra a él o los verdaderos asesinos del periodista regiomontano.
En campaña Cabeza de Vaca no soltó a Yarrington Ruvalcaba y no lo bajaba de corrupto y ratero, así es que es el momento de demostrar si tenía la razón y si el exgobernador tiene alguna responsabilidad por la omisión o la falta de impartición de justicia en este caso que nuevamente llama la atención de la CNDH.
Ojalá y la recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos no se quede archivada en el escritorio del gobernador y que tarde que temprano se le haga justicia al periodista Roberto Mora.
Mora García fue masacrado a puñaladas en la madrugada del 19 de marzo del año 2004 minutos después de salir de la redacción del periódico El Mañana de Nuevo Laredo, en donde era el director editorial.
La Procuraduría de Justicia que encabezaba Francisco Cayuela Villarreal catalogó a priori el asesinato de Roberto Mora como un “crimen pasional”, con eso quiso lavarse las manos y para ello presentó a dos homosexuales como los sospechosos.
Cayuela Villarreal y sus sabuesos policiacos en pocas semanas resolvieron el caso con la detención de los homosexuales (así les llamó la procuraduría estatal) Mario Vázquez Medina e Hiram Oliveros Ortiz.
Pero para qué darle un toque homofóbico, presentar a Mario e Hiram como una pareja de homosexuales, y asegurar que el autor material sintió unas celos enfermizos que le hicieron pensar que entre su pareja sentimental, Hiram, y el finado Roberto podría haber algo, y que por eso lo masacró a puñaladas.
Mario e Hiram fueron presentados como presuntos asesinos, pero nunca se comprobó la participación de Hiram en el crimen y la Procuraduría de Justicia jamás presentó evidencias o pruebas científicas sobre su participación en estos lamentables hechos.
Fueron presentados como homosexuales como si ese hecho los convirtiera en peligrosos criminales. De inmediato se dejaron sentir los tintes homofóbicos que el gobierno de Tamaulipas buscó imprimir en este caso.
Finalmente, la Procu de Cayuela los declaró asesinos confesos, pero cuando estaban frente al juez y luego de ser consignados por el ministerio público se desdijeron y mencionaron que fueron torturados y presionados psicológicamente para que confesaran el crimen de Roberto Mora.
En una aparente riña entre reos de la tarde del 13 de mayo de 2004, fue asesinado de 88 puñaladas Mario Medina Vázquez, supuesto autor material del crimen de Roberto Mora.
El homicida de Mario Medina fue identificado como Roberto Herrera González “El Pitufo”, reo considerado de alta peligrosidad en el penal de La Loma, quien confesó que mató a su víctima porque lo acosaba sexualmente.
Otra vez salió a relucir la presunta orientación sexual de Mario Medina Vázquez, pero muchos periodistas e investigadores no creyeron tal versión.
Mario Medina, quien ni siquiera conocía a Roberto Mora, otra vez terminó como un depredador sexual; al menos eso fue lo que la Procuraduría pretendía hacer ver para que todos creyeran que había sido un crimen pasional.
Todo se les vino abajo, hubo cartas diplomáticas por parte del gobierno de Estados Unidos donde se quejaban de que Mario Medina Vázquez, quien era ciudadano americano, no recibió asistencia legal de los Estados Unidos, y durante su confesión no fue asesorado por un abogado.
Además, la procuraduría estatal nunca le notificó al gobierno, embajada o consulado de los Estados Unidos sobre la detención de Mario Medina, quien al ser ciudadano americano tenía derecho a recibir asistencia diplomática.
Con la muerte de Mario Medina la Procuraduría de Justicia daba por concluido el caso y lo cerraba. Como ya no había nada que investigar, aplicaba el viejo refrán que reza “muerto el perro se acabó la rabia”.
Meses después, Francisco Cayuela Villarreal renuncia al cargo de Procurador de Justicia en el Estado, que le había conferido su amigo Tomás Yarrington Ruvalcaba, y el caso Roberto Mora tiene más dudas que respuestas.
Muchas son las inconsistencias; por ejemplo, no coinciden el cuchillo presentado como arma homicida por la procuraduría con el resultado de la autopsia.
El cuchillo de la procu afirma que tenía un sólo filo, mientras que los forenses determinaron que el cuchillo con el que fue atacado Roberto Mora tenía doble filo.
Además, el cuchillo de la procu fue encontrado en la cocina del departamento de Mario e Hiram y estaba entre otros cuchillos y cucharas que utilizaban a diario los mencionados sujetos.
Quien mató a Roberto Mora sin lugar a dudas era un profesional, pues las 26 puñaladas dañaron órganos vitales como corazón, pulmones y cerebro, eso no lo hace cualquier hijo de vecino y muchos menos un hombre celoso.
Otra de las interrogantes es por qué la Procuraduría General de la República se negó a llevar el caso, argumentando que era un asunto del fuero común, cuando es de todos sabido que ejercer el periodismo en Tamaulipas es de alto riesgo.
Son innumerables las fallas en el crimen de Roberto Mora y no lo digo yo, lo dicen las diversas organizaciones no gubernamentales y defensores de periodistas del país y del mundo.
No me resta más que decir que por el bien del periodismo y de la justicia no sólo pido que se reabra el caso, sino que se detenga a él o los verdaderos culpables de este cobarde crimen.
15 años sin Roberto Mora resultan muy angustiantes para sus amigos de Monterrey y para sus excompañeros de trabajo de Tamaulipas, así es que es el momento preciso para que hagan justicia y por fin lo dejen descansar en paz.