El mentalista Stephen Strange (Cumberbatch), un doctor con una inteligencia superior, que puede navegar entre la infinidad de las dimensiones conocidas y por conocer, en esta ocasión enfrenta a una feroz enemiga, la Bruja Escarlata (Olsen) capaz de destruir el mundo en el nombre del amor.
Así de raro es este nuevo reto de superproducción Doctor Strange en el Multiverso de locura, de la franquicia de Marvel que, bajo la dirección del maestro Sam Raimi, se convierte en un viaje vertiginoso, muy entretenido, pero con escasa profundidad.
Parece que no se le debe pedir mucho a los personajes de esta fantasía que es gobernada, por completo, por la digitalización que termina por ahogarlo todo. Strange, que presenta una vez más a Cumberbatch siempre atractivo e irónico, es convocado para que proteja a una adolescente de origen latino de nombre América Chávez (Xóchitl Gómez), hija de matrimonio homoparental quien tiene el insólito poder de desplazarse entre universos.
Se establece, como regla de la ficción, que las personas pueden existir en incontables vidas. La bruja malvada se ha inventado, en una de esas existencias, que tiene dos hijos y quiere estar ahí, por lo que las demás vidas, incluido este presente, podrían ser destruidas.
Es interesante la perspectiva desde la que se ve la ama de casa Wanda Maximoff, traída de la serie WandaVision, que puede desdoblar su personalidad en la de un ser de destrucción masiva para conseguir únicamente el anhelo de ser madre, aunque alcanzar esa dicha sea únicamente una ilusión generada en su cabeza obsesionada con la maternidad idílica.
Sin embargo, la obstinación hace que Strange y sus amigos Wong, Mordo y hasta su exnovia Christine (Rachel McAdams) hagan equipo para enfrentar a la antagonista fenomenal.
Visualmente espectacular, y con una digitalización de primerísimo nivel, la cinta se pierde en minucias visuales que dejan muy poco espacio para el desarrollo dramático de la historia, que, por lo demás tiene muy poco que aportar. Con largas escenas, lo mejor es ver cómo los personajes viajan entre portales que abren y atmósferas extrañas por las que deben atravesar para encontrarse en la inevitable batalla en la que, como dicta Marvel, debe haber destrucciones de orden cataclísmico, en las que hay numerosos derrumbes de mansiones, edificios, construcciones monumentales. Los seguidores de la marca estarán extremadamente complacidos, pues la producción les da exactamente lo que necesitan para emocionarse durante más de dos horas.
Sin embargo, se extraña que no exista el elemento de la tensión, pues los personajes nunca están realmente expuestos a los peligros de la aniquilación.
Hay algunas escenas inusualmente oscuras, para este universo, con un cruce de caminos entre cintas de zombies, con muertos vivientes, y algo de Terminator, en su inquietante versión femenina.
Doctor Strange en el Multiverso de locura no contiene ninguna sorpresa. Es otro paseo por la vertiginosa montaña rusa de los efectos CGI rutinarios, en una aventura de evasión para un divertimento dominical olvidable.
@LucianoCampos G